Los intelectuales del mundo

"Las personas se están volviendo asexuadas", dice Susan Greenfield

El efecto Web, según la científica inglesa.

LONDRES.– “Ahora hay chicos que van a clase de comunicación porque no están acostumbrados al diálogo interpersonal. Sólo saben manejarse con una pantalla adelante. Las personas se están convirtiendo en asexuadas”, dice la científica Susan Greenfield, a quien llaman, con toda razón, “la baronesa en minifalda”.

Son las 9 de la mañana en la formalísima Royal Institution, a metros de Bond Street, la calle más tradicional de Londres, y hay que atravesar oficinas de burócratas y científicos para llegar, arriba, al escritorio de Greenfield, que es la directora de esa histórica institución para la investigación en Gran Bretaña.

Greenfield, una londinense de 56 años que fue elegida la mujer del año por el periódico The Observer, es la principal especialista inglesa en el estudio del cerebro y es profesora de Farmacología en la Universidad de Oxford. Aparece, para la entrevista, con una pollera negra que apenas le cubre los muslos y con su igualmente emblemático pelo rubio cayendo hasta la cintura. El equipo se completa con zapatos con plataformas y el Rolex de hombre que es imperativo para las mujeres esta temporada.

Tanto detalle no es anecdótico. Greenfield llega hasta cualquier extremo en su afán de popularizar la ciencia y demostrar que no es sólo “para tragas y hombres vestidos de gris”, como le gusta decir. Incluso llegó a posar con ropa de diseñador de moda para Hello!, la versión inglesa del semanario Hola, entre otras varias actividades de divulgación que suelen sacudir al establishment científico.

El último proyecto de Greenfield -tan conocida entre sus pares de la neurología por su trabajos académicos como por el público general por sus series para la BBC y sus best sellers como "La vida secreta del cerebro"- fue estudiar, a través de los cambios tecnológicos, cómo será el futuro. El resultado fue un nuevo éxito editorial: "La gente del mañana", editado por Penguin.

"Estamos entrando en un nuevo mundo. No diría que es atemorizador, aunque todo lo nuevo da - buuu- miedo, pero sí que requiere que meditemos sobre él. No podemos atravesarlo como sonámbulos", explica Greenfield con los encantadores sonidos onomatopéyicos que son su marca registrada al hablar por la TV.

-¿Por qué decidió escribir sobre las tendencias actuales que marcan hacia dónde vamos?

-Porque la gente comete un gran error al mirar al futuro. Cree que las nuevas tecnologías que ya lo están marcando, como Internet, serán como la televisión o la heladera, y que, en consecuencia, no afectarán nuestra vida, más allá de hacerla más cómoda. Es mentira: estas novedades son mucho más invasivas y expansivas, a tal punto que afectarán la manera en la que pensamos, sentimos y actuamos. Mi especialidad es el cerebro, por lo que soy muy consciente de cuán permeable es a lo que pasa alrededor, de que no existe una personalidad inviolable. Me preocupa ver cómo en la política o en las escuelas se toman decisiones sin pararse a reflexionar sobre los efectos que ya están teniendo estos cambios tecnológicos sobre los seres humanos.

-¿Por ejemplo?

-Basta con mirar a los chiquitos de hoy, que prácticamente manejan una computadora desde que nacen. Posiblemente, esto les esté afectando la manera de pensar y actuar. Pero nadie se detiene a reflexionar sobre el tema, y en cuanto llegan al jardín, como no saben sentarse quietitos, cada vez se multiplican los que reciben diagnósticos de desórdenes de atención. Son chicos acostumbrados a una pantalla que -¡pim! ¡pam! pum!- los estimula todo el tiempo. Tocan botones y explotan ruidos y colores. Después entran en el aula y los educadores pretenden que se queden concentrados escuchando a la maestra en la silla. ¡Pero no tienen ninguna experiencia ni práctica en eso! Están acostumbrados a que se les fomente una capacidad de atención limitada en su cerebro. La mayor parte de nosotros aprendió a concentrarse cuando nuestros padres nos leían cuentos para entretenernos. Si eso se reemplaza por televisión y computadora, es totalmente irresponsable que no se estudie el efecto que está teniendo en los chicos antes de diagnosticarles cualquier cosa o incluso antes de diseñar las políticas educativas.

