Existen evidencias que muestran que la actividad física regular es beneficiosa para la salud debido a que se reduce la grasa abdominal, el peso, la presión sanguínea, la inflamación sistémica y la disfunción endotelial. Dichos factores han sido relacionados con la patogénesis de la degeneración macular asociada con la edad (DMAE). Sin embargo, muy pocos estudios han investigado la relación que podría existir entre la actividad física y la DMAE. Los datos que surgen del Estudio de casos y controles de enfermedades oculares, demostraron entre los pacientes con DMAE exudativa, la actividad física era menos frecuente que en los controles, aunque dicha diferencia no fue estadísticamente significativa. En el presente informe, se investigó la relación existente entre la actividad física y el riesgo de desarrollar DMAE a lo largo de un período de quince años.
Pacientes y métodos
La incidencia acumulada de DMAE durante un período de quince años, fue determinada mediante cuatro exámenes realizados cada cinco años en el estudio efectuado en la población de Beaver Dam, Wiscosin, EEUU, entre 1988 y 1990. La DMAE inicial, exudativa y atrofia geográfica fueron determinadas mediante fotografías del fondo de ojo. Los datos acerca de la actividad física su obtuvieron mediante cuestionarios entregados en el examen de línea base.
El llevar un estilo de vida activo y caminar regularmente, redujo el riesgo de desarrollar DMAE exudativa a lo largo del período de quince años, en 70% y 30% respectivamente. La actividad física no pudo asociarse independientemente con la incidencia de DMAE inicial o atrofia geográfica pura.
La actividad física en la población de Beaver Dam fue asociada a menor presión sanguínea sistólica, menor cantidad de glóbulos blancos y menos obesidad; todos factores anteriormente relacionados con la DMAE. Asimismo, la actividad física reduce la inflamación sistémica y la disfunción endotelial, ambos factores se supone que intervienen en la patogénesis de la DMAE. No queda claro si los marcadores inflamatorios específicos (Por ejemplo: Proteína reactiva C) u otros elementos no medidos explicarían dicha asociación.
La DMAE está más firmemente ligada al envejecimiento biológico que al cronológico. Las personas físicamente activas son biológicamente más jóvenes que las sedentarias. La falta de relación entre la actividad física y la DMAE inicial o la atrofia geográfica indicarían que pueden ser distintos los mecanismos involucrados en la patogénesis de las diferentes etapas de la DMAE. Sin embargo, debido a la escasa incidencia de atrofia geográfica en el estudio, no se puede descartar la posibilidad de que exista alguna relación.
El presente estudio tiene varias limitaciones. La actividad física fue medida mediante cuestionarios y no se tienen pruebas sobre la cantidad de tiempo que el participante dedicó a la actividad física. Asimismo, los pacientes más sedentarios abandonaron con mayor frecuencia los exámenes de seguimiento que los activos. A pesar de estas limitaciones, el presente informe proporciona evidencia de que una actividad física realizada regularmente (caminar), podría tener un efecto protector contra la incidencia de DMAE.
Conclusiones:
Los datos obtenidos en el presente estudio muestran un efecto protector de la actividad física con respecto a la incidencia de DMAE exudativa, independientemente del índice de masa corporal y demás datos. Asimismo, sugieren que la modificación de la conducta sedentaria podría prevenir el desarrollo de la DMAE.
Síntesis y traducción: Dr. Martín Mocorrea, editor responsable de Intramed para la especialidad de oftalmología.