Premio Nobel de Medicina 2012
John B. Gurdon y Shinya Yamanaka
El Nobel de Medicina premia la reprogramación celular
Este año, el Instituto Karolinska de Suecia ha concedido el premio Nobel de Medicina a John B. Gurdon y Shinya Yamanaka.
Las células madre pluripotentes inducidas se llevan el premio Nobel de Medicina 2012.
Este año, el premio Nobel de Medicina ha recaído en John B. Gurdon y Shinya Yamanaka por su descubrimiento de que las células maduras pueden ser reprogramadas para convertirse en pluripotentes, capaces de desarrollarse en todos los tejidos del cuerpo. Sus hallazgos revolucionaron el conocimiento sobre el desarrollo de células y organismos.
Los descubrimientos de ambos científicos han cambiado por completo la visión del desarrollo y la especialización celular.
Sus hallazgos han cambiado por completo la visión del desarrollo y la especialización celular.
Gracias a ellos sabemos que la célula madura no tiene que limitarse siempre a su estado especializado. De hecho, mediante la reprogramación de células humanas, los expertos han podido desarrollar nuevas herramientas para el diagnóstico y la terapia de enfermedades.
Todo empezó en 1962, cuando John B. Gurdon descubrió que la especialización de las células es reversible. En un experimento clásico, reemplazó el núcleo celular inmaduro de una célula del óvulo de una rana por el núcleo de una célula intestinal madura.
Este óvulo modificado se convirtió en un renacuajo normal. Gurdon observó además que el ADN de la célula madura todavía tenía toda la información necesaria para desarrollar las células de la rana.
Pero no fue hasta 40 años más tarde cuando Shinya Yamanaka consolidó esta línea de investigación. Este investigador japonés definió en 2006 cómo las células intactas maduras en ratones podían ser reprogramadas para convertirlas en células madre inmaduras.
Sorprendentemente, mediante la introducción de solo unos pocos genes, Yamanaka pudo reprogramar células maduras para convertirse en células madre pluripotentes, es decir, células inmaduras que son capaces de convertirse en cualquier tipo de células en el cuerpo.
Descubrimientos de un millón de euros
Desde 1901, la institución sueca concede cada año estos premios, dotados con 1,08 millones de euros a los expertos que hayan realizado el descubrimiento más importante en el campo de la fisiología o la medicina.
Sir John B. Gurdon nació en 1933 en Dippenhall, Reino Unido. Doctorado en la Universidad de Oxford en 1960, fue becario postdoctoral en el Instituto de Tecnología de California (EE UU). Se incorporó a la Universidad de Cambridge, Reino Unido, en el año 1972 y ha trabajado como profesor de biología celular. Hoy en día, Gurdon sigue trabajando en el centro que lleva su nombre.
Por su parte, Shinya Yamanaka nació en Osaka (Japón), en 1962. Obtuvo su doctorado en 1987 en la Universidad de Kobe y se formó como cirujano ortopédico antes de pasar a la investigación básica. Después de doctorarse, trabajó en el Instituto Gladstone en San Francisco (EE UU) y el Instituto Nara de Ciencia y Tecnología de Japón. En 2011, Yamanaka ganó el premio FBBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de biomedicina. En la actualidad es profesor en la Universidad de Kyoto.
Referencias bibliográficas:
Gurdon, J.B. (1962). "The developmental capacity of nuclei taken from intestinal epithelium cells of feeding tadpoles". Journal of Embryology and Experimental Morphology 10:622-640.
Takahashi, K., Yamanaka, S. (2006). "Induction of pluripotent stem cells from mouse embryonic and adult fibroblast cultures by defined factors". Cell 126:663-676.
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Nobel a los reprogramadores de la vida
Nuño Domínguez
El investigador británico John Gurdon y el japonés Shinya Yamanaka ganan el galardón de Medicina por su trabajo en la reprogramación celular que permite convertir células maduras en otras capaces de generar cualquier tejido del cuerpo.
