Escepticemia, por Gonzalo Casino | 06 FEB 12

Demencia y sabiduría

Sobre el declive cognitivo en la edad media de la vida y la búsqueda de las claves de la longevidad mental
Autor/a: Gonzalo Casino Escepticemia

Realmente no hay que sorprenderse demasiado porque las funciones cognitivas ya den muestras de deterioro hacia la mitad de la cuarentena, como sugiere un reciente estudio publicado en el British Medical Journal (BMJ). Las capacidades físicas, desde la fuerza a la resistencia, empiezan a decaer mucho antes (probablemente nada más completarse el desarrollo), al principio de forma imperceptible y luego de forma cada vez más notoria. Lo realmente sorprendente es haber supuesto que el declive cognitivo no empezaba antes de los 60 años. Con las pruebas que aparecen ahora se han desatado las preguntas, las especulaciones preventivas y las alarmas por la sombra alargada de la demencia.

Tras un seguimiento durante más de una década de 5.198 hombres y 2.192 mujeres, el estudio publicado el 7 de enero de 2012 en el BMJ venía a concluir que, en las pruebas de memoria, razonamiento y fluidez verbal, las personas situadas en la franja de edad de 45-49 años ya presentaban un déficit cognitivo del 3,6% (tanto hombres como mujeres). El editorial de la revista británica (How early can cognitive decline be detected?) plantea que si el declive cognitivo es evidente ya en la cuarentena, los esfuerzos preventivos necesitan empezar mucho antes. De acuerdo, pero ¿qué se puede hacer?

Y esta pregunta se despliega en otros interrogantes que no tienen una respuesta clara, como por ejemplo: ¿Habría que hacer intervenciones diagnósticas generalizadas? ¿Hasta qué punto puede modificarse o revertirse la propensión a la demencia? La actual ignorancia sobre el cerebro y en envejecimiento cognitivo impide plantear estrategias preventivas bien fundamentadas, más allá de un vago “ejercitar la mente” y de la importancia de promover un estilo de vida saludable, especialmente cardiovascular, apoyado en la idea cada vez más consolidada de que lo que es bueno para el corazón es bueno para mente.

Herederos como somos del dualismo cartesiano, parece como si la mente hubiera quedado separada del cuerpo a la hora de plantearse medidas preventivas. A pesar de ciertos excesos e incongruencias de la medicina preventiva, aceptamos sin mayores problemas los chequeos físicos y las pruebas de despistaje. Pero con la mente y el cerebro andamos un tanto despistados. Los exámenes sobre las capacidades cognitivas no están todavía implantados y los estudios sobre la utilidad de los programas específicos de brain training no acaban de demostrar su utilidad, como mostraba un estudio publicado en Nature el 20 de abril de 2010 (Putting brain training to the test).

El su libro La paradoja de la sabiduría, el neuropsicólogo Elkhonon Goldberg planteaba la interesante hipótesis de que el cerebro pierde con los años agilidad y destreza mental, pero gana comprensión intuitiva; pierde potencia bruta en la resolución de problemas, pero gana sabiduría cognitiva o, dicho en términos menos poéticos y más científicos, mejora en el reconocimiento de patrones. Este discípulo de Alexander Luria sostiene que, con los años, el cerebro izquierdo, más especializado en el procesamiento de patrones, gana en relevancia al derecho, más enfocado en la novedad. “Si valoramos la sabiduría”, escribe, “entonces la vejez es un justo precio a pagar por ella”.

 

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