La equinoterapia o también conocida como terapia hípica, consiste en aprovechar los movimientos tridimensionales del caballo, para estimular los músculos y articulaciones, además, de que el contacto aporta beneficios a niveles cognitivos, comunicativos y de personalidad.
El paseo a caballo, provee una entrada sensorial, a través del movimiento variable rítmico y repetitivo, lo que hace que el paciente reciba un estímulo físico en todo su cuerpo, haciendo que zonas que jamás han sido estimuladas físicamente, reciban estímulos, lo cual puede causra efectos sorprendentes.
La respuesta del movimiento en el jinete, es semejante a los movimientos humanos de la pelvis. El caballo al paso transmite al jinete 110 impulsos por minuto, en una serie de oscilaciones tridimensionales como son avance y retroceso, elevación, descenso, desplazamiento y rotación.
Según los especialistas, esta actividad hípica facilita la superación del temor, mejora la confianza y la capacidad de concentración y hace perder las tensiones e inhibiciones físicas y emocionales, además, de ser un excelente tratamiento complementario para personas que sufren desordenes alimenticios, como lo es la bulimia y la anorexia.
Esta terapia no es nueva, se emplea desde los años 50, aunque sus ventajas se conocen desde tiempos muy remotos. Los antiguos griegos, entre ellos Hipócrates, aconsejaban la práctica de la equitación para mejorar el estado de ánimo de las personas con enfermedades incurables y más tarde, en el siglo XVII, algunos médicos recomendaban montar diariamente a caballo para combatir la gota.
Las primeras investigaciones para demostrar el valor terapéutico de la equitación, fueron en 1875 cuando el neurólogo francés Chassaignac descubrió que un caballo en acción, mejoraba el equilibrio, el movimiento articular y el control muscular de sus pacientes. Sus experiencias, le convencieron de que montar a caballo, mejoraba el estado de ánimo y que era particularmente benéfico para los parapléjicos y pacientes con otros trastornos neurológicos.
Lo primero que hacen los especialistas en este tipo de tratamiento, es crear un vínculo entre el animal y el paciente para lograr entre ambos una estrecha relación y de acuerdo al padecimiento se agendan sesiones en las que van desde 15 a 30 minutos diarios.
En nuestro país, son varias las instituciones ecuestres que ofrecen este tipo de terapia que su éxito radica en los equinos. Los caballos que se usan para este fin deben ser notables, con un temperamento dócil, tranquilo y a la vez sensible para reaccionar de manera adecuada a las necesidades de cada paciente.