La ciencia y la seducción por Diego Golombek | 18 ENE 12

El blues del levante (científico)

La atracción se manifiesta detrás de un rostro simétrico, en una copita de vino o cuando en la pista las caderas se mueven con gracia. Tips para salir a ganar

Por Diego Golombek

La ciencia, ya se sabe, da para todo. Incluso para mejorar las perspectivas de una salida nocturna con amigos o hasta con más que amigos. Sólo se trata de estar atento a unas cuantas señales que el mundo nos regala, y a divertirse se ha dicho.

Lo primero es asegurarse de estar bien guapo. Para ellas es relativamente sencillo: basta con salir en los días cercanos a la ovulación. Por esas fechas el cuerpo -y el rostro- estarán apenitas más simétricos y nuestro cerebro asimila la simetría a la belleza (la señal sería estoy simétrica. estoy linda. estoy fértil). Una prueba recontracientífica es que un grupo de investigadores, imbuidos de la más pura tradición naturalista, contó las propinas que recibían las bailarinas de un club nocturno y comprobó que eran más cuantiosas los días de la ovulación. Todo sea por la ciencia.

Para los muchachos, un truco basado en los experimentos de Dan Ariely, de Harvard. Comencemos por tomar dos rostros que sean equivalentes en cuanto a su atracción. Si ahora agregamos un tercer rostro que represente una pequeña deformación de alguno de los dos primeros, todo el mundo elegirá a la versión inicial no deformada. La aplicación obvia para llevarse todas las miradas en el boliche es sencilla: se trata de salir con un amigo muy parecido a uno, pero un poquito más feo, y entonces seremos el alma de la fiesta (y nuestro amigo, un ex-amigo).

Una vez en el baile, cuidado con la música -a menos que no tengamos límites en la billetera o en la garganta-. La investigadora francesa Celine Jacob estudió, en un bar, el efecto de la música sobre la permanencia y el consumo de alcohol de los parroquianos. Las llamadas canciones para beber hicieron que la gente se quedara más, gastara más y, justamente, bebiera más. Y si la música está lo suficientemente fuerte, también puede afectar el gusto de los snacks que vengan con la bebida. Las melodías, y sobre todo su volumen, afectan también nuestros juicios, valores y reconocimiento de los objetos: algo para tener en cuenta cuando tratemos de explicar por qué nos quedamos con un cierto acompañante luego de una fiesta con música particularmente estridente.

El alcohol, claro, tiene su ciencia. Una excelente excusa para un buen vino es la demostración de que cada día una copita estimula y sienta bien. Un meta-análisis de 34 estudios independientes basados en alrededor de un millón de personas demostraron que las personas con consumo moderado viven más que los abstemios. Ojo: si se pasa de moderado a empinacodo perpetuo, obviamente la curva se va para el otro lado. Este efecto parece ser específico para el vino tinto, que puede agregar hasta unos dos años de vida feliz.

 

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