-¿En qué es distinto el uso que le da a la computadora un chico que prácticamente nació con ella y un adulto?

-Son chicos que no distinguen entre información y conocimiento. Cuando uno lee un libro, el autor nos toma de la mano y nos va llevando, y a uno puede no gustarle el camino, pero no tiene otra alternativa, salvo cerrar el libro, que seguirlo. Hay un argumento lineal. No se leen tres cuartos del libro, se vuelve para atrás y luego se salta para adelante. Es diferente con una computadora. El buscador te lleva a donde quieras. Para aquellos de nosotros que crecimos sobre la base de una historia lineal, sobre la que se apilaba otra historia lineal, ya tenemos en la cabeza una serie de narrativas que nos permiten construir un marco de referencia. Ese marco sirve para relacionar una cosa con la otra, para dar un significado a lo que encontramos. Entonces, cuando de adultos tomamos un buscador, sabemos dónde ir y qué descartar. Si uno jamás hubiera tenido ese trayecto conceptual en la cabeza, ¿cómo sabría qué es lo importante? Se va a elegir lo que es más lindo, lo de colores más fuertes, que es como te enseña a elegir la computadora. Es un mito que la computadora sea sólo una herramienta. Nosotros tenemos sabiduría porque tenemos estas historias. Ellos tienen información que se les tira -¡pam!-, así, en la cara, y que no saben cómo clasificar. Lo que hay que hacer urgente es trabajar con educadores, psicólogos y técnicos informáticos para ver cómo pueden estos chicos reproducir el marco conceptual que nuestras generaciones sacaron de los libros para relacionar una cosa con otra. Y hasta que se logre, seguir insistiendo en los libros

-Dos temas nuevos que periódicamente son grandes titulares en los diarios: los riesgos de la comida genéticamente modificada y los de los celulares. ¿Cuánto hay que preocuparse?

-La gente dice que no va a comer alimentos genéticamente modificados hasta que no se pruebe que son sanos, pero que va a usar su celular hasta que se pruebe que es peligroso. Una inconsistencia interesante, ¿no? El tema es que no se puede probar que los alimentos genéticamente modificados no vayan a traer problemas, pero hasta ahora no se pudo probar que traigan riesgos. Desde que se popularizaron no aumentó significativamente la cantidad de tumores. Si estoy en el supermercado y veo dos tomates iguales, uno genéticamente modificado y otro no, personalmente elijo el más barato. En cuanto a los celulares, si uno es un adulto y necesita ser ubicado constantemente, bueno, de haber daño cerebral, igual ya está hecho. Yo seguiría con mi celular. Ahora, si estamos hablando de un niño, con un cerebro mucho más vulnerable y con mucho más tiempo por delante para tener un teléfono pegado a la oreja, sería más cuidadosa. Pero, en realidad, la razón por la cual no me gusta ver chicos con celulares no es principalmente el miedo a cómo puede afectarles el cerebro.

-¿Cuál es esa razón, entonces?

-Los celulares nos están alejando de placeres como mirar el cielo al caminar o hablar con otra gente. No hay nada más triste que entrar en un restaurante y ver a la gente hablándole a un aparatito en lugar de hablar entre sí. Fomentar eso desde la niñez es aberrante. También me entristece el dominio de los mensajes de texto. Nos estamos manejando con iconos en vez de con ideas, y eso es muy peligroso, porque es un símbolo de la superficialidad, de hacia dónde van las relaciones entre personas... si es que en el futuro siguen existiendo estas relaciones.

