Introducción:
Esta revisión describe la implicancia de los procesos inflamatorios en la fisiopatología de la aterosclerosis. Se analiza también la importancia de ciertas moléculas de inflamación como biomarcadores de riesgo de patología cardiovascular. Finalmente se evalúa la posibilidad de que el tratamiento de los procesos inflamatorios constituyan un blanco terapéutico para prevenir las enfermedades cardiovasculares.
Mecanismos de acción del proceso inflamatorio:
Un siglo atrás Virchow fue quién primero llamó la atención sobre la posibilidad de que el proceso de aterosclerosis podría tener un origen inflamatorio. El daño endotelial causado por fuerzas hemodinámicas, exposición a agentes tóxicos como los productos del tabaco y la eventual formación de radicales libres, u otros insultos, producen la adhesión de los leucocitos al epitelio y estimulan la proliferación del tejido muscular liso.
El proceso de inflamación tiene un papel importante en la formación de la placa ateromatosa. La activación de los leucocitos por la acción de diversas citoquinas que son expresadas bajo el estímulo de la LDL oxidada, es un típico proceso inflamatorio. También se ha observado que la LDL oxidada puede facilitar la adhesión de los leucocitos al endotelio y pasaje a la capa muscular invadiéndola. Estas células que ya son macrófagos activados liberan interleuquina -1 beta (IL-1beta) que es una proteína de la familia de las citoquinas con acción proinflamatoria.
La inestabilidad de la lesión y la ruptura de la placa que desencadena los episodios agudos parece estar mediada por los procesos inflamatorios. En las placas vulnerables y con tendencia a la ruptura, se localizan metaloproteinasas y otras enzimas que degradan la matriz. Estas moléculas, que en el organismo cumplen funciones reparadoras, en estos casos desencadenan episodios agudos. La inflamación también es responsable del aumento de adhesión y agregación de las plaquetas que son mecanismos desencadenantes del trombo.
Seguidamente después de un infarto se observa una respuesta inflamatoria cuya magnitud es paralela a la extensión del infarto. Asimismo, se ha observado que la disfunción ventricular, aún en ausencia de enfermedad coronaria, induce respuesta inflamatoria y esto se evidencia por un aumento de las citoquinas proinflamatorias en sangre circulante.
Evidencia de los estudios epidemiológicos:
Existe una vasta evidencia basada en estudios epidemiológicos de que pacientes con inflamación sistémica crónica, presentan un riesgo elevado de desarrollar eventos cardiovasculares. Por ejemplo, el riesgo relativo (RR) de enfermedad coronaria entre los más altos y más bajos cuartilos de biomarcadores inflamatorios como proteína C reactiva (PCR), fibrinógeno, leucocitosis y amiloide A en suero, oscila en un rango de RR>= 1,4 a 1,8.
En el Physicians' Health Study la PCR elevada tuvo una significación estadística de riesgo de enfermedad coronaria de p<0,001 (Figura 1). Resultados similares se observaron en el Nurse's Health Study con un RR=1.5 (95% IC, 1,1-2,1). Es importante destacar que estos marcadores son más efectivos para predecir eventos coronarios que eventos cerebrovasculares. Esto sugiere que la inestabilidad de la placa tiene un papel más importante en el desarrollo del infarto de miocardio que en el accidente cerebrovascular.
Figura 1: Riesgo relativo (RR) de infarto de miocardio estratificado en cuartilos de PCR en plasma. Es interesante destacar, que la administración de aspirina (dato no mostrado en la figura), no modificó los niveles de PCR pero redujo el RR de infarto de miocardio (Modificado de Kaplan RC,et al Heart Disease 2001;3:326-32)
Artículo comentado por el DR. Ricardo Ferreira, editor responsable de IntraMed en la especialidad de Cardiología.