La dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) está diseñada para reducir la presión arterial y mejorar la salud cardiovascular, aumentando nutrientes como potasio, calcio y magnesio, así como la fibra, y reduciendo el sodio y las grasas no saludables. No obstante, no hay todavía evidencia coherente sobre sus efectos en la prevención primaria y secundaria de las enfermedades cardiovasculares.
Por ello, siguiendo los métodos estándar de Cochrane, se realizó una revisión. Se incluyeron ensayos clínicos aleatorizados (ECA) en adultos, con o sin ECV, que comparaban la dieta DASH con ninguna intervención, con una intervención mínima o con otras dietas. Las intervenciones debían durar al menos ocho semanas y tener un seguimiento mínimo de tres meses.
Se incluyeron cinco ECA con un total de 1397 participantes. Todos los estudios se realizaron en adultos sanos (prevención primaria), con duraciones de intervención entre 16 semanas y 12 meses. No hubo estudios en prevención secundaria. Los estudios se realizaron en EE. UU. y Polonia, con financiamiento público.
DASH vs. sin intervención/cuidados habituales:
- Infarto y ACV: un estudio (144 personas) no reportó eventos en ninguno de los grupos en un año.
- Mortalidad por cualquier causa: otro estudio (90 personas) no reportó muertes en seis meses.
- No hubo datos sobre insuficiencia cardíaca ni procedimientos de revascularización.
- Certeza de la evidencia: baja o muy baja.
DASH vs. intervención mínima:
- Infarto: dos estudios (629 personas) no mostraron diferencias claras (RR 2,99; IC del 95%: 0,12 a 73,04).
- ACV: no se reportaron eventos.
- No hubo datos sobre otros desenlaces importantes.
- Certeza de la evidencia: baja.
DASH vs. otra dieta:
- Mortalidad por cualquier causa: un estudio (261 personas) no mostró diferencias (RR 2,98; IC del 95 %: 0,12 a 72,42).
- No hubo datos sobre infarto, ACV, insuficiencia cardíaca ni revascularización.
- Certeza de la evidencia: muy baja.
Los efectos de la dieta DASH en los eventos cardiovasculares importantes, como infarto, ACV o mortalidad, siguen siendo inconclusos, debido a la falta de evidencia a largo plazo.
Tampoco se ha evaluado su impacto en insuficiencia cardíaca ni en procedimientos de revascularización.
Aunque puede reducir la presión arterial y mejorar algunos lípidos en sangre, no hay pruebas claras sobre su efecto en el colesterol LDL.