Las evidencias derivan de los resultados del estudio dirigido por la Dra. Sherri N. Shienfeld, del Centro Médico de la Universidad de Columbia, EE UU, y diseñado con el objetivo de analizar el tiempo transcurrido entre el screening inicial, el diagnóstico y el tratamiento en 49.865 mujeres estadounidenses –de las que 2.982 eran de raza negra– que, con una edad igual o superior a los 64 años, habían sido diagnosticadas con cáncer de mama entre los años 1992 y 1999.
Los resultados del estudio, presentados el pasado sábado en el marco de la 41 Reunión Anual de la Asociación Americana de Oncología (ASCO) que se está celebrando en la ciudad de Orlando, Estados Unidos, muestran que el 20,9% de las mujeres de color (14,3% en el caso de las mujeres de raza blanca) sufrió un retraso de 1-2 meses entre el screening y el diagnóstico de la enfermedad. Asimismo, hasta un 23,5% de las mujeres de color (14,3% en el caso de las blancas) experimentó un retraso superior a los 2 meses. Por su parte, un 29,6% de las mujeres de raza negra (18,6% de las blancas) sufrió un retraso de un mes entre el diagnóstico y el inicio del tratamiento, porcentaje que se estableció en el 40,2% en el caso de las mujeres de color (24,6% si las mujeres eran blancas) que experimentaron un “retraso clínico” –diagnóstico y tratamiento– de dos o más meses.
En opinión de los investigadores, las disparidades halladas entre las mujeres de raza blanca y de color podrían venir explicadas por las diferencias culturales, de tipo biológico y genético, o de acceso a los recursos sanitarios. Según apuntó la Dra. Shienfeld, “hemos de tener en cuenta que el retraso en el establecimiento del diagnóstico o en el inicio de los tratamientos no tiene porqué influir forzosamente en los resultados terapéuticos. Sin embargo, el retraso podría servirnos como marcador para identificar qué pacientes no pueden acceder a los recursos sanitarios”.
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