Dos de cada tres varones que consultan por problemas de disfunción eréctil -popularmente conocida como impotencia- deben su ocurrencia a trastornos de tipo metabólico que a su vez son el resultado del sobrepeso corporal. Más precisamente, de aquel exceso de peso que se acumula en la panza, afirma un reciente estudio realizado en hombres de entre 40 y 70 años que no presentaban las causas clásicas de esa disfunción.
La buena noticia es que quienes padecen problemas eréctiles asociados con el sobrepeso -y con su cada vez más frecuente socio, el síndrome metabólico- sólo necesitan deshacerse de esos kilos de más para solucionar sus problemas sexuales.
Pero más allá de sugerir una forma de recuperar la potencia sexual perdida sin Viagra de por medio, este estudio, cuyas conclusiones fueron presentadas en el V Congreso Argentino de Andrología -donde obtuvo el premio al mejor trabajo de investigación clínica-, llama la atención sobre la necesidad de pensar la disfunción eréctil como un signo de riesgo metabólico y, por lo tanto, de riesgo cardiovascular.
"La disfunción eréctil puede ser la punta del iceberg del trastorno metabólico", dijo el doctor Pablo Knoblovits, a cargo del Sector Andrología del Servicio de Endocrinología, Metabolismo y Medicina Nuclear del Hospital Italiano y coautor del estudio.
En la Argentina, sugirió hace un par de años otro estudio del Hospital Italiano, uno de cada cinco adultos presuntamente sanos padece el síndrome metabólico, trastorno que aumenta un 30% el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.
"Hace tiempo que se propone que la disfunción eréctil es una manifestación de la enfermedad vascular temprana", señaló el doctor Knoblovits, y agregó: "Nosotros en la consulta veíamos muchos pacientes que tenían al mismo tiempo síndrome metabólico y disfunción eréctil".
Esa simple observación es la que llevó a Knoblovits y a sus colegas a tratar de precisar qué tan frecuente es esa asociación. Para ello, explicó el investigador, "decidimos evaluar a varones de entre 40 y 70 años que consultaran por disfunción eréctil y que no tuvieran ningún factor conocido que la causara, ya sea anatómico, por falta de testosterona o por uso de medicamentos que producen disfunción eréctil".
El resultado no dejó lugar a dudas: el 67% de los participantes del estudio tenía, efectivamente, síndrome metabólico, y el 73% presentaba resistencia a la insulina, una condición que integra el síndrome metabólico y que constituye un estadio previo a la diabetes tipo II. Los pacientes, vale aclarar, desconocían que padecían estos trastornos.
La resistencia a la insulina es la incapacidad de las células del organismo de emplear esta hormona para convertir en energía la glucosa (azúcar) que ingresó al cuerpo con los alimentos. El resultado es el aumento de los niveles de azúcar en sangre, que progresivamente daña los vasos sanguíneos.
"Lo que vemos es que la resistencia a la insulina influye negativamente sobre los mecanismos que llevan a la erección -explicó Knoblovits-. Y así como da lugar a que se produzcan trastornos vasculares en otros vasos [como los del corazón], también ocasiona trastornos vasculares en los cuerpos cavernosos del pene."
¿Cómo es entonces que la resistencia a la insulina atenta contra la erección? "Sabemos que para que haya una buena erección debe haber una buena producción de óxido nítrico, que es el que hace que se produzca la dilatación de los cuerpos cavernosos del pene -respondió-. Cuando hay resistencia a la insulina hay menor producción de óxido nítrico." Extender la sobrevida del óxido nítrico es, justamente, lo que hace el Viagra.
A modo de conclusión, Knoblovits rescató la importancia de promover estilos de vida saludables que permitan contrarrestar los trastornos metabólicos que llevan a la disfunción sexual en el varón. "Sin ningún tratamiento específico, sólo haciendo actividad física y dieta, estos pacientes al bajar de peso pueden mejorar su función sexual", sintetizó.
Por Sebastián A. Ríos
De la Redacción de LA NACION