El británico John Gurdon y el japonés Shinya Yamanaka han ganado el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por su trabajo en la reprogramación celular que permite convertir células maduras en otras capaces de generar cualquier tejido del cuerpo, informó hoy la Academia Sueca. “Sus descubrimientos han revolucionado nuestra comprensión de cómo se desarrollan las células”, han dicho los responsables del galardón más prestigioso del mundo.
En 1962, un experimento pionero de John Gurdon demostró que la especialización de las células es reversible. El investigador reemplazó el núcleo inmaduro de un óvulo de rana con otro extraído de una célula adulta del intestino. El núcleo adulto generó un renacuajo normal, demostrando el camino hacia la clonación, pero también la reprogramación celular.
Cuarenta años después, el japonés Shinya Yamanaka fue el primero en rebobinar el estado de una célula adulta. El investigador de la Universidad de Kioto descubrió cómo reprogramar células adultas para devolverlas a su estado “pluripotencial”, es decir, capaz de generar casi cualquier tipo de células y tejido del cuerpo.
Ambos hallazgos tienen un gran potencial para la investigación y el tratamiento de enfermedades. En concreto, el uso de células reprogramadas como las que consiguió Yamanaka, conocidas en la jerga científica por las siglas iPSC, podrían permitir tratar lesiones y enfermedades de un enfermo con sus propias células sanas reprogramadas, lo que en teoría evitaría el rechazo que generan los trasplantes tradicionales.
Gracias a los estudios de Gurdon y Yamanaka “comprendemos que las células adultas no tienen por qué estar confinadas para siempre en su estado especializado”, ha explicado la Academia. Tras los trabajos de ambos investigadores, “los libros de texto han tenido que ser reescritos y se han establecido nuevos campos de investigación”, ha añadido la institución del Nobel.
Los estudios de Yamanaka también han estado en el centro de la polémica por la investigación de células madre embrionarias. La clase de células creadas por el japonés son vistas por algunos sectores como más aptas para la investigación, ya que pueden crearse a partir de tejidos adultos y por lo tanto no es necesario destruir un embrión para obtenerlas. En la práctica científica, la realidad es que tanto las células madre embrionarias como las reprogramadas son esenciales y unas no permiten reemplazar del todo a las otras, por ahora.
El galardón está dotado con un millón de euros, a repartir entre ambos premiados.
MATERIA
Premio Nobel de Química 2012
El complejo mundo de la comunicación celular
Por Guillermo Jaim Etcheverry
Un organismo vivo complejo se mantiene gracias a la información que proviene del medio en el que habita y a la que recibe de su propio interior. Estas señales externas e internas resultan esenciales para la coordinación de su funcionamiento. Pero ellas - por ejemplo, la luz, los olores, los sabores, las hormonas, los transmisores nerviosos - deben ser interpretadas por las células para poder actuar en respuesta a su llegada. Ese encuentro se produce sobre la superficie de esas células, aisladas de su exterior por una tenue membrana, esencialmente constituida por grasas. Pero la membrana no sólo aísla a las células sino que también las vincula con su medio ya que, intercaladas entre esas grasas, hay proteínas capaces de integrarse a ese delgado envoltorio y al mismo tiempo sobresalir de él hacia el exterior y hacia el interior de la célula, en ambos casos ambientes acuosos.
Para explicar la acción de las hormonas, transmisores y fármacos sobre las células se postuló, desde hace tiempo, que deberían existir receptores, es decir, estructuras capaces de reconocer las señales y poner en marcha una respuesta. Pero fue recién a fines de la década de 1960 cuando Robert Lefkowitz, uno de los galardonados con el Premio Nobel de Química, logró identificar la presencia concreta de esos receptores celulares empleando hormonas y transmisores químicos previamente unidos a un marcador radioactivo que permitía su localización. Comenzó estudiando el destino de una hormona de la hipófisis pero se concentró en el análisis del receptor a la adrenalina, más precisamente el conocido como receptor beta-adrenérgico. Consiguió extraerlo de su escondite en la membrana celular, para comprender mejor la manera en que funciona.