-¿Por qué habrían de desaparecer?

-Las personas se están volviendo asexuadas. El estereotipo de nerd de las computadoras es alguien que no quiere tener esta cosa sudorosa, complicada, olorosa y llena de carnes que es no sólo el sexo, sino cualquier relación humana, y parecería que esto marca el camino al que vamos. Ahora hay chicos que van a clases de comunicación porque no están acostumbrados al diálogo interpersonal: sólo saben manejarse con una pantalla delante. Hablar cara a cara con alguien con feromonas, sin saber qué decir por anticipado, teniendo que improvisar rápido y teniendo que "leer" el lenguaje del cuerpo del otro está camino a convertirse en una destreza del pasado que deberá ser enseñada especialmente, en vez de asumir que saldrá automáticamente.

-¿Así vamos a ser más felices o infelices?

-Vamos a ser gente más sana que vive de manera más cómoda, en el sentido de sentir frío o dolor, pero la felicidad es un concepto muy amplio.

-¿Cuán importante es sacar a la ciencia del laboratorio?

-Tan importante como democratizar la educación es democratizar la ciencia. Si no lo hacemos pronto -y esto es válido para Gran Bretaña, pero también para la Argentina o para cualquier país con un cuerpo de científicos fuerte-, estaremos camino a una sociedad dividida donde los científicos son considerados unos tragas disfuncionales, o ignorados, o con el poder de hacer lo que quieran. A lo que debemos apuntar es a un punto intermedio, una sociedad en la que todos puedan contribuir al debate. Y uno sólo puede contribuir al debate si entiende las ideas, los conceptos básicos, de los temas científicos que están dando vuelta. No es que todos tengan que convertirse en especialistas, pero creo que hay que popularizar la ciencia sea como sea para que la gente no le tenga miedo y se sienta parte responsable de este futuro común que está construyendo.

Por Juana Libedinsky
Para LA NACION

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Entrevista CON SUSAN GREENFIELD
Eduard Punset:

Hablemos de los problemas. Cuando hablas de la depresión la llamas la pared de la depresión, y dices que es una pared dentro de una mente exagerada. En tu libro, que es maravilloso, sugieres que los seres humanos tenemos esta, aparentemente, enorme ventaja de poder autoanalizarnos, y reflejarnos en nosotros mismos, pero en el proceso nos enredamos y nos deprimimos ¿todavía piensas así?

Susan Greenfield:
Creo que tenemos que retroceder un poco y hablar primero de lo que creo que es la mente ya que en ocasiones se confunde a menudo con el cerebro. Algunas personas creen que es lo mismo que el cerebro. Otros, como los filósofos, creen que es una cosa que flota en espacio, y que yo trabajo en la miseria del cerebro biológico. Creo que ninguna de las dos visiones es correcta y te daré mi propia definición de la mente, ya que es importante, y luego hablaremos de la depresión. Cuando se nace, ya se tienen todas las neuronas que se tendrán durante toda la vida; sin embargo, es el desarrollo de las conexiones entre estas neuronas el que cuenta como crecimiento del cerebro. Lo maravilloso de haber nacido ser humano – y no ser un pez – es que estas conexiones se hacen como respuesta a las experiencias propias, es decir, que incluso si se es un clon – es decir si eres un gemelo idéntico – tienes una configuración única, un modelo único de conexiones neuronales que reflejan las experiencias personales, y tenemos muchos ejemplos que lo demuestran. Para mí la personificación del cerebro de esta manera – que incluso te hace diferente de tu gemelo – es lo que llamo la mente. Es el modelo único de conexiones. Esto quiere decir que cuando se nace no se tiene mente, francamente es lo que pienso, se tiene la mente de un animal pequeño que puede evaluar el mundo según lo dulce, o lo rápido, o lo frío, o lo brillante, o lo alto que es un sonido. Y gradualmente esas sensaciones comienzan a tener una cara o ser objetos que desencadenan otras sensaciones: alguien es amable contigo, o te hacen llorar, o son horribles, de manera que, gradualmente, esas caras u objetos significan algo para ti, y poco a poco – como, por ejemplo, tu madre - desencadenará muchas asociaciones que significarán muchas cosas para ti. Y lo que sucede es que cuando la gente tiene demencia, cuando están enfermos, están confusos, esas asociaciones se desmoronan. No es que hayan perdido la memoria o estén desorientados, es que ya no ven el mundo como lo veían, ahora vuelven a ver el mundo como un bebé: como cosas confusas que suceden y desorientan. Y es a esto es lo que yo llamo la mente: la personalización del cerebro a través de las conexiones. Lo que yo defiendo es que siempre tenemos las conexiones, pero no siempre las utilizamos todas. Si por ejemplo estás a mitad de hacer el amor, o bebiendo un buen vaso de vino, o haciendo deporte, o bailando o…

