Necesita ayuda para concretar su sueño

Un joven médico local becado por Harvard

Con apenas 24 años, el santafesino Leandro Grimaldi fue aceptado por el programa Iniciativa Latinoamericana de esa universidad. Nunca antes alguien del país, y tan joven, lo había logrado.

Fuente: Diario UNO


El profesional muestra con alegría la carta de aceptación de EE.UU.

Por Mariano Ruiz Clausen, Diario UNO Santa Fe. 

En el marco del programa Iniciativa Latinoamericana, la Universidad de Harvard, a través de su Escuela de Medicina, ofrece becas de posgrado a médicos de todo el mundo, agrupados por continentes, para formarse en una maestría de investigación clínica. Es así, que cada año, miles y miles de médicos de todo el continente americano “aplican” (se postulan) para tener la posibilidad de realizar una formación de posgrado en tan prestigiosa institución.

Un joven médico santafesino (24 años), Leandro Grimaldi Bournissaint, quien ha acumulado no obstante una vasta experiencia de formación en el país y en EE.UU., dialogó con Diario UNO sobre un logro que enorgullece a muchos.

—Harvard es una de las universidades más exigentes del mundo, ¿cómo fue el proceso de selección?

—En esta oportunidad, más de cuatro mil médicos de toda Latinoamérica aplicaron para el programa, quedando elegidos sólo doce, entre ellos, yo. El proceso de selección fue realmente muy arduo pues uno compite con grandísimos profesionales de diferentes países, con impresionantes currículum y, en muchos casos, una vasta trayectoria. Por eso fue un gran honor y una inmensa alegría cuando, luego de pasar la tercera entrevista, me comunicaron que había quedado seleccionado.

—Imaginamos que la noticia te tomó por sorpresa.

 —Al principio no lo podía creer, y ahora, creo que tampoco. Se me hace difícil dimensionar lo que he conseguido, tener conciencia de lo que esto significa. Sinceramente, estoy tan feliz que no encuentro palabras para describir lo que siento. La alegría de mi familia fue inmensa al enterarse, así también como la de todos mis amigos y conocidos, quienes de hecho ni siquiera sabían que yo había aplicado para este programa. Mi sorpresa fue aún mayor al enterarme que soy el primer argentino en quedar seleccionado para esta beca de Harvard, y a su vez, el más joven de todos los participantes del mismo desde que comenzó. 
 
Paso por paso

 —¿Cómo y cuándo se inició este camino que hoy te proyecta a Harvard?

 —Todo comenzó como un gran sueño, allá lejos en el tiempo, hace muchos años. Yo siempre tuve un plan en mente, y para lograr el objetivo final tuve que transitar un largo camino lleno de rosas y de espinas, de cosas buenas y de tragos amargos. Comenzando por mis primeros años en la facultad, donde se me hizo muy difícil trabajar y estudiar al mismo tiempo. Pero yo era feliz yendo a la facultad en mi vieja bicicleta, sabiendo que era un privilegiado por tener la posibilidad de estudiar. Siempre con el apoyo de mis padres, decidí emprender mi primer viaje hacia los Estados Unidos, con 17 años de edad; fue el primero de una serie de viajes que pude realizar y que me sirvieron tanto como para abrir la cabeza, como también para ampliar mis horizontes. Yo no tuve la posibilidad económica de estudiar inglés de chico, pero afortunadamente adquirí el lenguaje estando allá, tuve mucha facilidad para eso.
 
Recuerdo perfectamente que al llegar al aeropuerto de Atlanta, primera vez que me tomaba un avión, y primera vez que salía del país, estuve como media hora tratando de hacerme entender para que me explicaran cómo hacer para salir del mismo, ¡era tan grande, yo no lo podía creer! Nunca había visto algo así en mi vida. El hecho de no contar con un buen nivel de inglés hizo que no pudiera conseguir los mejores trabajos, tanto es así que pasé por puestos tan diversos como limpiar baños en un restorán, trabajar en la cocina, reponer mercadería en cámaras de frío, estacionar coches a la intemperie con temperaturas bajo cero, entre otros, pero siempre teniendo mi objetivo en mente, sabiendo que estaba ahí luchando por mi sueño. El tiempo transcurrió y a través de contactos que fui haciendo, tuve la posibilidad de hacer un intercambio médico en la Universidad de Pennsylvania aún siendo estudiante y, más recientemente, este año, de hacer un medical training en el Jackson Medical Hospital como parte de una beca otorgada por la Universidad de Miami. En este último lugar fue precisamente donde conocí al director de la Iniciativa Latinoamericana de Harvard, quien me incentivó a postularme para esta beca.

