EVALI un cuadro potencialmente mortal | 07 MAR 20

Cigarrillo electrónico: ¿Fin de la discusión?

Los neumonólogos debemos continuar advirtiendo a la población de los riesgos conocidos y desconocidos a los que se expone al vapear
Autor/a: Dr. Carlos Mario Boccia 
INDICE:  1. Texto principal | 2. Referencias bibliográficas
Texto principal

Resumen

  • En julio de 2019 los Centers for Disease Control (CDC) de los EEUU declararon una alerta sanitaria en torno a un brote desconocido de daño pulmonar grave asociado al vapeo. Se lo llamó EVALI. Desde esa fecha a la actualidad fueron internados 2.668 casos, de los cuales murieron al menos 52.
     
  • Aún antes de ese brote, las más importantes sociedades científicas  iberoamericanas y la European Respiratory Society (ERS) encargadas de velar por la salud respiratoria, se han expedido contra el cigarrillo electrónico como una alternativa para dejar de fumar.
     
  • Dado los poderosísimos intereses comerciales que están involucrados, la estrategia médica de reducción de daños, las distintas posiciones ideológicas (permisividad vs prohibición), la defensa de derechos individuales y otros, se presume que la discusión continuará a pesar de todo lo que hizo evidente este brote.
     
  • Los neumonólogos debemos continuar advirtiendo a la población de los riesgos conocidos y desconocidos a los que se expone al vapear.

Hasta hace muy pocos meses en nuestro país persistía la controversia sobre la conveniencia del uso del cigarrillo electrónico en la cesación tabáquica.

Esto a pesar que:

1. ANMAT tiene prohibida su venta, distribución, transporte y publicidad desde 2011, con una ratificación en 2016.

2. Los tratamientos de cesación tabáquica con los métodos farmacológicos habituales no han sido confrontados en estudios con el cigarrillo electrónico.

3. La mayoría de los adolescentes usuarios de cigarrillos electrónicos (EEUU) nunca fueron fumadores de cigarrillos convencionales (de combustión).

4. Ningún neumonólogo argentino, de mi conocimiento al menos, se expidió a favor de su uso en los medios públicos de comunicación.

5. Importantísimas instituciones que velan por la salud respiratoria como la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR), Asociación Latino Americana del Tórax (ALAT), Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), Sociedad Mexicana de Neumología y Cirugía del Tórax (SMNyCT), Sociedad Chilena de Enfermedades Respiratorias (SER Chile) y la European Respiratory Society (ERS), se expidieron claramente en contra del cigarrillo electrónico en un documento conjunto que publicó la Revista Americana de Medicina Respiratoria en su n° 2 del año 2019 (1).

Sin  embargo, la presión de la industria tabacalera, la influencia de usuarios entusiastas, de la población  general y de algunas asociaciones  médicas de otros países (Royal Collegue of Physicians, England) así como el vacío regulatorio actual de la FDA (EEUU),  han contribuído a mantener  el debate en los medios de comunicación de nuestro país y de todo el mundo, estimulando la discusión en torno a una política de reducción de daños  como estrategia de salud pública.

La estrategia de reducción de daños - basada en la menor cantidad de componentes deletéreos (químicos tóxicos) del cigarrillo electrónico vs el cigarrillo de combustión  - es reconocida por la FDA como una estrategia apropiada de salud pública para la disminución de la morbimortalidad asociada a la combustión del tabaco (2).

Por lo tanto “considerando que la nicotina es más dañina cuando es administrada a través de la combustión del tabaco, y para permitir tanto la deliberación científica como la innovación del producto, la FDA demorará la regulación del cigarrillo electrónico hasta agosto de 2022” (afirmación del 28 de julio de 2017) (2,3).

Pero como dijera Matthew L Myers (4), “en ausencia de una regulación gubernamental significativa,  dejamos esto en manos de  la industria y la salud pública pasa a ser secundaria”.

El éxito obtenido mundialmente en los últimos años en la reducción del tabaquismo gracias a políticas públicas que adhirieron al Convenio Marco para el Control del Tabaco de la OMS (5)  acentuó la necesidad de la industria tabacalera de la reconversión de una de las industrias que más dinero maneja en el mundo; como consecuencia los dispositivos ya no sólo tienen nicotina como una pretendida herramienta para dejar de fumar, sino que entregan otros productos como aromatizantes, saborizantes, tetrahidrocannabinol (THC, principio psicoactivo de la marihuana), y otros.

El público blanco de la industria ya ni siquiera parece ser el fumador que quiere dejar de fumar o transformar su uso (si es que no se convierte en un fumador dual), sino los adolescentes que la mayoría de las veces nunca fumaron tabaco. Lo que deja al descubierto que ya no es una herramienta para la cesación, sino un producto de venta más.

En EEUU el marketing (no sólo los sabores) dirigido a los nuevos consumidores adolescentes, es feroz. La asociación entre un estilo de vida, una apariencia de triunfador en la vida y el vapeo, está en toda la publicidad y merchandising.

En nuestro medio y en consonancia con las sociedades científicas que nos representan o representamos, y en un marco regulatorio regional en la misma dirección, la discusión entre los neumonólogos locales que atendemos todos los días  en nuestros consultorios, se ha dado en otro plano:  

  • ¿Qué daños pulmonares y/o sistémicos se producirían con la inhalación crónica de estos productos?
     
  • ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que pudiéramos verificar los daños a la salud que origina el cigarrillo electrónico?

Todo cambió el 25 de julio de 2019. Hace 7 meses.

En esa fecha el Departamento de Salud del estado de Wisconsin (EEUU) produjo una alerta sanitaria. Un sofisticado software que interconecta a casi todos los departamentos de emergencias de los hospitales de ese país y que tiene el objetivo de detectar sindromes, cualesquiera que sean, con el fin de defender al país de un posible ataque bioterrorista (6), sistema  dirigido por el Programa Nacional de Vigilancia Sindrómica (NSSP), con una sorprendente capacidad de análisis en tiempo real, detectó  un sindrome sin nombre hasta ese momento.

 

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