Un reporte provocativo de Velasco y col. [79] en 1980 aguijoneó el interés investigativo en la solución salina hipertónica. Pequeños volúmenes de la misma mostraron ser tan efectivos como grandes volúmenes de cristaloides en expandir el volumen plasmático y mejorar el rendimiento cardíaco en el shock hemorrágico en animales [80]. Además, la solución salina hipertónica aumentaba la perfusión de la microcirculación, presumiblemente por vasodilatación arteriolar selectiva y disminuyendo la edematización de los glóbulos rojos y del endotelio [81].
Esta microcirculación mejorada, sin embargo, podía llevar a un aumento del sangrado. Consecuentemente, la solución salina hipertónica fue probada en modelos animales con shock hemorrágico incontrolado y se demostró que aumentaba el sangrado, pero la mortalidad fue modelo-dependiente y las mejores sobrevidas se obtuvieron cuando la solución fue dada con cristaloides de alto volumen [82,83]. Adicionalmente, se halló que la efectividad de la solución salina hipertónica en la resucitación era incrementada por la combinación con el Dextran (Dextran salino hipertónico) [84].
En vista del pequeño volumen necesario para lograr esos efectos, hubo un gran interés en el uso de esos fluidos en la resucitación en el campo tanto militar como civil. Desde fines de la década de 1980 hasta principios de la de 1990, varios ensayos fueron realizados. Individualmente, esos ensayos encontraron que los resultados de sobrevida
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