Obliga a las empresas de medicina prepaga y a las obras sociales a costear el tratamiento del sobrepeso, la bulimia y la anorexia.
Por Gustavo Ybarra
De la Redacción de LA NACION
La prevención, el diagnóstico y el tratamiento de la obesidad, la bulimia y la anorexia serán cubiertos por los planes médicos de obras sociales y firmas de medicina prepagas, según la ley sancionada ayer por unanimidad en el Senado. La norma ya despierta críticas de las empresas privadas de medicina que cuestionan los mayores costos que implicarán estos tratamientos.
En el país no existen cifras oficiales sobre casos de bulimia y anorexia. Sólo se sabe que la Argentina se ubica segunda en la incidencia mundial de esos trastornos, sólo superada por Japón. Según el texto que terminó convirtiendo anoche en ley la Cámara alta, la cobertura abarca todos los tratamientos necesarios, incluyendo los nutricionales, psicológicos, clínicos, quirúrgicos, farmacológicos y las prácticas para una atención multidisciplinaria e integral de esos trastornos que adquieren así categoría de enfermedad.
Sin embargo, dependerá de la reglamentación de la ley si esa cobertura incluirá intervenciones como los distintos tipos de cirugía bariátrica (ver aparte). Además de incluir la cobertura de estos trastornos en el Programa Médico Obligatorio (PMO), la norma sancionada ayer también establece directivas para combatir esas patologías desde el punto de vista cultural.
Cultura de la delgadez
Así, el texto que ahora deberá reglamentar el Poder Ejecutivo, obliga al Estado, por medio del Ministerio de Salud, a impulsar programas de información en materia de nutrición y salud alimenticia. También se regulan otros aspectos no menos importantes de esa problemática, como evitar la instalación de una cultura de la delgadez como norma de vida. Al respecto, la ley propone que su reglamentación contenga controles a las publicidades sobre ropa y moda, prohíbe la participación de menores de 21 años en los avisos de productos para bajar de peso y la obligación de que todo método para adelgazar esté respaldado por un especialista médico o por un nutricionista.
La senadora Haidé Giri (PJ-Córdoba), titular de la Comisión de Salud, opinó: "Ninguna de estas enfermedades es ajena a la oferta cultural de nuestra sociedad, relacionada con el modo de alimentación". Por su parte, el radical Alfredo Martínez (Santa Cruz), reconoció la poca importancia que tiene el tratamiento de este tipo de alteraciones de la alimentación. "Se trata la obesidad como un tema estético y es una enfermedad cuyas consecuencias son tremendas para quien la sufre", afirmó.
El proyecto también contempla la aplicación de programas tendientes a combatir la discriminación contra quienes padecen obesidad. En ese sentido, la ley considera un hecho discriminatorio la negativa a aceptar el tratamiento de cualquier trastorno relacionado con ella.
La legisladora también defendió la permanencia en la ley de algunas de las cláusulas sancionadas por el Senado en noviembre pasado, entre ellas, la insistencia en incluir a la bulimia y a la anorexia en los alcances de la norma ("no podemos hacer una ley por cada patología", afirmó), y en eliminar la obligación para la Administración de Prestaciones Especiales, dependiente del Ministerio de Salud, de cubrir las mayores erogaciones ocasionadas por la cobertura integral de estos trastornos. Ambos cambios habían sido introducidos en el proyecto en su paso por la Cámara de Diputados, en junio último.
La única modificación aceptada fue la inclusión de la leyenda "El consumo excesivo es perjudicial para la salud" en la promoción pública de alimentos con elevado contenido calórico y pobres en nutrientes, similar a la que se coloca en los paquetes de cigarrillos y en los envases de bebidas alcohólicas. Al respecto, la Cámara baja había eliminado de ese artículo la mención a productos con azúcar, ante el reclamo de las provincias que la producen, lo cual también fue aceptado por el Senado.
"Estábamos llevando adelante una campaña en contra de la producción del azúcar y nos dimos cuenta de la diferencia entre productos químicos y naturales", explicó el radical Martínez. La ley también regula la venta de "comida chatarra" en instituciones educativas, al establecer que deberán ofrecerse productos que "integren una alimentación saludable y variada". Alcanza a los quioscos y a las máquinas expendedoras.
Oposición de las firmas de medicina prepaga
Critican con dureza tener que costear las cirugías bariátricas.