—¿Por qué estudiaste medicina?, ¿en qué campo te gustaría especializarte?

—Yo, contrariamente a lo que el grueso de la gente suele decir, nunca sentí desde chico ni pasión ni atracción por la medicina puntualmente. Era un niño con muchas inquietudes pero que no estaba volcado hacia alguna carrera en específico, me gustaba todo, leía de todo. El hecho de ingresar a la carrera de ciencias médicas fue algo más fortuito que buscado. Con el paso del tiempo, comprendí que una profesión tan amplia otorga una gran cantidad de variantes para ayudar a la gente y poder hacerlo desde muy distintos ámbitos, enfrentando problemas de diversa índole desde diferentes enfoques y perspectivas. Así fue que cuando comencé a estudiar medicina conocí la pasión, encontré mi verdadera vocación; es por eso que soy un defensor acérrimo de que la vocación no siempre es innata sino que a veces es adquirida y no siempre es fácil de encontrar, pero cuando uno lo hace, la dicha es máxima, se siente pleno, es feliz. En lo particular me gusta mucho la cirugía y la investigación, y tengo una gran pasión, quizás heredada de mis padres, por la docencia.

—¿Qué diferencias encontrás entre el sistema de salud y educativo entre ambos países?

—La salud en los EE.UU. se basa en un sistema de inclusión en base a seguro social, sin éste no accedés al sistema de salud, no tenés identidad en el mismo. Los hospitales públicos y la atención gratuita no son como aquí en absoluto, siendo los “hospitales de la comunidad” lo más similar a nuestro sistema. Todo lo demás se mueve en torno a grandes sumas de dinero que costean normalmente las empresas aseguradoras de los pacientes en cuestión. En cuanto a la educación, yo soy un agradecido y un defensor del sistema de educación pública que tenemos en nuestro país. A veces la gente no se da cuenta y no valora realmente lo afortunados que somos al tener la posibilidad de estudiar de manera gratuita. En otros países, como el caso de los EE.UU., la gente ahorra durante toda su vida para mandar a los hijos al “college” y luego a la universidad.
 
Tampoco es necesario irse tan lejos, sino miren lo que ocurre con nuestros hermanos trasandinos, los estudiantes universitarios en Chile. Nosotros tenemos universidades, profesores y profesionales de primerísimo nivel, reconocidos en todo el mundo, que hacen un gran esfuerzo a pulmón, trabajando y estudiando muchas veces en condiciones completamente desfavorables, y así y todo sobreponiéndose a las adversidades, logrando un sistema educativo de jerarquía que es objeto de estudio y admiración en muchos de los países del “primer mundo”. Aquí no todo está tan bien, pero tampoco está tan mal; sucede que la queja, el menosprecio y la falta de valoración por lo nuestro parecen ser ya deportes nacionales. Tal es mi agradecimiento hacia mi país por haberme hecho el profesional que hoy soy, y mi amor por la Patria, que sólo me voy afuera para perfeccionarme y volver, para así poder devolverle a mi querida Argentina más de lo que ella me ha dado.

—¿Qué ayuda necesitás para viajar y permanecer allí formándote?

—El posgrado tiene una duración máxima de tres años y se renueva automáticamente el 1 de marzo de cada año. Yo vengo de una familia de clase media, mis padres siempre han trabajado y se han esforzado para que nunca me falte nada, pero los costos de un viaje de esta magnitud son muy altos y ellos no están en condiciones de afrontarlos en su totalidad, con independencia de los ahorros que yo tengo (que no son muchos, son los que puede tener un adolescente).

Tuve la posibilidad de acceder la semana pasada a una reunión con los ministros de Salud y de Desarrollo de la provincia, doctor Miguel Ángel Cappiello y Pablo Farías, quienes muy cordialmente me atendieron y me dijeron que iban a tratar de ayudarme. Yo necesito un apoyo económico de cualquier tipo porque el programa exige que no trabajemos allí. Básicamente, necesito poder costear los pasajes aéreos y mi estancia allí. El precontrato del programa me impide buscar un empleo en Boston mientras dure el curso. Por la mañana debemos formarnos en Harvard y, por la tarde, investigar y aplicar los conocimientos adquiridos en un hospital-escuela dependiente de esta universidad. Espero que la provincia pueda ayudarme a concretar este sueño.

*Copia de la carta de aceptación de la Universidad de Harvard en español 

Correo electrónico:  leogrimaldi86@hotmail.com