Eduard Punset:
O conduciendo o …

Susan Greenfield:
Sí, podemos poner muchos ejemplos.., en inglés se dice que se tiene un tiempo sensacional, un periodo de sensaciones. Y me imagino que es lo mismo en castellano. Las sensaciones suceden cuando se es el sujeto pasivo de los sentidos. Y eso es lo que hacen los niños, son los sujetos pasivos receptores de sus sentidos; pero la mayor parte del tiempo estamos evaluando el mundo. No con relación a si hace frío o calor, o si es dulce u horrible, sino al significado que tiene personalmente, lo que significa para mí. Lo que sucede en la depresión es que se hace esto en exceso. Es decir que la mayoría de las personas durante nuestra vida – no necesariamente con drogas o vino – mientras hacemos el amor, o bailamos, o hacemos deporte, o escuchando música, o esquiando, o tomando el sol, nos ponemos en una situación en la que somos los sujetos pasivos de nuestros sentidos; y lo que sucede es que la persona deprimida no puede hacer esto. Ve el mundo gris y distante, sufren de antihedonismo: de falta de placer. Tienen una falta de placer y ven al mundo aislado, se sienten aislados y adormecidos.

Eduard Punset:
Y puede ser eso por una falta de transmisores químicos?.

Susan Greenfield:
Claro, lo que sucede es que tenemos el caso típico del huevo y la gallina, que es el gran problema de la neurociencia. Está claro que la depresión está relacionada con un bajo nivel de transmisores de serotonina. Y sabemos que el Prozac, ese medicamento tan popular, funciona porque aumenta los niveles de serotonina. Pero lo que no sabemos es lo que sucede primero. Lo que a mí me intriga es que, por ejemplo, si te susurro: “has suspendido el examen”, te sentirás deprimido, es decir que hay algo que hace que la serotonina descienda; de alguna manera mis palabras han afectado de alguna forma el comportamiento final de tu cerebro. Es posible también que se tenga un problema bioquímico, en el que exista un bajo nivel de serotonina y que las palabras hagan que se cree esa situación. Las dos cosas suceden simultáneamente y no se sabe que es lo que causa la una o la otra: en neurociencia hay un gran problema con el huevo o la gallina: ¿Es el producto químico el que causa el estado anímico, o es el estado anímico el que causa el descenso de producto químico?. Pero de las dos formas, la persona deprimida se siente emocionalmente adormecida, no es que se sienta triste, no siente nada. Y lo que es interesante del estado que he mencionado es el que no accedemos a todas nuestras conexiones, por ejemplo cuando realizamos un deporte, u durante el ocio, o la infancia, estos son unos estados que están caracterizados por un bajo nivel emocional y una falta de lógica.

Eduard Punset:
Y falta de lógica.

