Pero estas equivocaciones deben ser en el más alto entendido de la ética profesional para que sean sólo eso, errores.
A los errores en medicina se les conoce como mal praxis o iatrogenia; esta palabra proviene del griego iatos (que significa médico) y genia (que quiere decir origen). Este vocablo inmediatamente nos lleva a pensar en verdaderos daños causados por el odontólogo que pueden dejar secuelas graves tanto en la oclusión como en la cara de los pacientes.
Tales errores se cometen principalmente por omisión del diagnóstico y en los peores casos por la falta total de conocimiento del odontólogo, por lo cual es de suma importancia estar enterado de los principales auxiliares del diagnóstico si se pretende realizar cualquier tipo de intervención ortodóntica (un simple manejo del espacio, desgastes secuenciales en tratamientos de ortodoncia preventiva, una extracción seriada, colocación de aparatología fija o removible en ortodoncia interceptiva o un tratamiento de ortodoncia correctiva).
La mayoría de los errores que producen problemas ortodónticos tiene lugar durante la dentición temporal y la etapa de recambio de los dientes a permanentes (dentición mixta). Durante estos procesos pueden ser necesarias la ortodoncia preventiva y la interceptiva; la primera se entiende como la prevención de interferencias potenciales que inciden en el desarrollo oclusal y la segunda como la eliminación de interferencias ya presentes en los factores clave que participan en el desarrollo de la dentición.1 Es así como la ortodoncia preventiva se relaciona con la conservación de espacios, tratamiento oportuno y correcto de la caries dental y la eliminación de hábitos. En este aspecto aparecen los primeros errores con caries clase II deficientes, coronas mal ajustadas o extracciones prematuras.
Recordemos que la dentición temporal es la guía para la erupción de los dientes permanentes y las extracciones en dentición temporal, ya sea por necesidad (caries) o indicadas por tratamiento, las cuales representan un reto diagnóstico y de conocimiento tanto del crecimiento y desarrollo cráneo- facial, de la formación y maduración dental, como de las diferentes secuencias de erupción que se pueden presentar. De ahí que el manejo del espacio es de vital importancia para el desarrollo de una correcta arcada dental y una adecuada oclusión.