La Diabetes Gestacional se aplica independientemente de si se requiere o no insulina, o si la alteración persiste después del embarazo. El tratamiento de la paciente con Diabetes Gestacional se basa en cuatro pilares básicos: educación nutricional, plan de alimentación, insulinoterapia y actividad física. Sin educación diabetológica sería imposible atender correctamente a la mujer con Diabetes Gestacional.
El plan de alimentación tiene como objetivos: asegurar el correcto estado de nutrición, aportar energía y nutrientes necesarios para la salud materno-fetal, evitar la hiperglucemia posprandial, prevenir la hipoglucemia, evitar la descompensación cetoacidósica, evitar la cetosis de ayuno y favorecer la lactancia. Los requerimientos de la mujer embarazada con Diabetes Gestacional son iguales a los de la embarazada no diabética.
El plan de alimentación debe reverse y ajustarse durante su transcurso, resaltando la importancia de los horarios de comidas y colaciones, respetando en lo posible hábitos y situación socioeconómica.
Cuando el paciente llega a la consulta se obtiene la valoración del estado nutricional de dos formas, para conocer cómo será su incremento de peso durante la gestación.
* La Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. recomienda evaluar a través del B.M.I. (índice de masa corporal) en base al estado nutricional previo.
* Salud Pública recomienda para evaluación del estado nutricional utilizar como Curva Patrón la Tabla de Rosso. Aquí se toma valor talla y peso en momento de su captación. A través de los mismos se obtiene un % peso/talla y se compara con semanas de gestación. Eso se traduce en 4 categorías del estado nutricional.
A: BAJO PESO
B: NORMAL
C: SOBREPESO
D: OBESIDAD
El ritmo de ganancia de peso recomendada es de 450 gramos por semana en el segundo y tercer trimestre. Para las mujeres con sobrepeso corresponde la mitad de este valor.
Energía
Sólo aquellas mujeres que comienzan su embarazo con una deplección de sus reservas corporales requieren calorías adicionales durante el primer trimestre.
Durante el segundo y tercer trimestre tradicionalmente se han recomendado 300 Kcal diarias adicionales basadas en el cálculo teórico del costo energético del embarazo (ALAD y MSP). Estas serían las recomendaciones formales del consumo calórico pero la comprobación real del costo de energía del embarazo puede colocar los requerimientos adicionales en cifras aun menores que serían 170 Kcal/día.
Se sabe que en el segundo y tercer trimestre la mujer embarazada hace una disminución del gasto calórico a través del cambio de su actividad física.
Dietas hipocalóricas
A través de los años, la restricción calórica durante el embarazo ha sido aconsejada para prevenir el desarrollo de preeclampsia, eclampsia y para tratar la diabetes en el embarazo.
Se sabe que las mujeres obesas se benefician con dietas hipocalóricas reduciendo el peso y la insulinorresistencia revirtiendo así el disturbio metabólico.
Durante el embarazo las mujeres obesas con Diabetes Mellitus Gestacional podrían también beneficiarse con dietas hipocalóricas.
El problema está en poder comprobar si en las dietas bajas en calorías la presencia de cetonemia y cetonuria alteraría la función intelectual del hijo.
Se sabe que el 10-20% de las embarazadas normales luego de una noche de ayuno presentan cetonuria.
Hay diferentes estudios que han tratado de abordar este interrogante pero no son tan consistentes como afirmar la correlación entre la presencia de hipoglucemia y cetonuria materna y la función intelectual futura de su hijo.
Knopp y Magee y colaboradores han comparado los efectos metabólicos de dietas con restricción calórica de 50 y 33% con los resultados de tratamiento terapéutico de 2.400 calorías más insulina.
Los resultados demuestran que dietas con una reducción de un 50% calórico aumentan la cetonuria y en cambio la restricción de un 33% no aumentan en forma significativa; pero en ambas disminuyen la concentración de triglicéridos y las cifras de glicemia.
En las del tratamiento insulínico disminuyó la cetonuria pero la glucemia no tanto y la concentración de triglicéridos no disminuyó.
La restricción calórica moderada puede ser de valor en la prevención de macrosomía que estaría fuertemente ligada al aumento de la concentración de triglicéridos a los niveles de glucosa.
Dornhorst y colaboradores ya en el año 1991 con un estudio que realizó en 35 embarazadas con Diabetes Mellitus Gestacional con plan terapéutico con una restricción calórica moderada con un grupo de embarazadas normales llegaron a la conclusión:
- Ganancia de peso fue < en D.M.G.
- Peso al nacer similar en ambos grupos.
- Frecuencia de macrosomía similar.
- No bajo peso al nacer.
- No diferencias en morbilidad neonatal.
- Menos de 18% requirió insulina.
El doble beneficio de la restricción calórica moderada (alrededor de 30%), para las mujeres estaríamos previniendo el riesgo de desarrollar diabetes a largo plazo y para el feto el riesgo de macrosomía.
La incertidumbre está como puede afectar la restricción calórica en la salud del hijo.
Por tanto durante el embarazo se debería enfatizar la de individualizar y uniformizar criterios sobre las
recomendaciones calóricas requeridas para alcanzar la ganancia de peso deseable para cada mujer.
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* El siguiente contenido forma parte de la revista Archivos de Medicina Interna Volúmen XXIV; 1: 01-52 Marzo 2002. El mismo es reproducido con permiso de sus editores. Puede ver la Tabla de Contenidos completa de este número haciendo click aquí