Autotests: es posible medir el propio riesgo según la personalidad
La ira y la represión emocional afectan la salud cardiovascular
Para la psicocardiología, las conductas influyen tanto como los aspectos físicos.
Fuente: La Nación
Así las cosas, parecería que hay que sumar o restar puntos únicamente a cuenta de los factores hereditarios, la hipertensión, la obesidad, el colesterol, el sedentarismo...
"Pero esto no es suficiente -afirma la doctora Mirta Laham, coordinadora del Consultorio Externo del Servicio de Salud Mental del Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari-. El estudio más importante que analiza la relevancia de los factores psicológicos en la enfermedad cardiovascular es de 1959, de los cardiólogos norteamericanos Friedman y Rosenman, que caracterizaron un tipo o patrón de conducta, el tipo A, y probaron que constituye un riesgo tan significativo como el tabaquismo, la hipercolesterolemia o la hipertensión."
Esta clase de individuos se caracterizan como hiperactivos, impacientes, hostiles, competitivos y orientados al logro, siempre tensos y apurados, agresivos, muy implicados en su trabajo, desatentos a síntomas como el dolor o la fatiga.
Emociones que estallan
"Suelen ser personas hipervigilantes, a quienes les gusta trabajar solos porque como siempre quieren ganar tienen dificultades para compartir -explicó la psicóloga-. El tipo A no es alguien que vive gritando o enojándose. Muchas veces sus características no aparecen en forma tan clara y por eso la evaluación surge luego de varios tests. Los tipo A, por ejemplo, son los individuos que están haciendo una cola muy molestos y de repente estallan frente a un estímulo no tan relevante. En ese momento aparece la reacción como respuesta a haber reprimido la ira por mucho tiempo. Esa es la hostilidad."
Laham, que es docente de la Universidad de Belgrano y autora del libro "Psicocardiología" (nombre con el que ella misma bautizó esta novedosa rama del conocimiento), explicó que autores más modernos, como los europeos J. Denollet y D. Brutsaert, investigaron acerca del impacto de otros factores en la enfermedad cardiovascular y diseñaron un nuevo tipo de personalidad comprometida: el tipo D.
"El tipo D -agregó Laham- tiene la tendencia a suprimir, reprimir y contener el distrés (o estrés negativo). Suelen ser personas ansiosas e inhiben las expresiones propias en la interacción social, se sienten inseguros frente a los demás y al experimentar emociones negativas incrementan esa inhibición. Eso aumenta sus dificultades de comunicación y se deprimen."
Para la especialista, hay diferencias entre los factores que predisponen a coronariopatías a los varones y las mujeres. Entre los hombres, el mayor riesgo está más vinculado con las características del tipo A; en tanto entre las mujeres influyen muy negativamente el estrés, la presión familiar y la depresión: la mujer se diversifica mucho y tiene mucho a su cargo, dentro de la casa y fuera de ella.
Corazones agotados
El doctor Alejandro Adilardi, jefe del departamento de Cardiología del Instituto Lanari, explicó que los factores emocionales impactan sobre el corazón porque "la descarga de sustancias como la adrenalina genera arritmias e hipertensión, esto causa vasoconstricción arterial, que vuelve a las arterias más rígidas y gruesas. Esto engruesa el corazón y lo va volviendo insuficiente".
En tanto la depresión podría, debido a una frecuencia cardíaca más baja, predisponer a fibrilación ventricular, el estrés potenciaría los espasmos de las coronarias y las trombosis arteriales.
"Pero los aspectos psicológicos -agregó el médico- también influyen en la motivación de los pacientes, tanto en la prevención como en el cumplimiento de los tratamientos. Hoy hay tecnología diagnóstica y terapéutica, y las estadísticas mortales no bajan. Algo falta."
La doctora Laham añadió que, en la recuperación de un paciente cardíaco, es imprescindible la contención psicológica y que esto hace una diferencia a la hora de evaluar resultados. En la página web ( psicocardiologia.com.ar ) figuran artículos para la comunidad que brindan consejos para superar actitudes dañinas. Por ejemplo, la agresividad, materia viva de la conducta hostil.
"Hemos comprobado -concluyó Laham- que cuando los pacientes siguen un tratamiento psicológico tienen menos ansiedad y llaman menos al cardiólogo. Quien sufrió un infarto suele tener miedo, y necesita mucha contención."