La adicción, la forma más severa de trastorno por consumo de sustancias, es un trastorno cerebral crónico, moldeado por factores biosociales importantes, que tiene consecuencias devastadoras para los individuos y la sociedad.
Nuestra comprensión del trastorno por consumo de sustancias ha avanzado de manera significativa en las 3 últimas décadas, en parte gracias al importante progreso de la investigación en genética y neurociencias y al desarrollo de nuevas tecnologías, incluyendo herramientas para interrogar cambios moleculares en poblaciones neuronales específicas en modelos animales de trastorno por consumo de sustancias, y también gracias a los dispositivos de imágenes cerebrales para evaluar la función cerebral y la neuroquímica en los humanos.
Estos avances han permitido entender los procesos neurobiológicos a través de los cuales los factores biológicos y socioculturales contribuyen a la resiliencia o la vulnerabilidad al consumo de drogas, o a la adicción a las mismas.
La delineación de neurocircuitos alterados en la adicción, que incluye circuitos que median la recompensa y la motivación, el control ejecutivo y el procesamiento emocional, nos ha permitido entender los comportamientos aberrantes de los individuos adictos y ha planteado nuevos objetivos para el tratamiento.
Lo más prominente son las alteraciones de la capacidad de un individuo de priorizar comportamientos que resulten en un beneficio a largo plazo por encima de los que ofrecen recompensas a corto plazo y la dificultad creciente para ejercer control sobre esos comportamientos, incluso cuando están asociados a consecuencias catastróficas.
Estos avances en nuestra comprensión del desarrollo cerebral y del papel de los genes y el entorno en la estructura y función cerebrales han conformado un fundamento a partir del que se pueden desarrollar herramientas más efectivas para prevenir y tratar el trastorno por consumo de sustancias.