Investigación

Dolor artrósico y cerebro

Una región cerebral que regula las emociones parece ser la que procesa el dolor derivado de la artrosis.

El dolor de la artrosis se procesa en áreas del cerebro que controlan también las emociones y el miedo, según un estudio del University of Manchester Rheumatic Diseases Centre (Reino Unido), publicado en la revista “Arthritis & Rheumatism”.

El análisis incluyó a 12 personas con artrosis de rodilla. Mediante escáneres de imágenes cerebrales, los investigadores monitorizaron la actividad cerebral de los pacientes mientras experimentaban dolor por artrosis, dolor causado por la aplicación de calor, o ningún dolor.

Tanto el dolor por artrosis como el inducido mediante calor activaban una red de estructuras cerebrales conocidas como "matriz del dolor", que contiene dos sistemas paralelos. El sistema medial del dolor procesa los aspectos emocionales del dolor, como el miedo y el estrés. El sistema lateral procesa la ubicación física del dolor, su intensidad y duración.

Aunque tanto el dolor de la artrosis como el inducido por el calor (experimental) activaban ambos sistemas, la artrosis causaba una mayor actividad en el sistema medial del dolor. Esto sugiere que el dolor de la artrosis podría tener un mayor impacto emocional y una asociación más fuerte con el miedo y la angustia que el dolor experimental, afirmaron los investigadores.

También encontraron que el dolor de la artrosis desencadenaba una mayor actividad en la corteza prefrontal y en la corteza parietal posterior inferior, áreas del cerebro que desempeñan un importante papel en prestar atención. La activación de esas áreas durante el dolor de la artrosis podrían ser el resultado de que los pacientes se enfoquen en estrategias contra su dolor artrósico, apuntaron los investigadores.

"El presente estudio demuestra la importancia del sistema medial del dolor durante la experiencia del dolor por artritis y sugiere que es un objetivo probable para intervenciones tanto farmacológicas como no farmacológicas", señalan los autores.

Arthritis & Rheumatism 2007;56:1345-1354