En su ensayo sobre el don Marcel Mauss [4] sostuvo que el acto de donar se inscribe entre los imperativos morales vigentes en una sociedad y que supone el encadenamiento de tres obligaciones: la de donar, la de recibir o aceptar y la de devolver, una vez que se ha aceptado algo. Pero las sociedades en las que Mauss pensaba que se daba este juego de presiones se caracterizaban por el hecho de que la solidaridad descansaba en el intercambio, de modo tal que la reciprocidad estaba en la base de la vida social; implicaba que si alguien hacía algo por otro, éste debía a su vez hacerlo por otros.
Para explicar por qué se dona Mauss formuló la hipótesis de que lo que obliga a donar es el hecho de que donar obliga, con lo que ligó inextricablemente donación y reciprocidad.
Donar instituye una doble relación entre el que dona y el que recibe: una relación de solidaridad, porque el que dona comparte lo que tiene con aquél al que dona, y una relación de superioridad, porque el que recibe el don contrae una deuda con el que lo ha donado. Esta deuda obliga a re-donar, pero esto no significa devolver lo que ha sido recibido, sino donar nuevamente.
¿Pero qué ocurre en nuestra sociedad, en la que la economía es una economía de mercado y el don no es necesario para reproducir las estructuras sociales? ¿Se ha reducido el don a la esfera de la vida privada, en la que persiste el carácter de transferencia que lleva a la reciprocidad? ¿En qué medida las acciones solidarias pueden plantearse como acciones altruistas que no reclaman devoluciones (contra-dones en el esquema de Mauss) o como acciones que conservan de algún modo la expectativa de recibir, aunque más no sea el beneplácito de los otros?
Weiner [5] y Godelier [1] completan el esquema de los intercambios planteados por Mauss añadiendo que un objeto puede conservarse al mismo tiempo que se dona, a través de mantener de algún modo su control. Además, existen objetos que no se pueden donar porque son sagrados. Este planteo desplaza el análisis de lo que se dona a lo que se guarda, lo que nos parece una dimensión esencial para comprender los complejos procesos que intervienen en la actitud positiva y negativa hacia la donación de órganos.
Lo que se guarda es lo que no es posible separar de uno mismo, o aquello de lo que la persona no puede desprenderse; son "objetos preciosos", como dice Godelier, que encarnan objetos sagrados. Se entiende por sagrado lo que se relaciona con el origen de las cosas y de la vida.
Analizaremos desde esta óptica las razones dadas por las personas para manifestar sus actitudes positivas o negativas hacia la donación de órganos, teniendo en cuenta los datos recogidos en una investigación sobre el tema, cuyas características fueron:
Ficha técnica
- Tipo de estudio: metodología cuantitativa
- Técnica de recolección de datos: por encuestas; cuestionario con preguntas cerradas y abiertas
- Población: habitantes de la ciudad de buenos aires, entre 18 y 55 años
- Muestra de población: domiciliaria probabilística en la primera etapa, con posteriores cuotas de sexo y edad
- Tamaño: 404 casos
- Error muestral: menor al 3%; confianza: del 95%.
Ana Lía Kornblit. Doctora en Antropología. E-mail: kornblit@mail.retina.ar
Ana María Mendes Diz. Doctora en Sociología.
Instituto Gino Germani. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires. La investigación que dio pie a este trabajo fue financiada por un subsidio otorgado por el CONICET.