Al identificar el receptor adrenérgico sorprendió advertir que su estructura y su manera de funcionar eran muy similares a la de otros receptores, por ejemplo, los que responden a la luz en la retina.
En la década de 1980, Brian Kobilka se incorpora al grupo de Lefkowitz en la Universidad de Duke en Carolina del Norte, Estados Unidos, e inicia estudios genéticos que le permiten demostrar en 1986 que el receptor beta-adrenérgico es una proteína compleja. Es una suerte de serpiente que entra y sale de la membrana dejando porciones expuestas hacia dentro y hacia afuera de la célula mientras que siete segmentos quedan incrustados en el espesor de la membrana. Esa expresión, la de "incrustado", no es feliz porque la membrana celular no es una estructura estática sino altamente dinámica en la que las proteínas pueden desplazarse, nadar.
Al identificar el receptor adrenérgico sorprendió advertir que su estructura y su manera de funcionar eran muy similares a la de otros receptores, por ejemplo, los que responden a la luz en la retina. Como estas moléculas proteicas por su cara intracelular tienen la capacidad de unirse a otra proteína que pone en marcha una serie de reacciones celulares, la proteína G, se los denominó "receptores acoplados a la proteína G". Se han identificado cientos de receptores que actúan mediante este mecanismo que, en síntesis, es el siguiente: la porción del receptor que mira hacia el exterior de la célula tiene una estructura particular a cada tipo de receptor que le permite reconocer una señal específica. Cuando se produce ese reconocimiento, la proteína receptora modifica en algo su forma de manera tal que cambia también la porción que mira hacia dentro de la célula. Ese cambio hace que ahora sí esté en condiciones de interactuar con la proteína G que es la que pone en marcha una serie de reacciones que producen la respuesta celular a la señal. Esta no penetra entonces en la célula: es reconocida por la porción externa del receptor que cambia su forma y es ese cambio el que desencadena la respuesta al permitir que se activen diversas reacciones en el interior de la célula. La señal es el primer mensajero reconocido específicamente por el receptor que activa un segundo mensajero intracelular que es a su vez el que desencadena la reacción que buscaba poner en marcha la señal. El receptor es así una suerte de intérprete de la señal.
Los estudios de Lefkowitz y de Kobilka abren nuevas posibilidades para el futuro desarrollo de fármacos más específicos y potentes.
Ya se habían distinguido con el Premio Nobel varios desarrollos en este campo. Por ejemplo, la caracterización de los procesos relacionados con la recepción de la luz, la identificación de dos de los sistemas que actúan como segundos mensajeros y la síntesis de fármacos que bloquean los receptores e interfieren con la acción de las señales. Un ejemplo conocido es el de la cimetidina y la ranitidina, fármacos que actúan sobre el receptor a la histamina en el estómago interfiriendo con la producción de ácido. Otro es el de los bloqueantes del receptor beta-adrenérgico como el propranolol, el atenolol y otros que se utilizan para oponerse a la acción constrictora de los vasos sanguíneos que poseen la adrenalina y la noradrenalina lo que permite, al relajarlos, disminuir la presión arterial.
Es decir, que la manipulación de los receptores constituye una herramienta terapéutica ya muy utilizada. Se estima que casi un tercio de los fármacos que se emplean en la actualidad interfieren de un modo u otro en el proceso de interpretación de señales. Los estudios de Lefkowitz y de Kobilka, al haber permitido caracterizar con mayor precisión la naturaleza de este mecanismo, abren nuevas posibilidades para el futuro desarrollo de fármacos más específicos y potentes.
La carrera científica de ambos galardonados es rica en datos muy significativos acerca de sus personalidades.
