800.000 argentinos sufren de trastorno del ánimo estacional.

Deprimirse en primavera

La primavera trae alegría, pero también algunas complicaciones.

Además de alergias, la estación del amor provoca euforia, hiperactividad y depresión. Los especialistas explican que, con buenos tratamientos, estos síntomas pueden desaparecer y todos pueden disfrutarla.

Mariana Iglesias

Entre las estaciones, la primavera es sin dudas la más popular y la que mejor marketing tiene. Se la suele relacionar con todo lo positivo: el sol, el calor, las flores, el amor... pero hay quienes padecen profundamente esta temporada. Un grupo son los alérgicos, que la pasan realmente mal con tanto polen dando vueltas. Pero hay otro grupo que sufre en silencio. Entre ellos están los "portadores" del Desorden Afectivo Estacional, un trastorno del estado de ánimo que es un tipo de depresión.

"Llega la primavera y a los alérgicos se les añaden nuevos factores de riesgo a su padecimiento habitual. No por ello hay que dejar de disfrutar de una de las estaciones más hermosas del año, siempre que se tomen medidas preventivas y se realicen los tratamientos adecuados", dice el doctor Samuel Azar, coordinador de la Red de Alergia de los hospitales porteños (Ver...).

Pero para muchos otros, la procesión va por dentro. "Estadísticamente está comprobado que tanto en la primavera como en el otoño aumentan los brotes psicóticos, depresivos y maníacos", asegura a Clarín el psiquiatra Sergio Strejilevich, jefe del Programa de Trastornos Bipolares del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.

El especialista habla del Seasonal Affective Disorder(SAD) que es un tipo de trastorno bipolar estacional. Mientras que el otoño y el invierno se relacionan con la depresión (por los días cortos y la poca luminosidad), la primavera y el verano se asocian a la hipomanía. "Son personas que viven ese período en un estado de energía desbordante, están hiperactivas e inadecuadamente eufóricas", detalla el psiquiatra.

Y si el tratamiento invernal es luminoterapia (la persona se expone un par de horas de luz con una lámpara especial), el primaveral es lo contrario. "Se hace deprivación de estímulos. Se pone a la persona una o dos horas en una habitación silenciosa y en penumbras. Y se recomienda no ir a lugares ruidosos ni muy concurridos", explica Strejilevich.

"Los trastornos relacionados con los cambios de estaciones tienen que ver con los trastornos de ánimo. Hay personas que ni bien empiezan las temperaturas altas comienzan a tener sensación de falta de aire, sienten que no pueden respirar. Es una cuestión anticipatoria que no tiene nada que ver con lo real", explica el psiquiatra Enzo Cascardo, presidente de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad y director del Centro Ima.

"Hay personas deprimidas que, al revés de lo que se creería, en primavera y en otoño no están mejor sino que están mucho peor. Se ve en la clínica. Y por eso en esas estaciones las consultas crecen", asegura Cascardo.

Gustavo Bustamante, psiquiatra del Fobia Club, también habla de las actitudes hipomaníacas: "La primavera suele provocar en ciertas personas un estado de euforia. Están verborrágicos, hiperestimulados, aumenta la actividad sexual, las ganas de planear, de hacer actividades. Pero este exceso de actividad puede desembocar en una depresión. Los trastornos del estado de ánimo son un tipo de depresión".

Bustamante plantea otro problema: el de quienes padecen ciertas fobias. "En la primavera empiezan las salidas, hay muchos compromisos sociales, cenas, festejos, asados, invitaciones a lugares muy concurridos o al aire libre. Y esto enfrenta a estas personas a sus padecimientos. Cada invitación es una muestra de sus limitaciones. Entonces empiezan las mentiras, las excusas, hacen todo lo posible para evitar las salidas y quedarse en sus casas. También empiezan los planes de las vacaciones, tema que pone muy nerviosos a los fóbicos que necesita sus rutinas, que todo siga igual, porque así puede tener todo bajo control".

Miles de personas hoy estarán de festejo. Otras no tanto. Según el Fobia Club, se estima que el dos por ciento de los argentinos sufre trastornos de ánimo estacional. La cifra se traduce en unas 800.000 personas. No es poco. Pero pueden hacer una consulta. Los especialistas aseguran que con los tratamientos adecuados la primavera también puede comenzar a ser para ellos la estación más bella del año.

