El uso de la tecnología digital en la atención médica está en constante aumento a nivel mundial. En el contexto de enfermedades crónicas, como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que impone una carga considerable a los sistemas de salud, debido al uso creciente de recursos, las tecnologías digitales en salud (TDS) han sido exploradas como métodos complementarios para la prestación de atención. Estas tecnologías abarcan desde aplicaciones de smartphone y software independiente hasta herramientas online y sistemas de telemedicina.
Un reciente estudio paraguas evaluó la eficacia de las TDS en el manejo de la EII, analizando la evidencia de revisiones sistemáticas publicadas entre enero de 2012 y septiembre de 2024. El objetivo principal fue analizar el efecto en los resultados clínicos.
La revisión incluyó nueve revisiones sistemáticas, de las cuales cinco contenían metanálisis. La calidad metodológica de estas revisiones varió, con cuatro calificadas como de alta calidad y cinco como de muy baja calidad.
- Remisión clínica y actividad de la enfermedad: La evidencia actual de varios ensayos clínicos aleatorizados (ECA) y revisiones sistemáticas no indica que las TDS sean superiores para lograr o mantener la remisión o reducir las tasas de recaída en la EII. Los metanálisis no mostraron ninguna diferencia significativa en la actividad de la enfermedad entre los grupos de intervención con TDS y la atención estándar.
- Calidad de vida (CdV): Los resultados son contradictorios o mixtos. Algunas revisiones con metanálisis reportaron una mejoría en la CdV con las intervenciones de salud digital o telemedicina, mientras que otras no encontraron diferencias significativas o no pudieron aislar el efecto, debido a la inclusión de otras condiciones gastrointestinales.
- Visitas a clínicas u hospitales: El uso de TDS se asoció con una reducción en el número de asistencias hospitalarias y visitas ambulatorias. Este parece ser uno de los beneficios más reportados.
- Adherencia a la medicación: Los hallazgos son mixtos. Algunas revisiones indicaron una mejora en la adherencia a la medicación con las intervenciones digitales, aunque en algunos casos, como en poblaciones pediátricas, el beneficio no se mantuvo más allá de las 20 semanas. La adherencia a la medicación mostró el mayor éxito en algunas revisiones, pero fue evaluada en el menor número de estudios.
Aunque la evidencia actual no respalda la superioridad directa de las TDS en los resultados clínicos clave, como la remisión, sí apoyan su papel como adyuvante a la práctica clínica estándar. Parecen contribuir a mejorar la adherencia al tratamiento y a reducir el número de visitas hospitalarias.
En esta revisión de revisiones se identificaron limitaciones metodológicas significativas en los ECA y en las revisiones sistemáticas existentes, lo que presenta una oportunidad para futuras investigaciones. Las principales limitaciones fueron la heterogeneidad en los dominios clínicos y las poblaciones de pacientes, la variabilidad en los tipos, frecuencia y duración de las intervenciones, las inconsistencias en las métricas de medición, el riesgo de sesgo, particularmente la ausencia de cegamiento, la dependencia de resultados reportados por pacientes sujetos a sesgo de recuerdo, tamaños muestrales pequeños afectados por la deserción y duraciones de seguimiento cortas. También hubo falta de consideración de factores sociales y demográficos, como la etnia, el idioma, el acceso y la alfabetización digital.
Hay una dificultad evidnete para comprender la complejidad de las TDS como intervención, con pocos estudios que ofrecen detalles suficientes sobre cómo se median los efectos. Para avanzar en este campo se recomienda que futuros ECA evalúen intervenciones estandarizadas con definiciones claras de tipo, frecuencia y duración, que incorporen un seguimiento a largo plazo (idealmente de 2 años), que aseguren tamaños muestrales adecuados, que implementen estrategias que consideren factores sociales y demográficos, que establezcan un conjunto definido de resultados relevantes, que consideren el diseño de estudios de no inferioridad en lugar de superioridad frente a la atención estándar y que apliquen marcos metodológicos para intervenciones complejas.
Por otro lado, se sugiere un cambio de perspectiva: considerar las TDS no solo como una intervención, sino también como una herramienta para la recopilación de datos. Como herramienta, pueden facilitar la captura de resultados a largo plazo, difíciles de obtener en los ECA tradicionales.
Si bien las tecnologías de salud digital están cada vez más integradas en el manejo real de la EII, la evidencia actual las respalda principalmente como complementos valiosos a la atención clínica estándar. Su beneficio más notorio parece ser la reducción de las visitas relacionadas con la EII a clínicas y hospitales, con menores resultados en la calidad de vida y la adherencia a la medicación.
Para alcanzar su potencial completo y generar evidencia de alta calidad, es esencial mejorar el diseño de los estudios futuros, abordando las limitaciones metodológicas identificadas. La evidencia en poblaciones pediátricas aún es insuficiente para sacar conclusiones definitivas. Es necesario que los clínicos reconozcan esta distinción y los riesgos potenciales (como accesibilidad, privacidad de datos y toma de decisiones clínicas) mientras la investigación avanza.