Los individuos que presentan una fractura de baja energía se encuentran en un mayor riesgo de sufrir una nueva fractura de baja energía. La incidencia de estas nuevas fracturas podría reducirse a través de medidas preventivas secundarias, a pesar de que la justificación de dichas intervenciones y la evaluación de su impacto es difícil sin una evidencia sustancial de la severidad del riesgo de una nueva fractura.
Se llevó a cabo un estudio para cuantificar el riesgo de padecer una nueva fractura luego de una fractura de baja energía, comparada con el riesgo en una población de referencia equiparada por edad y sexo.
Métodos:
Durante un período de 12 años entre Enero de 1988 y Diciembre de 1999, todos los pacientes internados y externos sometidos a tratamientos por fracturas fueron prospectivamente auditados en una unidad de trauma que es la única para el tratamiento de fracturas, para una población local equiparada bien definida.
Durante este tiempo, se identificaron 22.060 pacientes de al menos 45 años de edad que habían presentado un total de 22.494 fracturas de baja energía de cadera, muñeca, parte proximal del húmero o tobillo. Todos los eventos de nuevas fracturas fueron comparados con las fracturas iniciales en una base de datos durante un período de 12 años.
La incidencia de una nueva fractura en este cohorte de pacientes que habían sufrido una fractura anterior, se dividió por la incidencia de "antecedentes" de fracturas anteriores dentro de la misma población local, para obtener el riesgo relativo de nuevas fracturas. Se utilizó una metodología por edad de las personas en riesgo para controlar el efecto del aumento esperado en la mortalidad con la edad avanzada.
Resultados:
Dentro del cohorte, 2.913 pacientes (13.2%) presentaron posteriormente un total de 3.024 nuevas fracturas durante el período de estudio de 12 años. Los pacientes con una fractura de baja energía previa mostraron un riesgo relativo de 3.89 de padecer una fractura de baja energía posterior.
El riesgo relativo fue significativamente alto para ambos sexos, pero fue mayor para los hombres (riesgo relativo = 5.55) que para las mujeres (riesgo relativo = 2.94). El riesgo relativo fue de 5.23 en el cohorte de menor edad (pacientes entre 45 y 49 años de edad) y disminuyó con un aumento de la edad a 1.20 en el cohorte mayor (pacientes de al menos 85 años de edad).
Conclusiones:
Los individuos que padecen una fractura de baja energía entre las edades de 45 y 84 años de edad tienen un riesgo relativo aumentado de sufrir una nueva fractura de baja energía. Este riesgo aumentado fue mayor cuando la fractura inicial ocurrió de manera mas temprana; el riesgo disminuyo con el avance de la edad..
Las mediciones preventivas secundarias designadas para reducir el riesgo de una nueva fractura luego de haber padecido una fractura de baja energía probablemente tendrán mayor impacto en individuos mas jóvenes.
Artículo comentado por el Dr. Guillermo Arrondo, editor responsable de IntraMed en la especialidad de Ortopedia y Traumatología.