Alucionaciones

Alucinación verbal y estructura de la psicosis

Se revisan las razones por las cuales la alucinación verbal perdió su valor específico, subordinada a la disociación mental y al delirio.

Autor/a: Graziela Napolitano, Laura Rizzo, Andrea Perdoni

Indice
1. Baillarger: dos tipos de alucinaciones
2. La alucinación como patología del lenguaje
3. La alucinación: el revés de la afasia
4. La alienación del lenguaje
5. Desarrollo
6. Bibliográficas


Baillarger hace una síntesis de las opiniones vigentes en ese momento histórico: "La naturaleza de la alucinación es muy diversamente comprendida por los autores; unos la consideran como un síntoma puramente físico, de los que el zumbido de los oídos es el grado más simple; otros la abordan como una especie particular del delirio que no difiere de las concepciones delirantes en general más que por su forma.

Para unos, los alucinados están realmente impresionados como si vieran, oyeran, etc.; para los otros, al contrario, estos enfermos se engañan y no experimentan nada de lo que dicen." (1) Se trata, para Baillarger -una vez admitido, como lo hacen todos, de acuerdo al paradigma vigente- que en la base de la alucinación hay un trastorno fisiológico, si la alucinación resulta inmediatamente un hecho neurológico y estésico, o si es necesaria la mediación del espíritu.

En función de esta oposición entre teorías intelectualistas y sensoriales, este autor prosigue metódicamente en el intento de ofrecer una descripción que permita dar nueva luz al problema. Después de más de cien páginas de cuidadosa transcripción de observaciones realizadas, resulta clara la importancia específica que otorga a las alucinaciones del oído en los alienados, en las que el componente intelectual (sentido y contenido del mensaje) es mucho más importante que el componente estésico (naturaleza, timbre y dirección de la voz).

De allí que considera necesario ocuparse sobre todo de la naturaleza de las alucinaciones auditivas y también de su modo de producción. En su segunda memoria, elabora una teoría mixta que intenta un compromiso entre la teoría intelectual y la sensorial. Baillarger considera de fundamental importancia la acción de la memoria y la imaginación, como lo había destacado Esquirol, pero no puede dejar de lado lo referido al aparato sensorial.

De allí que la teoría mixta intente explicar la alucinación por la doble acción de la imaginación y de los órganos de los sentidos. Establece una distinción en este concepto que tendrá consecuencias en los años siguientes. Distinción que recae en la diferenciación de dos grupos de alucinaciones, atendiendo a las características del objeto alucinado.

Se trata de distinguir las denominadas alucinaciones psíquicas de las alucinaciones verdaderas o psicosensoriales. Las primeras son de contenido y de carácter exclusivamente mental, están desprovistas de sensorialidad y el autor las considera en relación con la imaginación y la creencia cercanas al sueño: alucinaciones casi exclusivamente auditivas y que son las que predominan en los alienados.

Las del segundo grupo -las verdaderas alucinaciones- son, para Baillarger,  una combinación que tiene su punto de partida en la inteligencia, pero no puede dejar de tener en cuenta la exterioridad de las imágenes; por lo que concluye que hay participación de los órganos de los sentidos.

La importancia acordada a la alucinación psíquica hace que Baillarger se esfuerce en dar cuenta de su especificidad con respecto al pensamiento normal, en el que sujeto puede establecer diálogos que sabe interiores. Sitúa la diferencia en la convicción del alucinado,  que atribuye a otros  respuestas que vienen de él mismo.

Las define como "percepciones puramente intelectuales, que tienen su punto de partida en el ejercicio involuntario de la memoria y la imaginación y que son asimiladas equivocadamente por los enfermos a percepciones sensoriales" (2). En este sentido, establece que el punto de partida de todos los delirios se encuentra en el ejercicio involuntario de las facultades, que asimila delirio y alucinación: así en la teoría del automatismo, que encontraremos en diferentes versiones en  otros momentos de la historia de la psiquiatría. Como hemos visto, tal teoría tiene, en Baillarger, su punto de partida en la alucinación. Unificando sus variedades, se extiende como teoría de la alienación mental.