Susan Greenfield:
Sin embargo, la persona deprimida tiene un exceso de pensamiento lógico, no se abandona a los sentidos. Si se la deja en el jardín, sentir el sol en la cara, la hierba verde bajos los pies descalzos y un vaso de vino en la mano no la hace feliz; mientras que a la mayoría de nosotros nos hace muy felices.

Eduard Punset:
En neurociencia se dice que las emociones no se han tomado en consideración, y yo sé que para ti las emociones no sólo son el resultado del comportamiento de una persona sino que, como dices, son el primer bloque de conciencia. Y ahora…

Susan Greenfield:
Desde luego y creo que no estoy de acuerdo con muchos neurocientíficos, como por ejemplo Joseph Ledoux Que ha escrito un libro sobre las emociones. Él habla del comportamiento emocional y lo distingue de la conciencia. Mi punto de vista es completamente el opuesto. Yo creo que las emociones son un estado interno. Por ejemplo, yo puedo estar aquí contigo y estar inmensamente feliz o muy deprimida y tú puede que no te des cuenta; es mi estado interno el que hace esto. Y creo que el comportamiento emocional, aunque nos comportemos de formas diferentes – no es automático; no tenemos porqué comportarnos de esa manera. Puedes sentir miedo o estar excitado, pero no tienes porque comportarte de esa manera. Para mí, por tanto, las emociones son el bloque básico de la conciencia: es inconcebible estar consciente y no sentir nada y de la misma manera para sentir algo tienes que estar consciente – por definición; así para mí, la palabra inglesa “feeling” sentimiento o “feelings” sentimientos son un sinónimo de emoción. La gran parte del tiempo no estamos ni completamente emocionados ni tristes, sino que nos encontramos en un nivel básico, o lento, llamado humor, que para mí es un nivel emocional continuado de nivel bajo. Este humor existe cuando el perro mueve la cola o el gato maúlla, cuando la rata pulsa la barra para estimular su cerebro, porque será recompensada, o cuando el bebé cuando mama. En criaturas de edad temprana, o que tienen un repertorio de comportamiento muy simple, podemos ver comportamientos que son consistentes con un estado interno que puede ser positivo o negativo, y este es uno de los problemas que tiene la gente que diseña ordenadores, ya que, en general, lo que es fácil de medir es el aprendizaje de la memoria, ya se construyen máquinas que aprenden a memorizar muy bien, pero lo que no hacen es construir ordenadores con emociones internas, porque para eso hay que tener conciencia. Y hay una cita maravillosa de un psicólogo llamado Stewart Sutherland que dice que él sabrá que un ordenador es consciente cuando se largue con su mujer, y yo todavía no he conocido ningún ordenador que flirtee.

Eduard Punset:
Sabes, una vez, hablando con un neurocientífico, me dijo que de alguna forma soñar era la forma más sofisticada de pensar. Que era más – como lo diría -, más sofisticada que el pensar durante el día. Y entonces le dije que sería maravilloso soñar todo el tiempo. Y seguramente esto no sería tan maravilloso, pero ¿hay algo muy complicado en el sueño? ¿no?