En 2011, el grupo de Kobilka - nacido en Minnesota en 1955, graduado de médico en la Universidad de Yale y profesor en la Universidad de Stanford, California, Estados Unidos - logró un avance decisivo porque, al cabo de un complejo proceso técnico y de muchos años de trabajo, consiguió "ver" mediante cristalografía de rayos X cómo es el receptor en el momento mismo en el que transfiere la señal del exterior de la célula a la proteína-G en su interior. Según la Academia Sueca esta imagen - que sorprende al receptor en el abrazo con la proteína-G - es una "obra maestra molecular". Esto, que se había hecho tiempo antes para el receptor de los impulsos luminosos, constituye un logro impresionante que tendrá sin duda consecuencias decisivas en el diseño de nuevos fármacos. Se han identificado casi 800 receptores diferentes que actúan
por este mecanismo. Como no siempre lo hacen activando la proteína G en el interior de la célula, recientemente se ha optado por denominarlos "receptores 7TM" debido a las siete porciones de su molécula que atraviesan la membrana celular.
La carrera científica de ambos galardonados es rica en datos muy significativos acerca de sus personalidades. Robert Lefkowitz - nacido en 1943 en Nueva York, graduado de médico en la Universidad de Columbia, actualmente profesor en Duke y conocido como el "padrino de los receptores acoplados a la proteína G" - respondió en una entrevista reciente cuando se le preguntó acerca del secreto del éxito: "Si lo supiera, sería un hombre rico. Escribiría un libro. Quienes trabajan conmigo son muy inteligentes pero, ¿qué es lo que eleva a algunos por sobre el resto? Son condiciones diferentes: la imaginación, el conocimiento de lo que ya se ha hecho, la capacidad de síntesis y de conectar lo conocido, el genio de imaginar el experimento adecuado, la habilidad para realizarlo, la ambición y la motivación. Los factores son muchos. Tal vez lo más importante sea la capacidad de concentrarse en lograr un objetivo." La historia de ambos científicos galardonados con el Premio Nobel es un compendio de esas cualidades.
Premio Nobel de literatura 2012
Su nombre es Guan Moyen y su séudonimo, Mo Yan, significa 'No hables'.
En sus novelas se mezclan la agitada historia de la China del último siglo con los ritos y tradiciones de las zonas rurales y el alma del pueblo chino
Es el segundo escritor nacido en China, tras Gao Xingjian en 2000, que obtiene el premio
José María Guelbenzu Madrid / El País
El escritor Mo Yan es el ganador del Premio Nobel de Literatura 2012 "por su realismo alucinatorio, que une el cuento, la historia y lo contemporáneo", según el dictamen de la Academia sueca. El sucesor del poeta sueco Tomas Tranströmer en el galardón más importante de las letras nació en Gaomi, un pobre condado de la provincia costera de Shandong, en febrero de 1955. El ganador ha expresado a la prensa oficial su alegría aunque ha matizado que "ganar no representa nada" y que seguirá "centrado en la creación de nuevas obras".
Al fin ha sucedido, aunque nunca sabremos si la concesión del Nobel de Literatura tiene algo que ver con el ascenso imparable de China en el nuevo orden mundial, porque los académicos suecos han demostrado a menudo no ser ajenos al devenir sociopolítico del mundo, pero lo cierto es que Mo Yan, uno de los grandes novelistas de nuestro tiempo, es un premio ejemplar. Sus obras han sido editadas en España por Kailas, aunque el último libro lo ha contratado hoy en la Feria de Fráncfort por la editorial Seix Barral.
