Búhos y alondras | 21 ABR 08

Los adolescentes tienen un reloj biológico distinto

Duermen menos que los adultos porque fisiológicamente tienen una tendencia a acostarse más tarde. Y como tienen que levantarse más temprano para cumplir con sus obligaciones escolares, no logran descansar lo suficiente.
Fuente: Clarín 
Por: Fernando Soriano

Esa maldita costumbre que tenés de acostarte a cualquier hora. ¿Ves? Ahora no podés despegarte de la cama". ¡Levantate de una vez!". ¿Cuántas veces han sentido los adolescentes que el refrán "Al que madruga, Dios lo ayuda" era, como poco, una sentencia injusta? Gracias a un estudio publicado por investigadores australianos, los chicos tendrán derecho a pedirles a sus padres que suspendan las recriminaciones. Y que los entiendan. Luego de profundizar sobre el sueño de más de 310 estudiantes (tanto en época de clases como en vacaciones), los expertos concluyeron -una vez más- que su actitud remolona no es una rebeldía. Los chicos tienen una razón fisiológica: poseen un reloj biológico distinto que los induce a quedarse despiertos hasta más tarde. Y como tienen que levantarse temprano para cumplir con sus obligaciones escolares, no logran dormir lo suficiente.

Según la investigación, la mayoría de los adolescentes está obligada (para ir al colegio u otras actividades) a despertarse hasta dos horas y media antes de lo que exige su ritmo natural. Por eso, en época escolar duermen exactamente una hora y 17 minutos menos por noche respecto de las vacaciones. En el informe también se muestra que los chicos creen que necesitan unas ocho horas y 45 minutos de sueño diario cuando van al colegio, pero sin esa obligación duermen nueve horas y 12 minutos.

Las consecuencias no tardan en aparecer. Recién empiezan a sentirse frescos y listos para trabajar una hora después de entrar a clase. Por la falta de sueño, además, sienten irritabilidad y tristeza. "El ingreso temprano a clases hace que acumulen sueño y muestren desánimo", explican Greg Murray, Suzanne Warner y Denny Meyer, de la Universidad Tecnológica de Swimburne, Australia, en su trabajo publicado en el Journal of Adolescence.

"Los seres humanos tenemos preferencias diferentes en cuanto a los horarios para realizar nuestras actividades, lo que en cronobiología -disciplina que estudia los ritmos de las funciones corporales- se conoce como cronotipos. Así como los ancianos tienden a ser más matutinos (o 'alondras'), los adolescentes son típicos 'búhos', es decir, a la mañana están medio zombies y recién comienzan a ser personas hacia la tarde, con una preferencia hacia actividades más tardías", explica Diego Golombek, biólogo e investigador del Conicet.

"El adolescente tiene una especie de desprecio por el sueño; dormir es una pérdida de tiempo. Todo es más importante que eso: chatear, escuchar m&uac
 

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