El riesgo de hospitalización, daño de órganos y muerte aumenta notablemente con la reinfección por COVID-19, según publicó Harvard Magazine, la revista de la Universidad de Harvard.
En concreto, la profesora asistente de medicina Amy Barczak compartió un estudio de Nature que usó datos de la Administración de Veteranos para evaluar el riesgo acumulativo de los efectos a largo plazo en personas con una, dos, tres o más infecciones por SARS-CoV-2, en comparación con los controles de los no infectados.
Los datos muestran un patrón constante de mayor probabilidad de hospitalización, efectos cardiovasculares, coagulación y otros trastornos sanguíneos, diabetes, fatiga, malestar gastrointestinal, daño renal, efectos en la salud mental como depresión, daño musculoesquelético, déficit neurológico y daño pulmonar con cada episodio.
La infección previa no cambia el curso de la enfermedad en infecciones posteriores, solo el riesgo de complicaciones graves. Ese riesgo está relacionado con el estado de salud inicial, incluidas las comorbilidades como la obesidad y otras afecciones preexistentes, y aumenta con la edad.
"Sabemos que la inmunidad disminuye con el tiempo", y aunque "la protección es algo complicado, claramente hay una pendiente descendente en la protección con el tiempo, después de la infección", indicó Barczak.
“El estado de vacunación importa mucho. Entonces, si está infectado y luego recibe otro refuerzo después de esa infección, es bastante protector”, agregó la profesora.
Con todo, añadió que la recomendación de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) con respecto a los refuerzos es “consistente con lo que sabemos acerca de provocar respuestas realmente protectoras” y que se obtendrá el máximo rendimiento de las vacunas “si se espera al menos tres meses después de su infección anterior para recibir un refuerzo”.
El estado inmunológico general de un individuo es otro factor de riesgo significativo. Las personas inmunodeprimidas o que se someten a tratamientos inmunosupresores tienen un riesgo especialmente alto de reinfección.
Barczak indicó que además de los llamados “factores del huésped” que afectan el riesgo, también importan los factores virales. El más importante es la coincidencia entre la variante que causó una infección inicial y las variantes circulantes.
“Para las personas que tienen un sistema inmunitario normal, es mucho menos probable que se vuelvan a infectar con la misma variante que con una nueva que pueda evadir la detección de sus anticuerpos anteriores", explicó.
Con el fin de protegerse a sí mismos y a otros en mayor riesgo, como familiares adultos mayores, la profesora explicó que las personas deben:
• Aplicarse un refuerzo con la vacuna bivalente (un mínimo de tres meses después de una infección previa).
• Utilizar barbijo en entornos de alto riesgo.
• Considerar el uso de pruebas rápidas de antígenos antes de asistir a eventos o reuniones para reducir la posibilidad de infectar a otras personas vulnerables.
“Creo que para muchos de nosotros durante las vacaciones, cuando podemos estar con parientes ancianos, o en momentos en que nos encontramos en entornos particularmente de alto riesgo, sabemos que el uso de máscaras es realmente importante. Y es una intervención relativamente fácil”, finalizó.