El polen y las picaduras

"En primavera y los meses cálidos crecen los granos de polen de diversas especies vegetales que empiezan a estar en la atmósfera desde fines de agosto y que persistirán hasta comienzos de otoño. Provocan rinitis, conjuntivitis y crisis de asma. También aparecen los insectos picadores como la avispa, la abeja, que comienzan a volar con las temperaturas altas", dice Samuel Azar, jefe de alergias de los hospitales porteños.

"En octubre tienden a disminuir las alergias respiratorias y crecen las cutáneas, por la vasodilatación que provoca el aumento de la temperatura y la mayor exposición al sol", explica el especialista. El paciente sensible a un polen tiene síntomas mientras el polen esté en el aire. Los síntomas: rinoconjuntivitis y el asma bronquial. Para saber qué polen está en la atmósfera se puede consultar: www.polenbuenosaires.com.

"También aumentan las posibilidades de ser picados o mordidos por insectos. La abeja, la avispa y la hormiga colorada son insectos picadores y su veneno puede traer síntomas que van desde ronchas hasta situaciones que ponen la vida en peligro. Para prevenir picaduras hay que alejarse de los nidos de los insectos picadores. Estos insectos son sociales y pican si sienten amenazado su hogar, así que es importante destruir panales y nidos cerca de la casa. Las picaduras deben vigilarse para que no haya infección bacteriana secundaria", dice Azar.

Respuestas
Sergio Danishewsky
sdanishewsky@clarin.com

Pregunta para responder casi sin pensar: ¿Qué significa la llegada de la primavera? La ilusión de encontrar el amor, fugaz o eterno, en el picnic tan imaginado. Cierta inevitable asociación con el despertar revolucionario de los pueblos. El asueto que permite no ir a la escuela, a enseñar o a aprender, y dormir una mañana entera. La alergia, el estornudo y la nariz tapada. Cada respuesta permite imaginar un mundo, una edad, un estilo. Algo así como "dime qué contestas y te diré quién eres".


LAS CITAS POR INTERNET CRECEN EN ESTA EPOCA

Todo sirve para no pasar en soledad los días primaverales

Para que nadie pase esta primavera en soledad, un sitio de dating (citas) de Internet salió a "curar" corazones. Veinte corazones gigantes acompañados por doctores y doctoras "amor" salieron a recorrer las calles de Buenos Aires para repartir recetas contra la soledad. "El crecimiento de los usuarios de los sitios de dating es exponencial. Lo interesante es que el romanticismo le sigue ganando al sexo como motivo de inscripción. Por eso nos pareció interesante salir a la calle con los corazones gigantes y ayudar a la gente a que se prepare para la estación de los enamorados", dice Diego Alonso, director de corazona.com. En Argentina, casi el 6% de los usuarios de Internet usa servicios de dating: hay más de un millón de registrados.


TESTIMONIOS
"Todo se potenciaba en setiembre"

Marcela de Leo empezó con los ataques de pánico en el 2000. Los síntomas eran los clásicos: baja presión, frío y calor, taquicardia, hormigueo en el cuerpo y sensación de que se iba a desmayar. "Todo se potenciaba en setiembre, en la primavera, porque al haber más calor y humedad tenía la impresión de que me desmayaba todo el tiempo. No quería salir a la calle -relata Marcela, 34 años-. No hacía nada. Le ponía excusas a toda la gente que me invitaba a salir". Cuatro años después hizo una consulta y con un tratamiento se curó. Mariela volvió a salir a la calle. Volvió a disfrutar de la primavera. Y también volvió a ser mamá.

"Me enfrentaba a mis limitaciones"

Fue en el 97 que Viviana Pumar estuvo un mes entero pensando que iba a morir de un infarto. Se hizo hipocondríaca, llegó la depresión, y el miedo a salir. "Ni bien pisaba la calle empezaban los mareos. Así que evitaba las salidas. Y en invierno no pasaba nada porque todo el mundo vive encerrado, pero llegaba la primavera y yo me quería morir", confiesa Viviana, una escritora de 42 años.

"La primavera me enfrentaba todo el tiempo a mis limitaciones porque la gente hacía un montón de planes y yo para evitarlos no paraba de mentir. Al final ni siquiera atendía el teléfono. Me encerré muchísimo en aquella época", dice Viviana, que vivió así cinco años.