Las empresas de medicina prepaga se expresaron de forma unánime ayer en contra de una misma cuestión: el alto impacto económico que aseguran que les implicará la cobertura de los tratamientos quirúrgicos relacionados con la obesidad. Le apuntan, concretamente, a la famosa cirugía bariátrica, una intervención que hoy tiene un costo de alrededor de 10.000 dólares.
"Me parece un disparate que se incluya una prestación en el PMO [Programa Médico Obligatorio] sin un análisis previo de costo-efectividad -dijo a LA NACION el doctor Federico Díaz Mathé, director de la Cámara de las instituciones médico asistencial de la República Argentina, Cimara-. Queremos saber cómo piensan financiarlo, porque las empresas de medicina prepaga no tienen los recursos para cubrir estos tratamientos".
Según Claudio Bellocopit, presidente de Swiss Medical Group, "todos los habitantes tienen derecho a la salud y a una mejor calidad de vida, y nosotros no nos oponemos al prinicipio enunciativo de la ley. De hecho, atendemos todas las patologías de los anoréxicos, bulímicos y obesos. Pero ahora también nos obligan a cubrir la cirugía bariátrica. ¿Y con qué plata vamos a hacerlo? -cuestiona Bellocopit-. Necesitamos financiación, porque legislar con la billetera ajena es muy sencillo".
"Siempre sucede lo mismo: agregan nuevas prestaciones y no nos dicen de dónde saldrán los fondos", opinaron desde la compañía de medicina prepaga OSDE. "No faltará mucho tiempo para que comiencen a llegar los amparos judiciales y, en consecuencia, una catarata de operaciones que habrá que afrontar", agregó Bellocopit.
En la Argentina hay alrededor de cinco millones de obesos y, dentro del sistema público de salud porteño, el hospital Argerich es el único establecimiento que brinda la posibilidad a los obesos mórbidos de practicarse una cirugía bariátrica.
En lista de espera
Según el doctor Néstor Hernández, subdirector del establecimiento y miembro del equipo de cirugía bariátrica del hospital, "entre un 20 y un 30% de los obesos mórbidos necesitan esta intervención, ya que en esos casos está demostrado que ningún otro tratamiento les cura la morbilidad".
Desde 2003, el equipo del doctor Hernández realizó alrededor de 500 cirugías bariátricas, pero hoy tiene una lista de espera de más de dos años. El médico explicó que, debido a la gran cantidad de pacientes que se atienden allí regularmente (actualmente son más de 600 personas), "el hospital debió suspender el ingreso de otras personas en el programa", dijo y agregó: "También debimos disminuir la cantidad de operaciones a dos por semana, como máximo".
A pesar de esta realidad, desde el Ministerio de Salud porteño aseguraron que la ciudad está en condiciones de cumplir con los requerimientos de la ley. "Llevará tiempo instrumentarla, pero habrá que esperar la reglamentación para encarar la política de salud correspondiente."
"La sanción de la ley es un avance importante, pero hay que formar nuevos equipos que puedan trabajar a primer nivel y competir con los centros privados de alta complejidad, porque además de la falta de camas, de quirófanos y de recursos humanos que hoy padece el sistema público de hospitales, también se necesita mayor capacitación para abordar seriamente esta problemática", concluyó Hernández.
Según los expertos, lo que falta es prevención
Opinan que la ley es incompleta
Por Sol Amaya
De la Redacción de LA NACION
Positiva pero incompleta. Así califican los especialistas en trastornos alimentarios y nutrición la ley sancionada ayer en el Senado, que incluye a la obesidad -además de la anorexia y la bulimia- en el Programa Médico Obligatorio (PMO) .
"Es un primer paso, pero falta apuntar a la modificación del entorno social para ayudar a prevenir la obesidad", dijo a LA NACION el médico y psicoterapeuta experto en desórdenes alimentarios Máximo Ravenna. En la Argentina, casi el 50 por ciento de la población padece de sobrepeso y cerca del 30% de estas personas son consideradas obesas, estiman estudios privados.
"La televisión, las comidas rápidas, el estrés y el aumento del sedentarismo son los principales motivos de que cada vez haya más personas con trastornos alimentarios", indicó el médico especialista Alberto Cormillot. "Si bien la ley es avanzada, faltaría promover la prevención de la obesidad", dijo. En este sentido, destacó la necesidad de un diseño urbano que favorezca una vida menos sedentaria.
