Trabajo publicado en la revista "Stroke" | 28 OCT 11

En los países pobres hay más accidentes cerebrovasculares

Los países más pobres y los que menos proporción de su PBI invierten en salud son los que tienen una mayor incidencia y mortalidad.
INDICE:  1. Volver a vivir después de un ACV | 2. Volver a vivir después de un ACV
Volver a vivir después de un ACV

Testimonio de vida

A dos años de haber sufrido un ataque cerebrovascular, la modelo y actriz Verónica Perdomo hoy hace su vida casi normal. Consejos para estar atentos.

Florencia Del Gizzo / Clarín MUJER
 
“Hay mucha gente que está triste, que está enferma, pero hay que ser positivo. A mí me dijeron que no iba a poder hablar y ahora estoy hablando. No es fácil, pero todo se puede con voluntad”. Sin dudas, Verónica Perdomo es una persona singular. Luego de haber atravesado una de las situaciones más difíciles, muestra su sonrisa todo el tiempo. A sus 29 años, un accidente cerebrovascular (ACV) paralizó su vida y su trabajo como modelo publicitaria y actriz. Estuvo un mes en coma, se sobrepuso a un diagnóstico pesimista de vida y superó una traqueotomía por un edema pulmonar, mientras se reponía.

Según cifras de la Sociedad Argentina de Neurología, en nuestro país cada cuatro minutos una persona sufre un ataque cerebral, una afección causada por la pérdida súbita de flujo sanguíneo (ACV isquémico) o por el sangrado (ACV hemorrágico), ambos en el cerebro. En cualquiera de estas dos situaciones, las neuronas pueden debilitarse o morir por la falta de oxígeno en las células nerviosas. Como consecuencia, las partes del cuerpo controladas por las regiones del cerebro afectadas también dejan de funcionar.

Los efectos de un ataque cerebral son, a menudo, permanentes, ya que las células cerebrales muertas no se pueden reemplazar. Por medio del reconocimiento temprano de los signos de un ACV y la búsqueda inmediata de atención médica se pueden reducir considerablemente las posibilidades de muerte y discapacidad (es la tercera causa de muerte en el mundo y la primera en discapacidad en adultos mayores).

“Un día desperté y me di cuenta que tenía pañales, no podía caminar, ¡ni hablar! Me dije: ¿qué me pasó? No entendía nada”, relata Verónica aún con sorpresa. Su rehabilitación fue paulatina. De a poco comenzó a dar los primeros pasos, a reconocer los fonemas de cada una de las letras y a retomar la lectoescritura.

Aunque tenía una buena calidad de vida (comía sano, no fumaba y hacía gimnasia), la combinación de pastillas anticonceptivas y una medicación que le dieron por un diagnóstico equivocado, desencadenaron su ACV.

Sin embargo, no todas las mujeres desarrollan esta patología. Existen dos tipos de factores que pueden favorecer un ataque cerebral: aquellos que no podemos hacer nada para prevenirlos como la edad, la herencia y antecedentes personales; y aquellos que podemos prevenir con una vida sana y controles médicos regulares.

 

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