La situación se agrava

Perú: brote de tos ferina en Loreto puso en alerta al Gobierno

Los casos nacionales casi se cuadruplicaron en solo seis meses: pasaron de 251 en todo 2024, a 971 a mediados de junio de este año.

Fuente: IntraMed

El departamento de Loreto ya tenía todas las de perder, pero lo cierto es que la situación se agrava. De los 908 casos de tos ferina confirmados en Perú por el Centro Nacional de Epidemiología (CDC‑MINSA), al 3 de junio 644 se habían producido en Loreto. Esa cantidad implica más del 70 % del total de diagnósticos del país; además, de las 10 muertes confirmadas, 9 se habían producido allí. Para el 16 de junio los casos nacionales ya habían llegado a 971 (16 muertes) y, según la Gerencia Regional de Salud de Loreto, en ese departamento se concentraban 674, y 15 de los 16 niños fallecidos. ¿Cuál es la razón? Como casi siempre, no hay una sola…

Para empezar, y según la información oficial emitida en la semana epidemiológica 8, la cobertura lograda en 2024 de Penta 3 (vacuna combinada que protege contra difteria, tos ferina, tétanos, hepatitis B y Haemophilus influenzae tipo b) en Loreto fue del 75 %, casi la más baja del país: solo superó la lograda en Lima. Pero una dosis no alcanza, y según el Ministerio de Salud, solo el 3,1 % de los niños peruanos tenía las tres dosis necesarias de la vacuna en mayo. De paso, la capital (sin tener las condiciones adversas de Loreto) ocupa el segundo lugar en cantidad de casos: son 61 pacientes acumulados en lo que va del año. Puede parecer poco en la comparación de números absolutos, pero es bueno tener en cuenta que para este periodo de 2024, solo había 1, de modo que en seis meses el aumento fue del 6100%.

Volvamos a Loreto: es cierto que la baja cobertura vacunal es un problema, pero también lo es que no surge de la nada.

¿Qué ocurre realmente?

El brote de Loreto se concentra en la provincia del Datem del Marañón, ubicada al sur de Iquitos; allí se ha producido la gran mayoría de los casos; concretamente, en el distrito de Pastaza, el más afectado del país, hubo ya 236 casos y 9 niños fallecieron, según un reporte del medio peruano de investigación Salud con Lupa.

Muchas de las comunidades del Datem del Marañón están ubicadas a orillas de ríos y solo son accesibles por transporte fluvial (del que depende el 97 % de la población) o aéreo, lo que dificulta el acceso a servicios de salud o a campañas de vacunación, y complica también la respuesta a emergencias sanitarias,  como derivaciones a hospitales. Gran parte de los puestos de salud carecen de personal médico permanente, lo que trae consigo que la información sobre enfermedades y vacunación sea limitada, y así se favorece la desconfianza o el desconocimiento respecto de medidas preventivas. También está seriamente limitado el acceso a servicios esenciales como el agua potable y la electricidad, por lo que se ven afectadas cuestiones como las cadenas de frío para vacunas o medicamentos. A eso se suma que el Datem del Marañón tiene uno de los índices más altos de pobreza de la región y –está más que demostrado- la desnutrición infantil, el analfabetismo y la informalidad en el acceso a servicios contribuyen a la vulnerabilidad. Entonces, lo que ocurre es un caso emblemático de vulnerabilidad estructural en salud pública.

Acción del Estado

La reacción oficial no fue inmediata: en Lima, el Ministerio de Salud del Perú (Minsa) insiste en que no se trata de una epidemia nacional de tos ferina, sino de un brote "esporádico y focalizado" y que a las 25 brigadas desplegadas desde enero, se sumarían otras 15 en junio. Pero el reporte de Salud con Lupa advierte que un informe de la Controlaría General de la República del Perú, emitido el 6 de junio, señaló que el Plan Operativo Institucional 2025 del MINSA ha planteado objetivos sin metas específicas de cobertura de inmunización, y que las proyecciones contenidas en el Plan Estratégico Institucional 2025-2030 no alcanzan el 95 % mínimo recomendado por la OPS. Señala también que las cifras actuales sobre la cobertura de la vacuna pentavalente —que protege contra la tos ferina y se administra a los 2, 4 y 6 meses de edad, con refuerzos a los 18 meses y a los 4 años— fueron elaboradas con datos desactualizados, y que el Plan de Acción para la Promoción de las Inmunizaciones carece de un documento formal de aprobación.

Por su parte, expertos hablan de acción reactiva y de falta de políticas de prevención. Solo un ejemplo: Juan Carlos Celis, médico infectólogo de Iquitos, señala que no hay planificación real del Estado para impulsar la vacunación en las zonas alejadas de la Amazonía, y lo señala a los cuatro vientos: no solo en entrevistas a medios internacionales, como El País, de España, sino también en sus redes sociales. “No es que las vacunas estén a la mano, hay que hacer planes. Lo mismo que dicen ahora lo decían en 2022 y 2023, y están haciendo trabajos reactivos”, explicó a El País y agregó que otro costado del problema, es que el discurso antivacunas ha calado en la población porque no se le ha hecho frente a la desinformación. Y en su perfil de Facebook señaló: “Brigadas reactivas de vacunación no resuelven el problema. ¿Dónde está el plan intercultural del Ministerio de Salud del Perú para vacunar a poblaciones nativas del Perú? Las campañitas de 1 mes NO van a resolver el problema”.