Susan Greenfield:
Yo creo que cuando soñamos, como no estamos encadenados por trivialidades y el peso del mundo real, lo que podemos tener es una ruptura con la lógica y unas asociaciones idiosincráticas, es decir unas asociaciones creativas: que al ser poco comunes son, por tanto, interesantes. Por ejemplo, si estás cruzando una calle y un coche se aproxima y toca el pito, eso mueve la conciencia y la dicta. Cuanto más separados estemos de la intrusión del mundo real – de interactuar con el mundo real, con evitar peligros, con la alimentación, con este tipo de cosas – más se puede fiar uno del estado interior y de las fluctuaciones al azar de un grupo de neuronas u otro. De forma que, en ese sentido, el soñar es sofisticado, pero mi punto de vista es que en términos evolutivos es el mismo tipo de conciencia que la de un animal o la de la niñez, ya que me imagino que, obviamente, no es fácil imaginarse cómo se deber sentir un no-humano, pero a menudo creo que los animales - que yo creo que tienen conciencia – su conciencia crece al tiempo que crece su cerebro. Esto es, si pensamos en la conciencia como un continuo, es como si un interruptor de luz tenue estuviera encendido o apagado. Es como un bebé, como un niño pequeño, es como nosotros cuando dormimos. Todas esas situaciones están caracterizadas por unos sentimientos intensos, se está en el presente, se es la víctima pasiva – si quieres decirlo así. De manera que un conejo sentado en su madriguera no está pensando “espero que hoy no venga el zorro porque ya vino el miércoles pasado”. Si hay un olor, el conejo tendrá un recuerdo vago del olor del zorro y quizá eso le de miedo, pero todo está en un estado como de sueño, donde todo carece de coordinadas exactas de tiempo o de espacio, o de significado preciso. Es más como un mundo de sombras difuminadas donde algunas cosas son agradables y otras desagradables, y se vive cada momento, como en un sueño, no hay nada que tenga sentido pero en ese momento no te das cuenta de que no tiene sentido. Y creo que así debe ser para los animales, y desde luego así es para los bebés.

Eduard Punset:
¿Hay alguna manera de explorar esto? Ya que no parece ser una forma de vivir muy desagradable.

Susan Greenfield:
Es por eso que las personas toman drogas, y es por eso que buscan esas situaciones. Pero lo que veo interesante en la condición humana es cuando encuentras a alguien – y seguro que lo encuentras – que quiere estar tomando drogas todo el tiempo, o bebiendo o sentado en la playa -; y eso hace que te den pena. Si tienes hijos y tu hija te dice “ya he tomado la decisión de lo que haré con mi vida: me voy a emborrachar cada día y me sentaré en la playa” esto te hará sentir que su vida no está realizada, que hay algo que le falta; de la misma manera que si alguien dice que va a trabajar todo el tiempo, y que no irá a ninguna fiesta, ni beberá un solo vaso de vino, también te dará pena. Y creo que la condición humana es muy interesante ya que por una parte buscamos el perder la cabeza – en inglés decimos perder la cabeza, volar los sesos, ponerte ciego, o dejarte ir, y decimos ¿por qué no te dejas ir, no te relajas? – y por otra parte intentamos conseguir cosas, nos gusta ganar, nos fijamos unas metas y es muy importante conseguirlas, para nosotros el estatus es muy importante; y creo que la condición humana está entre estos dos tópicos, por una parte queremos dejar nuestra huella en el mundo, queremos que se nos reconozca como personas individuales, diferentes de los demás, que han conseguido unas metas - es muy gratificante si te pones como meta comprar una casa, o ir de vacaciones, o conseguir un cierto trabajo, o ganar un premio; todo eso es muy agradable -; ya que es conseguir un estatus que es muy importante. Todo esto es muy importante, tan importante como el dejarse ir. Creo que la mejor vida es una mezcla de las dos.

Eduard Punset
Y entonces viene el momento en que a algunas personas, en realidad 50 millones de personas, se les destruye todo lo que han construido durante su vida por el Alzheimer. ¿Sabes algo sobre esto?

Susan Greenfield:
Un poco. Mi punto de vista sobre el Alzheimer es que se regresa hasta la niñez, es un retorno. De manera que todas las conexiones que hicieron a tu mujer o a tu marido tan especial para ti, que son tan importantes en tu vida, se desmoronan. Las cosas que más significan son las últimas en desaparecer, pero gradualmente se regresa en el tiempo hasta que se vuelve a ser un niño. El único consuelo es que el paciente mismo, a partir de una cierta etapa, ya no tiene ninguna conciencia de la enfermedad y actúa como un bebé. Viven en un mundo de confusión: qué bonito, qué dulce, qué frío, cuánta luz. ¿Por qué es tan desolador? Porque hay una sensación de pérdida, se ha perdido la mente. Y por eso es peor que las enfermedades del corazón o el cáncer; ya que en esas enfermedades, no importa lo horribles que sean y cómo se eche a perder el cuerpo, sigues siendo tú, la persona que eras; sin embargo, con el Alzheimer la persona – el padre, la madre, el marido o la mujer – dejan de ser especiales, porque ataca lo que les hacía especiales, su individualidad.

