Algunas reflexiones | 18 JUN 12

Encarnizamiento terapéutico y muerte digna

El padre Rafael Velasco -sj- comparte con nuestros lectores algunas reflexiones a la luz de sus convicciones éticas y antropológicas.
Autor/a: Por Rafel Velasco SJ (sacerdote jesuita) Rector de la Universidad Católica de Córdoba Argentina 

Introducción

No pretendo en estas líneas establecer qué está bien o qué esta mal en un tema tan complejo; no pretendo tampoco decir a los médicos lo que deben hacer. Mi intención es más modesta: compartir algunas reflexiones personales a la luz de determinadas convicciones éticas y antropológicas. Reflexiones que espero sean un aporte para la formación humanística de futuros médicos y profesionales en ciencias de la salud.

“No mates a nadie”

Era el 6 de diciembre de 1936, en plena guerra civil española, cuando José María Gironella, adolescente, era llevado por su padre a la frontera con Francia para logar ponerse a salvo de la violencia. Cuando el joven fue revisado del lado francés, encontró en el bolsillo de su camisa una nota dejada a hurtadillas por su padre. La nota decía: “No mates a nadie, hijo”.

Llama la atención que en medio de la guerra el consejo de su padre fuera ese: No mates a nadie. Tal vez el contenido de esta anécdota pueda ser como la guía ética de la vida de todo ser humano: No mates a nadie.

Hablar de encarnizamiento terapéutico o ensañamiento terapéutico y de muerte digna, es abordar un tema complejo, que se enmarca en un contexto más amplio. La vida y la muerte son cosas serias, lo sabemos. Cuándo se ayuda a la persona a bien vivir y cuándo se la está forzando a prolongar un sufrimiento inútil, es una frontera a veces difusa y tenue. Otras veces es más clara y distinguible. La ley recientemente sancionada intenta dar algunas pautas.

Algunas complejidades

El tema es complejo y tiene muchas aristas. Se inscribe, por ejemplo, en el contexto de las luchas de laboratorios que dan muy buen dinero para probar medicamentos en enfermos, aún en enfermos que no tienen muchas posibilidades de sobrevida. Sabemos que hay mucha más flexibilidad en nuestros países en vías de subdesarrollo para aprobar protocolos, que en los países centrales a los que pertenecen los laboratorios que los patrocinan. En otras palabras, se puede experimentar más fácilmente en seres humanos en nuestras tierras, que en Europa o Estados Unidos. Eso es un elemento a tener en cuenta.

Hay también, entre medio, obras sociales que financian determinados tratamientos y otros no. Está el estado que también interviene; las apetencias de lucro y los principios más o menos laxos de los diversos actores de este proceso que involucra la salud de las personas.

Es parte de la cuestión, también, que el sistema de salud está cada vez mas precarizado. Al médico se lo considera un costo, una mercancía. Y que las drogas, que tal vez se han probado en seres humanos aquí, luego son inalcanzables para los bolsillos de la gente común.

Con estas cuestiones quiero señalar que los principios éticos no siempre se pueden abrir paso fácilmente en esta maraña de intereses. Un dicho antiguo dice que cuando el arquero practica por que sí, sólo tiene delante un blanco, pero cuando tira para ganar una medalla, tiene delante suyo dos blancos. La búsqueda de un premio se ha transformado en un blanco extra. Suele ocurrir lo mismo cuando se nos introducen intereses diversos a los objetivos que nos habíamos planteado, por ejemplo, al emprender una carrera o el ejercicio de una profesión. Puede ocurrir que se afrontó una carrera vinculada con el bienestar de las personas  para ayudar a que las personas vivan con salud, pero a lo largo de los años ese primer –y fundamental- blanco se nos oscurece, porque aparecen otros intereses que orientan ahora nuestras acciones.

El ejercicio de la medicina tiene una finalidad clara: aliviar al Paciente, es decir al “padeciente”. El ser humano sufriente es el destinatario de todo este esfuerzo científico y humano que es la medicina. La autoridad última del médico es la autoridad del que sufre. Pero si hay otros intereses en juego, otras exigencias y condicionantes… el blanco se hace borroso, o doble.

La pregunta fundamental

Pero entonces  la pregunta sobre el encarnizamiento terapéutico, sus límites y consecuencias debería tener como primera respuesta: hay que atender con sensibilidad a la autoridad del que sufre: el paciente. ¿De qué sirve prolongar un sufrimiento cuando ya no hay posibilidades ciertas de sanar a la persona? ¿Qué sentido tiene prolongar artificialmente una vida cuando ya no hay esperanzas de vida? Probar drogas nuevas o medios extraordinarios no siempre es signo de compasión, a veces es signo de empecinamiento o también de afán de lucro. Se hacen más caros los tratamientos y aunque lo pague la obra social y no los familiares que están sufriendo del lado de fuera de la puerta de la terapia, no es ético. Se llama robo. Manipulación humana para provecho propio.

La contracara es la de la muerte asistida, o suicido asistido, como se llama de manera eufemística a la eutanasia. “No mates a nadie”. Tampoco bajo una aparente compasión. La diferencia entre dejar que alguien muera en paz y hacerlo morir en paz es a veces muy difusa.

 

Comentarios

Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.

AAIP RNBD
Términos y condiciones de uso | Política de privacidad | Todos los derechos reservados | Copyright 1997-2024