"Lo que la gente realmente quiere no es el conocimiento sino la certidumbre." Bertrand Russell
Nuestras controversias actuales expresan más la lealtad a una tribu intelectual que el intercambio de ideas que busca el conocimiento común. En la era de la posverdad simulamos intercambiar ideas mientras luchamos por nuestras identidades tribales. Ninguna controversia se resuelve cuando los disputantes afirman "yo pienso", pero en realidad sienten: "yo soy". Son identidades y no ideas en pugna. Las afirmaciones dejan de referirse a los hechos (fácticas) para referise a juicios morales (normativas). Pero el "deber ser" nunca se deduce del "ser", es una falacia. Deducir oraciones normativas a partir de oraciones descriptivas es lógicamente imposible. Ejemplo: Una persona come mucho (se refiere al "ser", descriptivo); entonces esa persona debe ser golosa e incontinente (se refiere al "deber ser", normativo).
En la era de la polarización y la indignación, las discusiones son insolubles porque ignoran la fisiología. La certeza es una emoción que se percibe como una cognición. Y esto es igual para quien afirma una verdad basada en pruebas como para quien afirma una falsedad sin ellas. Vivimos rodeados de afirmaciones plausibles, creíbles, pero falsas. La verdad se ha subordinado a las pasiones. Este fenómeno no es ni inocente, ni espontáneo, es manipulativo.
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"Hay ciertas creencias que son tan estúpidas que tienes que ser muy inteligente para creerlas y sostenerlas." (Daniel Williams).
Muchas discusiones NO pueden resolverse porque mientras creen referirse a los “mismos hechos” (lenguaje objeto) en realidad se refieren a la significación de los hechos (metalenguaje). Así, las conclusiones de cada uno son internamente coherentes pero mutuamente inconmensurables. La condición de posverdad no se trata de la negación de los hechos tal como se entienden ordinariamente. En cambio, se trata de la negación de un contexto privilegiado en términos del cual se debe entender el significado de los hechos. La disputa es por la legitimidad de los marcos de referencia a los que se apela para validar los datos: la ciencia, la religión, la ideología, la cultura, la tribu, etc.
En ciertas circunstancias, cuando una creencia que es relevante para la identidad de una persona es cuestionada por una evidencia contradictoria, solo se fortalece. La inteligencia podría ayudarte a distinguir creencias verdaderas de falsas. Pero también ayuda a encontrar racionalizaciones más creativas para justificar lo que ya crees. Los tipos de creencias que maximizan las recompensas sociales no son idénticos a los tipos de creencias mejor respaldadas por la evidencia disponible. Son creencias socialmente adaptativas, es decir, creencias formadas y mantenidas debido a sus efectos sobre otras personas. Una creencia tiene muchas funciones, no solo epistémicas, la mayoría cumplen funciones de señalización social o de pertenencia tribal.
La demanda de razones para creencias que ya tenemos ha creado un 'mercado de racionalizaciones' en el que muchos medios de comunicación ya no se sostienen por una demanda de información y búsqueda de la verdad, sino por su cómoda efectividad para masajear las creencias existentes con justificaciones a la medida del consumidor.
Aceptar creencias falsas no refleja una falta de respeto por la verdad. Las creencias de casi todo el mundo se explican por la confianza justificada racionalmente en algunas fuentes en lugar de otras y porque una creencia tiene más motivaciones que la de ser verdadera. Esto nos permite explicar por qué las personas tienen creencias falsas.
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"Más información y comunicación no esclarecen el mundo por sí mismas. Y la transparencia tampoco lo hace clarividente. El conjunto de información por sí solo no engendra ninguna verdad." (Byung Chul Han, EN el enjambre")
De acuerdo con la narrativa de la posverdad, las personas pueden tener creencias falsas o extrañas porque ya no están limitadas por la evidencia. De acuerdo con otra visión mucho más aceptada en los círculos académicos, las personas llegan a tener creencias extrañas porque la formación de creencias humanas está poderosamente influenciada por la cognición motivada: una disposición a aceptar afirmaciones que son agradables para nosotros por sobre aquellas que no lo son. El sesgo de confirmación es un mecanismo central para la creencia motivada que promueve un tratamiento asimétrico de la evidencia: examinamos cuidadosamente la evidencia que entra en conflicto con nuestras actitudes y con nuestras creencias anteriores (modelo generativo de inferencias), buscando razones para rechazarla;, pero aplicamos un escrutinio mucho menos riguroso a la evidencia que congenia con nuestros puntos de vista.
Una forma saludable de analizar este tema es admitir que nadie está a salvo de tener creencias alejadas de la verdad y que las razones para ello son múltiples y poderosas. En todo caso, la única estrategia razonable parece ser admitir que es más probable que seamos víctimas que jueces. Eso es un "hecho", y debería tanto atenuar la crispación como alentar la necesaria humildad epistémica que estos ásperos tiempos reclaman.
Daniel Flichtentrei (IntraMed)