"Continuaré trabajando duro, gracias a todos", ha señalado Mo en una breve entrevista a la agencia oficial China News recogida por Efe desde la residencia de su padre en la aldea de Gaomi. "Estoy aquí para ver el campo", ha dicho. Sobre la importancia del premio para la literatura china, Mo ha añadido que su país "tiene muchos autores excelentes cuyos destacados trabajos podrán también ser reconocidos en el mundo". El escritor ha mostrado su sorpresa por recibir el premio porque no se considera un autor "tan experimentado" como otros compatriotas suyos: "Mi estatus no era tan elevado". "Solo quiero seguir mi camino, concentrado en lo humano para mi propia obra", ha declarado Mo, quien ha agregado que en su pueblo se siente "tranquilo, para escribir encerrado en su habitación".
La narrativa china contemporánea ha venido abriéndose paso en el mundo occidental en los últimos tiempos, aunque siempre con carácter selectivo -e incluso minoritario en comparación con la narrativa de las lenguas occidentales-. Mo Yan es un autor poco conocido, pero muy apreciado, una especie de autor de culto varias de cuyas novelas se han traducido en España. Su acogida no parece que haya sido arrolladora, pero sí es verdad que ha ido encontrado una buena cantidad de lectores fieles, de lectores que, una vez han leído un libro suyo, han seguido leyendo los demás. O sea: un autor de culto. Ahora, gracias al Nobel, dejará de serlo y, con ello, se habrá cumplido una de las razones originales del premio, cual era la de dar a conocer obras y autores de gran entidad literaria que, por las razones que fuera, no habían alcanzado el reconocimiento universal que merecían.
Autor satírico
Su territorio favorito no es el absurdo sino más bien lo grotesco.
Mo Yan es un escritor satírico; lo es ya desde su pseudónimo, que significa. “No hables”, muy adecuado en un país donde la censura está a la orden del día. Su sentido del humor es tan imaginativo como su fantasía; es un humor duro y sin concesiones, pero hilarante, y su fantasía procede de una mezcla de la tradición china, cargada de imágenes y símbolos, con la tradición occidental. No es de extrañar, por tanto, su aprecio por la obra de García Márquez –aunque su escritura poco tenga que ver con el mundo de lo real maravilloso del colombiano-.
Mucho más tiene que ver con la de Fanz Kafka. En realidad su territorio favorito no es el absurdo sino más bien lo grotesco, donde da rienda suelta a su imaginación sin perder de vista la gran narración tradicional china, que por vez primera empezó a modificar Lu Sin y de cuyo esfuerzo proviene la poderosa libertad de la renovación de procedimientos de escritura y estructura novelesca que alcanza a conseguir Mo Yan. En su novela La república del vino encontraremos un extraordinario monólogo de Ding, su protagonista, de indudable estirpe joyceana.
Su novela Sorgo rojo fue llevada al cine por Zhang Yimou con un éxito extraordinario, pero es a partir de La vida y la muerte me están desgastando cuando el poder corrosivo de su humor y su fantasía alcanza cotas memorables y un estilo propio inconfundible. Este es uno de los premios Nobel mejor concedidos y merecidos, de esos que tapan errores o concesiones cometidos en otro tiempo. Hay al menos cuatro novelas suyas traducidas al español, así que prepárense a disfrutar de verdad con la mejor literatura.
Fragmento del film "Sorgo Rojo"
Premio Nobel de física 2012
Nobel de Física para experimentos en el submundo de los átomos
Por Nora Bär | LA NACION
A principios del siglo XX, Planck y Einstein plantearon que las leyes que gobiernan la interacción de los átomos con los fotones (la luz) son muy distintas de las que rigen nuestra realidad cotidiana: como en el país de las maravillas de Alicia, las partículas pueden estar en dos o más sitios simultáneamente, la radiación tiene propiedades ondulatorias y corpusculares, puede calcularse la probabilidad de que algo suceda, pero no cuándo ocurrirá, y las partículas pueden estar "enlazadas" de tal forma que medir el estado de una modifique el de su "socia"... aunque estén separadas.
Los experimentos que les permitieron inferir esas propiedades (y que dieron forma a la mecánica cuántica) involucraban a millones y millones de átomos, y la representación de estos sistemas físicos requirió complejas fórmulas matemáticas.