Eduard Punset:
Cualquier criatura viva puede perder su corazón, pero dices que el perder la mente es peor porque eres tú.

Susan Greenfield:
Al perder la mente se pierde la persona, a ti mismo; y eso es lo peor.

Eduard Punset:
Los dos conocemos a Rodolfo Llinas. Te acuerdas que él describe al cerebro como encerrado en un lugar muy oscuro – como en un sueño – elucubrando, ya que por si mismo no puede ver nada. Pero ahora, gracias a toda la tecnología, sí que podemos verlo, y esta es mi pregunta Susan: con toda esta tecnología – creo que se llama PET (tomografía de emisión de positrones) – y con la resonancia magnética en realidad podemos ver cómo funciona el cerebro on line.

Susan Greenfield:
Bueno, ese es el problema, ya que es lo que la gente cree que se puede hacer, pero en realidad no es exactamente así. El problema es que la forma en que se le puede analizar es –desde luego – durante un cierto periodo de tiempo, pero éste es muy lento. Lo que ocurre es como en las primeras fotografías – que gustaron tanto en su época – donde se veían imágenes de edificios pero no de personas, porque el problema era que el tiempo de exposición debía ser muy largo para que pudieran captar a una persona en movimiento. Así, podemos ver el edificio sin problemas, pero hay algo que falta. El problema es que estas técnicas de captación de imágenes funcionan durante varios segundos, y aunque esto parezca muy rápido en realidad para el cerebro es una eternidad, ya que el cerebro funciona durante fracciones de segundo. Así que lo que me da miedo – cuando las personas ven las imágenes del cerebro – es que lo que vean sean diferentes estados, o etapas como en la construcción de una casa, pero no puedan ver los sucesos rápidos que son los que contribuyen a la formación de sucesos mentales. De manera que, por una parte, es muy valioso para la diagnosis, ya que no cabe la menor duda de que se puede ver un tumor.

Eduard Punset:
Ya sé que es un poco tonto hacerle esta pregunta a un neurocientífico, pero ¿estás contenta de la forma en que funciona el cerebro?

Susan Greenfield:
Hasta ahora sí, pero no creo que hayamos progresado en las emociones desde la Grecia antigua. Y es por eso que sus historias y sus ideas – como las de Eurípides – siguen estando vigentes hoy día; porque somos los mismos. Tenemos cambios tecnológicos, pero no hemos cambiado con relación a cómo nos sentimos sobre el mal, el amor, la guerra, o los celos, etc. Todas esas emociones todavía son de naturaleza humana y la naturaleza humana sigue siendo la misma. Lo que hago en mi último libro es analizar la robustez del concepto de naturaleza humana y creo que por primera vez se está erosionando. Por tanto ¿qué hay para mí en la naturaleza humana que nos hace diferentes de los animales? No son las emociones porque los animales tienen emociones, si no que es la forma en que se expresan esas emociones en un contexto que producen cosas como los celos o la lascivia – es curioso como hay 7 pecados capitales, y los animales no muestran esos tipos de comportamientos o emociones, mientras que los humanos las muestran pero no sólo en una cultura, el motivo por el que son universales es porque extienden a todas las culturas y toda la naturaleza humana. De manera que para mí es una de esas cosas que no están expresadas de forma adecuada, hay ciertas emociones que no están expresadas de manera apropiada, y por primera vez la naturaleza humana – la forma en que expresamos esas cosas tan extrañas que nos hacen tan humanos – es posible que se erosione por la nueva tecnología.

Publicado en rtv.es