La historia de Sabrina | 24 AGO 10

“Doy gracias porque sin el nuevo corazón no estaría aquí”

Quién hubiera vaticinado que esa nena que hace 9 años no podía jugar con sus amigas por un problema en su corazón hoy iba a estar estudiando para ser peluquera, mientras termina el colegio secundario y va en busca de un gran amor.

 “Estoy de novia hace diez meses”, dice con un dejo de orgullo Sabrina Mesa, que ayer tuvo el privilegio de ser la abanderada del festejo que organizó el Hospital Garrahan al conmemorarse los 10 años del primer trasplante cardíaco realizado por un hospital público. Precisamente fue ella, Sabrina, que hoy tiene 19, la primera persona en recibir ese órgano.

Allá por octubre de 2000, llegó al hospital con una miocardiopatía en su ventrículo izquierdo, una insuficiencia cardíaca que los médicos le controlaron desde que era una bebé. Hasta que una neumonía agravó su situación y la terminó por descompensar.

Los años se simplifican en la memoria y los recuerdos que anteceden a la operación son para Sabrina imágenes de una película casi olvidada. “Era muy chica en ese entonces, y si bien estaba al tanto de todo lo que sucedía, no era completamente consciente del peligro que corría. Ya de grande, fueron muchas las veces que pensé que si no me hacían el trasplante me moría. Por eso le estoy agradecida a Dios. Sin el corazón nuevo no estaría aquí”.

¿Cómo fueron los primeros tiempos después de la operación? Con la medicación, mi cuerpo se vio alterado en su totalidad. Hubo un importante cambio hormonal, ya que por los corticoides. Vivía toda hinchada. Tuve que ir a la escuela con barbijo y no podía estar en lugares cerrados con mucha gente. Me hacían controles minuciosos, ya que siempre corría riesgo de una infección.

El acto organizado ayer por el Hospital Garrahan estuvo encabezado por Horacio Vogelfang, jefe del equipo de trasplante. Había unos 15 chicos de todo el país, que esperan un corazón. Entre ellos, Milagros, una nena conectada a un corazón artificial.

Sabrina les habló a los padres de esos chicos y agradeció el órgano recibido a los familiares de los donantes. Además, aprovechó para compartir su experiencia con los que hoy están en la situación que ella vivió hace una década. “Les dije que se aferren a Dios y sean pacientes. No es fácil estar esperando algo que no sabés cuando va a llegar. Encima uno se quiere ir, porque extrañás a tu familia y estás lejos de tu hogar”.

 

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