El francés Serge Haroche y el norteamericano David Wineland, ganadores del Premio Nobel de Física 2012, lograron algo que hasta Erwin Schrödinger, otra figura clave de esta historia, consideró imposible: como verdaderos "domadores de la materia", diseñaron formas de manipular átomos individuales y así verificar los extraños efectos de la mecánica cuántica "en cámara lenta".
"Tanto Haroche como Wineland son pioneros en hacer experimentos en los que se manipulan átomos de a uno y se los hace interactuar con fotones, también de a uno -dice el doctor Juan Pablo Paz, investigador del Conicet y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en computación cuántica, que mereció una visita de Haroche para participar de la jornada "Presente y futuro de la Computación cuántica" cuando fue distinguido con el Premio Bunge y Born 2010, y que en abril lo tuvo como profesor invitado durante un mes-. Personalmente, estaba seguro de que Haroche iba a ganar el Nobel, porque desarrolló experimentos de una complejidad tal que nadie más pudo hacerlos íntegramente. Pero él no estaba pendiente del premio."
Nacido en Casablanca en 1944 y padre de dos hijos, Haroche es desde hace mucho una de las figuras estelares de la ciencia mundial, pero no se creía las premoniciones de sus amigos: ayer a la mañana, cuando recibió la llamada de la Academia sueca, se quedó sin aliento. "Por suerte, pasaba cerca de un banco y me pude sentar -declaró-. Cuando vi el prefijo de Suecia, me di cuenta de que era real."
En su material de difusión, la Fundación Nobel explica que Wineland y Haroche "abrieron la puerta a una nueva era de experimentación que permite la observación directa de sistemas cuánticos individuales sin destruirlos". Estos métodos permitieron dar los primeros pasos hacia la construcción de un nuevo tipo de computadoras súper rápidas y relojes "ópticos" tan precisos que perderían sólo cinco segundos en todo el tiempo de vida del universo: 13.700 millones de años.
"Haroche se especializa en atrapar fotones en cavidades construidos con espejos tan increíblemente pulidos que cada uno, antes de ser absorbido, puede quedarse rebotando entre ellos durante una décima de segundo, que es una eternidad en términos cuánticos -explica Paz-. A la velocidad de la luz, durante ese tiempo un fotón en libertad puede recorrer 40.000 km, lo que equivale a dar una vuelta completa a la Tierra. En el mundo real, el tiempo que tarda un fotón en ser absorbido por un espejo es una millonésima de millonésima de segundo."
En esas cavidades, de unos tres centímetros de lado, Haroche y sus colaboradores lanzan también átomos individuales por unos agujeritos diminutos y luego estudian su interacción con los fotones. "Construir estos dispositivos, que sólo él tiene, debe haber insumido diez generaciones de estudiantes -comenta Paz-. Son fundamentales para desarrollar computadoras cuánticas, que exigirán, precisamente, controlar átomos de a uno."
Wineland y sus colegas atrapan átomos cargados de berilio (iones) y los inmovilizan con láseres especiales de modo que oscilen en dos estados cuánticos superpuestos. En su laboratorio del Instituto Nacional de Standards y Tecnología de los Estados Unidos, aprovechando la propiedad de los átomos a temperaturas cercanas al cero absoluto de vibrar y emitir luz a frecuencias muy precisas, desarrollaron un dispositivo 100 veces más rápido que los actuales relojes atómicos.
Domadores de la materia
Prueban los efectos de la mecánica cuántica
SERGE HAROCHE
College de France
Hijo de un abogado y una maestra, fue un científico precoz. Tuvo como profesores a varios premios Nobel. Logró manipular átomos y fotones uno por uno para observar sus interacciones.
DAVID WINELAND
Universidad de Colorado
Describe su trabajo como un "pase de magia": emplea láseres para inmovilizar átomos de berilio. Desarrolló relojes "ópticos" increíblemente precisos.