Por otra parte, el director asociado del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil, Sergio Britos, destacó la importancia de aumentar en cantidad y calidad la actividad física en las escuelas. Según Britos, este aspecto es fundamental si se tienen en cuenta los datos de la encuesta realizada por el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación, que revelan que casi el 10 por ciento de los niños menores de seis años padece sobrepeso.
Costos y normativas
Si bien en el país no hay cifras oficiales de lo que se invierte en el tratamiento por obesidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que los costos directos representan entre el 2 y el 7% del presupuesto de salud pública en el Primer Mundo. En los Estados Unidos, un estudio de las Universidades de Virginia y Harvard estima que el costo de la obesidad se eleva a 99.200 millones de dólares anuales.
En algunos países, este flagelo recibe cobertura médica y, además, se toman medidas de prevención. En Francia, por ejemplo, se propuso aumentar los impuestos a los alimentos que hacen engordar. En algunas zonas de Europa se incorporó la educación nutricional a la currícula escolar y los países nórdicos apuntaron a fomentar la actividad física de los niños, al diseñar "corredores de seguridad" para que vayan a pie a la escuela.
Ambulancias y camillas
El 23 de junio pasado, la Legislatura porteña aprobó un proyecto de la diputada Marta Varela en el cual se establece que los centros de salud deben disponer de al menos una ambulancia y una camilla de quirófano adecuada para personas con hiperobesidad, que representan entre el 1 y el 3% de la población argentina, según cifras privadas.
Varela explicó que ante la falta de los medios aptos, el traslado de personas con hiperobesidad suele requerir la colaboración de los bomberos. "No se trata sólo de una cuestión médica -dijo Varela-. El sobrepeso también es un problema social y hay que combatir la discriminación hacia quienes lo padecen."
En cifras
Sobrepeso en el país: casi el 50 por ciento de la población padece sobrepeso. De ese total, el 30% es considerado obeso y entre el 1 y el 3% tiene lo que se denomina hiperobesidad.
Enfermedades asociadas: el 12% de los argentinos en tratamiento por sobrepeso sufre diabetes, el 35% hipertensión y el 30% tiene colesterol elevado. Uno de cada tres pacientes consume pocas frutas y verduras.
Costos en el mundo: la OMS indica que los costos directos de la obesidad representan entre el 2 y el 7% del presupuesto de salud pública de los países centrales. En EE.UU., ese costo se eleva a 99.200 millones de dólares anuales. En el país no hay cifras de ese tipo.
¿Sirven las cirugías bariátricas?
Son consideradas un último recurso, pero no son para todos
Por Sebastián A. Ríos
De la Redacción de LA NACION
Un último recurso. Ese es el lugar que la medicina asigna hoy a las cirugías de la obesidad ?o cirugías bariátricas?, cuya cobertura por parte de obras sociales y prepagas fue ayer aprobada por el Senado. Un último recurso, ya que apuntan a ofrecer una oportunidad más a aquellas personas en las que la prevención y los tratamientos médicos y nutricionales han fracasado.
"Todos los pacientes obesos dicen que han probado todo y que nada funcionó, pero una cirugía bariátrica debe ser indicada sólo cuando el paciente ha fracasado tras haber estado efectivamente en tratamiento médico por lo menos durante dos años", dijo a LA NACION la doctora María Burgui, jefa de cirugía del hospital Vélez Sarsfield, a cargo de su programa de cirugía bariátrica.
Las cirugías de la obesidad, en todas sus variantes, presentan los riesgos propios de toda intervención quirúrgica: la tasa de mortalidad intraoperatoria oscila entre el 0,5% para las bandas gástricas y el 5%, para el bypass gástrico (ver ilustración). Por eso, deben realizarse tras preguntarse en cada caso si los beneficios de la intervención son mayores que los riesgos.
"En el caso de los pacientes hiperobesos, cuyo Indice de Masa Corporal [que es el peso de la persona divivido por su altura al cuadrado] está por arriba de 50 o 55, no hay dudas ?aseguró Burgui?. Para estas personas que se encuentran postradas en la cama no existe otra solución: es la cirugía o la muerte."
Compromiso del paciente
Pero a medida que el Indice de Masa Corporal (IMC) baja, la relación riesgo-beneficio va dejando de ser tan terminante. Hoy la indicación aceptada para el uso de estas cirugías es en aquel paciente con un IMC mayor a 35, pero que presenta enfermedades asociadas al sobrepeso (diabetes, hipertensión), y que ha fracasado tras por lo menos dos años de tratamientos médicos.
