Enfermedad de Barrett

Manejo del esófago de Barrett

Se analizan las distintas estrategias tendientes a disminuir la mortalidad por cáncer en pacientes con esófago de Barrett.

Autor/a: Dr. Stuart Jon Spechler

Fuente: BMJ 2003; 326: 892-894

Indice
1. Desarrollo
2. Bibliografía
3. Estrategias de manejo

En el esófago de Barrett (EB) el epitelio escamoso estratificado que normalmente cubre el esófago distal es reemplazado por un epitelio columnar anormal que tiene características intestinales [1].

El epitelio anormal (llamado metaplasia intestinal especializada) habitualmente muestra evidencia de daño del ADN que predispone a la malignidad [2] y la mayoría de los adenocarcinomas del esófago parecen provenir de este tejido metaplásico [3].
El EB afecta principalmente a los hombres blancos, entre los cuales la incidencia de adenocarcinoma esofágico se ha más que cuadriplicado en las pasadas décadas [4]. El dilema es conocer que hay que hacer para prevenir que el EB se transforme en un cáncer esofágico.

El EB se desarrolla como consecuencia de una enfermedad por reflujo gastroesogágico (ERGE) crónica y es usualmente descubierto durante una endoscopía realizada para evaluar los síntomas de la enfermedad por reflujo. Los endoscopistas reconocen el EB a causa de que el color rojo apagado del epitelio columnar metaplásico contrasta marcadamente con el pálido brillante del escamoso normal (Figura 1).


· FIGURA 1: Segmento largo de esófago de Barrett. El rojo apagado del epitelio columnar metaplásico contrasta marcadamente con el pálido brillante del escamoso normal.

El EB se clasifica como segmento largo o segmento corto dependiendo de si la metaplasia intestinal especializada se extiende 3 centímetros o más por arriba de la unión gastroesofágica [5]. Entre los pacientes que reciben endoscopía por los síntomas del reflujo, se encuentra un EB de segmento largo en el 3-5% y de segmento corto en el 10-15% [1]. Aunque no está claro si los segmentos largos y cortos del Barrett tienen la misma patogénesis y riesgo de malignización, las dos condiciones se manejan de la misma manera.

El EB es un fuerte factor de riesgo para el adenocarcinoma esofágico, una neoplasia maligna letal; pero distintos estudios han hallado que la sobrevida de los pacientes con EB no difiere significativamente de la de los individuos de la población general [6]. Esta paradoja aparente puede ser explicada por la incidencia absoluta baja (más que por la relativa alta) del cáncer en pacientes con EB. Los datos actuales indican que los pacientes con EB desarrollan adenocarcinoma esofágico a una tasa del 0.5% por año, tasa que es más de 30 veces superior a la de la población general, pero en baja en términos absolutos [7].

Los estudios de sobrevida en pacientes con EB han sido realizados principalmente en pacientes añosos en los que el riesgo de muerte por desórdenes habitualmente letales (infarto de miocardio, accidente vásculo-encefálico) excede largamente su riesgo anual del 0.5% de adenocarcinoma esofágico [8]. Un estudio a largo plazo de pacientes jóvenes con EB podría mostrar que esta condición acorta la vida, pero dicho estudio aún no ha sido publicado.

Artículo comentado por el Dr. Rodolfo Altrudi, editor responsable de IntraMed en la especialidad de Cirugía General.