Sabrina Critzmann es médica pediatra (UBA), consultora internacional en lactancia, puericultora y cofundadora de la Escuela Argentina de BLW y Alimentación Complementaria. La entrevistamos desde IntraMed para que nos comente diferentes aspectos vinculados a la lactancia materna, en especial, desde la perspectiva del sistema sanitario, que no siempre cumple su rol de salvaguardar el derecho a esta práctica natural, clave para el desarrollo de las infancias y necesaria para la salud colectiva de las comunidades.
Critzmann nos comentó que en Argentina, el 97 % de los recién nacidos egresa de la maternidad con lactancia exclusiva. Sin embargo, ese porcentaje cae abruptamente a menos del 48 % a los 6 meses. Las causas son múltiples, pero el trabajo remunerado y no remunerado (dentro y fuera del hogar) ocupa el centro de la escena. No necesariamente es que las madres quieran abandonar la lactancia, sino que el entorno es el que las empuja a dejarla.
Por eso la especialista insiste y recalca que la lactancia debe ser entendida como una cuestión de salud pública y de equidad. "Los bebés que reciben leche humana tienen menor riesgo de infecciones, mejor neurodesarrollo y menor mortalidad", nos dijo. La falta de un acompañamiento adecuado puede perpetuar inequidades desde el nacimiento.
Muchos profesionales creen que saben sobre lactancia, solo porque tuvieron alguna clase en su carrera formativa. Esto es algo que recalcó la experta.
Sin embargo, todo lo referente a la lactancia materna es más complejo, más rico y con más evidencia y aplicación práctica que lo que la mayoría de los profesionales conoce y entiende. Además de que no es una situación concerniente solo a los médicos generales o pediatras. Cualquier especialidad puede estar en un contexto en el que apoyar o no el acto de lactar de una paciente resulte en resultados positivos o negativos en la madre o en sus hijos.
La evidencia científica es mucha. Critzmann comenta que algunas características parecen de ciencia ficción, ya que la leche humana es un fluido vivo con más de 600 especies de probióticos, células madre que migran al tejido del lactante, factores inmunitarios y una arquitectura bioactiva que aún seguimos comprendiendo.
Así, los mitos de los médicos, que proceden un poco de la desinformación y otro poco de la cultura, son parte del problema. Desde interrumpir la lactancia por la prescripción de ciertos antibióticos, sin revisar fuentes confiables como e-lactancia.org, hasta desaconsejar las tomas nocturnas en recién nacidos para un mejor descanso, hay múltiples ejemplos. "Un bebé de tres semanas necesita el pecho de noche, tanto como necesita respirar. Interrumpir esa toma puede desencadenar mastitis, bajo peso y el abandono precoz", de acuerdo a las palabras de la pediatra.
Es así que contribuir a suspender una lactancia deseada o no apoyarla puede constituir una forma de mala praxis. Si no sabemos acompañar, como profesionales de la salud, y optamos rápidamente por otras estrategias, estamos haciendo daño.
Si existiera una sustancia capaz de reducir infecciones, mejorar el desarrollo cerebral y emocional, con células madre y propiedades inmunomoduladoras, estaría en la tapa de todas las revistas científicas y, si fuese un producto comercial, todos iríamos a comprarla. Ese es el concepto/metáfora que realza Critzmann al explicar esas propiedades "casi de ciencia fícción" que se aplican a la leche humana.
Estamos ante un fluido vivo que contiene más de 600 especies de microorganismos beneficiosos, prebióticos, posbióticos, células madre y factores inmunitarios que modulan el desarrollo intestinal y neurológico del lactante.
Para apoyar estos beneficios en la realidad, un paso decisivo que propone Critzmann es realzar la figura de las puericultoras, que deberían poseer un sistema de guardia de 24 horas, con profesionalización de lo que hacen en hospitales y centros de salud. Tendrían que ser una parte más del entramado del equipo de salud para un abordaje integral.