Relación médico paciente | 26 JUL 10

Los pacientes responden mejor si el médico los toca

Lo comprobó un estudio francés. Expertos argentinos explican el porqué y piden que se modere el uso de la tecnología. Cuál es la diferencia con los “manosantas”.

Por Martín De Ambrosio

Más cerca. Está comprobado que el contacto físico tiene efecto terapéutico y calma la ansiedad. Ante enfermedades menores, para los médicos es mejor paciente en mano que cientos de tests volando. Eso, al menos, es lo que se deduce de un estudio francés que demostró que los pacientes son más proclives a tomar la medicación y a juzgar mejor a su médico cuando éste les habla, los toma del brazo y es más comprensivo con la persona en su totalidad.

Los especialistas argentinos consultados reivindicaron este tipo de acercamiento interpersonal y criticaron el modo en que la tecnología a disposición de la ciencia médica hace muchas veces olvidar al enfermo en pos de la enfermedad. Otro estudio, realizado en Chicago, indicó que los médicos desdeñan información personal que puede ser clave en el desencadenamiento de la enfermedad.

En acción. Lo que hicieron los investigadores franceses encabezados por Nicolas Guéguen fue pedirles a seis médicos clínicos que tocaran el antebrazo de sus pacientes –o no, según el caso– que tenían faringitis (en total fueron 249). Una semana después se les preguntó a los integrantes de cada grupo si habían tomado la medicación prescripta y qué opinaban de los expertos que los habían atendido. En los casos en los que el médico sí había tocado al paciente, se seguía más la indicación de tomar los remedios y se tenía una mejor opinión del profesional.

El paper publicado en el Journal of Behavioral Medicine hace también mención a una gran cantidad de estudios que marcan el valor de tocar para profesionales como azafatas, vendedores y mozos.

“La enfermedad tiene tres componentes: uno biológico, uno subjetivo y otro social. A los médicos en general sólo les enseñan el biológico, que es apenas el iceberg del problema”, sostuvo Francisco Maglio, autor del libro La dignidad del otro. Para Maglio, los enfermos tienen “hambre de piel”: “La psicoinmunología demostró que la piel es un elemento receptivo y emisor. Dar la mano de un modo displicente activa en el otro sustancias inmunodepresoras; en cambio, un apretón franco, con una sonrisa, nos hace bien porque activa los sensores de endorfinas y dopaminas que son las sustancias del placer”. Eso se juega desde el primer saludo en la relación médico-paciente.

Agustín Ciapponi, médico del servicio de Medicina Familiar del Hospital Italiano, muchas veces se toma su tiempo para hacer una revisación corporal completa aunque tenga el diagnóstico casi confirmado, para que el paciente note que hay un real interés de su parte. “Hay pacientes que lo requieren más que otros y está en el arte del médico darse cuenta de cúando aplicarlo: el examen físico es mucho más que obtener información fría: es vincularse, acercarse, sentir qué tiene un ser próximo”, dijo.

Muchas veces, la falta de tiempo y la necesidad de atender a demasiados pacientes conspira contra esta práctica. “El tocar es algo que se ha perdido. Primero, porque los sistemas de salud presionan. Y segundo, porque es más fácil solicitar un estudio complementario que revisar. También hay un endiosamiento de la tecnología y métodos dignóstico que no necesariamente nos va a dar muchos más datos que si se le pregunta al paciente, aunque lleve tiempo”, dijo Ciapponi.

Por último, Alcides Greca, profesor titular de Medicina de la Universidad de Rosario, indicó que hay comprobaciones clínicas de que el hecho de tocar hace elevar el umbral del dolor. “Tiene que ver con sentirse contenido y protegido. En gran medida, la intensidad de los síntomas deriva de la causa en sí, pero a ella se agregan la angustia y la incertidumbre. Está bien estudiado que el contacto físico tiene efecto terapéutico y ansiolítico”, concluyó. En síntesis, hay que olvidarse –un poco– de la tecnología y acordarse de las personas, algo que las terapias alternativas no científicas ya advirtieron hace rato.

El contexto importa

Otro de los ítems que repitieron los médicos argentinos consultados tiene que ver con la necesidad de recuperar las historias de vida de los pacientes para ver al ser humano en su totalidad, no tan sólo como alguien que puede portar una u otra enfermedad. Una investigación realizada por médicos de la Universidad de Illinois en Chicago fue en ese sentido y determinó que, a veces, los médicos no dan en el clavo de una solución para sus pacientes porque olvidan prestar atención a circunstancias del contexto que pueden marcar, por ejemplo, una baja sensible del sistema inmunológico por situaciones particulaes, como haber sido despedido.

El trabajo publicado en los Anales de Medicina Interna se realizó con actores entrenados para ir a la consulta con un discurso que mezclaba información médica con aspectos de la vida personal que podrían tener relación con la enfermedad que se decía padecer.

“Los médicos seguían perfectamente las guías de aproximación estándar a la enfermedad, pero no tan bien cuando esas guías fallaban debido a alguna situación del contexto vital del paciente que lo estaba afectando”, explicó Saul Weiner, profesor de pediatría de la Universidad de Illinois y coautor del estudio. Puso como ejemplo que los médicos debería interpretar por qué regresa en determinado momento el asma a un paciente y no simplemente redoblar la dosis de drogas que prescribe. Los actores-enfermos hicieron 400 visitas a expertos de distintas prácticas en las ciudades de Chicago y Milwaukee.

 

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