La hipertensión es considerada por la OMS "la epidemia silenciosa", puesto que rara vez causa síntomas. Sin embargo, sus complicaciones pueden ser muy graves: accidentes cerebrovasculares y cardíacos, insuficiencia renal y alteraciones vasculares.
El cambio de los hábitos de vida o la introducción del tratamiento antihipertensivo con fármacos produce la reducción de los valores de presión arterial en mayor o menor grado y la mejoría de las repercusiones que en los vasos, corazón, riñón y cerebro produce la hipertensión.
Se estima que la hipertensión arterial es la responsable de dos de cada cuatro accidentes cardiovasculares que se producen en nuestro país. Los factores que pueden intervenir en su aparición son la predisposición genética, el sexo (los varones tienen mayor riesgo), la edad y la raza.
Pero, según se subrayó en el seminario, en muchos casos el nivel de presión arterial e incluso la hipertensión arterial es el resultado del estilo de vida de la persona. Por ejemplo, se calcula que la prevalencia de hipertensión entre los obesos, a cualquier edad, es entre dos y tres veces superior a la de los individuos de la misma edad que estén en su peso ideal.
En este sentido, entre las medidas recomendadas para estos pacientes destacan moderar la cantidad de sal que se consume, reducir peso, practicar ejercicio y abandonar el hábito tabáquico.
Según Novartis, sólo el 25% de los pacientes hipertensos está adecuadamente controlado, lo que puede derivar en complicaciones como infarto agudo de miocardio, ictus, insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca y estrechamiento de las arterias que llevan la sangre a brazos y piernas. Por ello, se advirtió que es fundamental que el paciente se involucre y sea responsable del control de su hipertensión.
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