Introducción
Las crecientes tasas de obesidad infantil han llevado a estudiar más a fondo los alimentos disponibles en el entorno y el rol de los alimentos que se ingieren en la escuela en la ingesta total de alimentos de niños y adolescentes. Muchos estudios han examinado la relación entre las comidas que ofrece el Programa Nacional de Nutrición Escolar (NSLP por sus siglas en inglés) y los hábitos alimenticios, y han concluido que quienes participan en el NSLP ingieren más frutas y verduras; más grasas, grasas saturadas y sodio; y menos azúcar y gaseosas que quieres no participan (1,2). El NSLP establece pautas nutricionales para todas las comidas que se sirven a los estudiantes en el marco del programa. Durante años, muchos de los alimentos que se vendían fuera del NSLP, también llamados "alimentos competitivos", no estuvieron sujetos a las mismas pautas. La disponibilidad de alimentos competitivos en las escuelas se ha asociado con hábitos alimenticios poco saludables, como una mayor ingesta de grasas saturadas (3) y bebidas endulzadas artificialmente (4) y un menor consumo de frutas y verduras (2-5). Dadas las inquietudes acerca del impacto de los alimentos competitivos en la dieta de los niños en edad escolar, recientemente el Instituto de Medicina hizo algunas recomendaciones sobre estándares para una nutrición adecuada y estableció pautas sobre la disponibilidad y el consumo de alimentos y bebidas competitivos en las escuelas (6). Como consecuencia, los estados y distritos escolares están comenzando a regular el contenido nutricional de los alimentos competitivos (7).
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