En los niños su uso está contraindicado, aunque existe cierta evidencia de que, en adolescentes, puede ser útil cuando se agotan los recursos médicos y nutricionales, siempre y cuando el paciente haya completado su crecimiento.
En todos los casos, es fundamental que exista un compromiso por parte del paciente de modificar sus conductas alimentarias, ya que en todos los casos existen formas de hacer trampa. Licuar los alimentos sólidos para poder beberlos o inducir el vómito tras un atracón son algunas de las formas en que los pacientes sortean el límite a la ingesta que proponen algunas cirugías bariáticas (otras apuntan a ocasionar una mala absorción de los alimentos). Estos pacientes pueden entonces sumar a su obesidad otros trastornos de la alimentación, como la bulimia.
"Siempre debe ser el psicólogo, como integrante de un equipo multidisciplinario, el que orienta al cirujano sobre el compromiso del paciente con la cirugía", agregó Burgui. Según la especialista, si la cirugía está bien indicada es esperable un alto nivel de éxito.
Vale aclarar que la meta de una cirugía de la obesidad no es que el paciente se vuelva delgado, sino que bajó lo suficiente de peso como para que se reduzca el riesgo de vida que se asocia a la obesidad. "Cada diez kilos de exceso de peso representan un año menos de vida", concluyó Burgui.
Fracasó en las pasarelas el combate a la anorexia
En Londres dicen que es impracticable
Por Delia Alicia Piña
De la Redacción de LA NACION
Superflacas, escuálidas, mal alimentadas. Así fueron calificadas (descalificadas) algunas modelos a la hora de decidir si las admitían o no en la pasarela. Este criterio, sin embargo, habría pasado de moda en ese rubro. No es que las hiperdelgadas, ahora, sean las preferidas, pero muchas vuelven a ser tenidas en cuenta.
Es que el Consejo de la Moda Británico (BFC, por sus siglas en inglés) anunció el fracaso de la iniciativa de prohibir a las modelos talla cero en las pasarelas inglesas.
Hillary Riva, la directora ejecutiva del BFC, admitió que resultó impracticable exigir que presentasen pruebas de que no sufren desórdenes nutricionales. A eso se suma, alegó, la falta de apoyo en otras capitales de la moda, como Nueva York, Milán y París. Esta campaña contra las modelos superflacas "sólo funcionará si es una medida internacional", destacó Riva.
¿Londres contra la corriente? Así parece. Entonces, Cibeles, la pasarela más tradicional de Madrid, pasa a ser ahora la única que veta a las modelos con un índice de masa corporal inferior a 18. Una medida que toma desde 2006 y que no encontró eco ni en París ni en Milán.
Los diseñadores locales
En la Argentina las tendencias, tarde o temprano, llegan. Algunos interpretan que la sanción de la ley que considera enfermedades a los trastornos alimentarios, como la obesidad, la bulimia y la anorexia, podría incidir sobre quienes suben a las pasarelas, pero la realidad indica que no es tan así.
¿Es un tema que no preocupa? Estilistas, productores, bookers , managers y empresarios locales coinciden en que la delgadez va de la mano de la moda.
"No es que el tema no preocupe, sino que es cierto que la delgadez está asociada, mal o bien, a la moda. Nadie va a decir -o sí- que prefiere a las flacas porque en este contexto está mal visto, pero es verdad", opina el dueño de una firma de jeans, que prefiere el anonimato.
Agregó que su producto se ve mejor en mujeres delgadas y admite que las elige porque ése es el modelo al que aspiran las chicas.
De la imagen que se quiere dar, Marcelo Goldberg, de la firma Uma, va más allá. Dice que "no elige a las modelos por el centímetro o su talle. No busco flacas sino normales, es decir, mujeres comunes y corrientes o, más bien, aquellas que responden al perfil de clienta a que apuntamos: jóvenes urbanas, activas, que corren de aquí para allá. La chica Uma está lejos de la imagen bulímica o anoréxica".
"Nadie busca identificarse con una persona enferma, como lo son las extremadamente flacas o que padecen un trastorno alimentario obvio. Pero a la hora de elegir una modelo para subirla a la pasarela no se piensa si es delgada, porque esto es considerado natural", comenta la productora de moda Florence Argüello.
La estilista explica que "las modelos que tienen percha" miden 1,80 metros de altura y alrededor de 87 centímetros de cadera, por ejemplo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un estándar normal de masa corporal de entre 18,5 y 25, y los médicos especializados asocian un volumen inferior a 18 con la malnutrición.