¿Por qué también es un problema médico? | 02 JUN 21

Clínica de la soledad

Cada vez más personas afrontan una vida en la que están emocionalmente aisladas unas de otras y pagan altos costos en su salud
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“Y cuando nadie te despierta por la mañana, y cuando nadie te espera en la noche, y cuando puedes hacer lo que quieras. ¿Cómo lo llamas? ¿Libertad o soledad?". Charles Bukowski 

Severo (relato)

Hace algunos meses Severo perdió a su mujer, Lucía. Convivieron durante más de 50 años en una casa humilde de un barrio obrero del Gran Buenos Aires. Allí nacieron sus cuatro hijos, tres mujeres y un varón, todos graduados universitarios. Él trabajó treinta años en una fábrica de carrocerías de camión hasta que lo despidieron cuando el establecimiento cerró. Desde entonces mantuvo su hogar haciendo de pintor, albañil, plomero, jardinero, en todos los casos con extraordinaria habilidad. Nunca les faltó nada, pero nunca les sobró nada. Jamás tuvieron vacaciones ni salieron de la ciudad.

Hace dos años Lucía tuvo un accidente cerebrovascular hemorrágico que la dejó hemipléjica y afásica. Severo salía muy temprano a trabajar después de dejar a su mujer bañada y alimentada al cuidado de los vecinos. Sus hijos se turnaban para pasar cada vez que podían. Por las noches se acostba a su lado y le contaba historias de infancia y juventud. Ella le apretaba la mano a medida que la narración se ponía intensa o los recuerdos la emocionaban. A veces soltaba una lágrima que él besaba sobre sus mejillas.

Murió hace seis meses durante una noche helada. En paz, envuelta en el silencio al que su cerebro la había condenado. Severo se quedó hasta la mañana abrazado a su cuerpo contándondole al oído las últimas historias de una larga vida compartida. Cuando salió el sol llamó a sus hijos..., y la soltó.

Desde entonces comenzó a bajar de peso, a tener disnea, tos y deterioro cognitivo. Todos sus exámenes fueron normales. Ningún tratamiento modificó sus síntomas. Dejó de caminar, de hablar, de ver el fútbol por TV. Anoche su hija menor me llamó para avisar que lo encontraron muerto, solo, en la misma cama en la que falleció Lucía. Les costó mucho quitarle el portarretrato con la foto de casamiento que apretaban con rigidez cadavérica las manos de Severo.

La especie que somos

Somos una especie gregaria por naturaleza. Nuestra evolución está ligada de manera determinante a la convivencia con otros. La biología ha configurado a los humanos con dispositivos especialmente adaptados a la vida en comunidad. La pérdida del contacto con nuestros semejantes genera reacciones desadaptativas con un alto costo para la salud. Somos mamíferos ultrasociales cuyos cerebros están conectados para responder a las señales de otras personas.

Los humanos primitivos tenían más probabilidades de sobrevivir cuando se mantenían unidos. La evolución seleccionó la preferencia por los fuertes vínculos humanos a través de genes que recompensan el placer de la compañía y producen sentimientos de malestar al enfrentar el aislamiento. La evolución nos configuró no solo para sentirnos bien con la conexión social, sino para que ello nos aporte una sensación de seguridad ante las amenazas del ambiente.

La pérdida del contacto con otros enciende los mecanismos fisiológicos del peligro y la amenaza codificados en nuestros genes. Las consecuencias no solo son cognitivas y emocionales sino también el producto de una cascada de acontecimientos mediante los cuales la fisiología se perturba de manera muy significativa.

  • Las sociedades occidentales han degradado gregarismo humano de una necesidad a un hecho incidental.
     
  • Cada vez más personas aceptan una vida en la que están físicamente y emocionalmente aislados el uno del otro.
     
  • Nuestro medio ambiente ha cambiado, sin embargo nuestra fisiología ha permanecido igual.
     
  • Somos las mismas criaturas vulnerables que se amontonaban ante los terrores nocturnos como hace sesenta mil años.
     
  • El altruismo recíproco está codificado en los genes de la especie.

La regulación de las emociones para reducir la angustia parece ser un comportamiento humano fundamental que no solo ocurre dentro de nosotros, sino entre nosotros. Constantemente estamos consolando a los demás y siendo consolados por otros semejantes. Desafortunadamente, la medicina, la psiquiatría y la psicología convencionales, así como el movimiento de autoayuda, están agobiados por la expectativa de que las habilidades de autorregulación son un asunto estrictamente personal y deben dominarse para lograr el bienestar. Los humanos nos regulamos alostáticamente unos a otros en comunidad. No estamos condenados a la resolución individual intrapsíquica de nuestros conflictos que, en general, están fuertemente modulados por el ambiente.

"Uno de mis colaboradores en Uganda es Byamah Mutamba: sus padres lo llamaron "Mutamba", que significa "uno que cura la soledad"; nunca ha habido un nombre más apropiado para un psiquiatra talentoso. Su  terapia psicológica tiene un único mensaje: "No estás solo". Ese es su único remedio."

Las demostraciones de consuelo emocional probablemente evolucionaron debido a una mayor complejidad en la forma en que los animales comunican su angustia. Si un mono verde ve una serpiente y reacciona con miedo, a otros monos del grupo les irá mejor si pueden reaccionar rápidamente interiorizando ese miedo, en lugar de esperar a ver la serpiente por sí mismos.

Sin embargo, a medida que las relaciones emocionales se vuelven más complejas, hay momentos en los que no se necesitará una respuesta conductual extrema, incluso si se siente así. Los miembros del grupo necesitan manejar esas reacciones dentro de un sistema inmunológico social.

En términos de neurociencia, a menudo pensamos en el lóbulo frontal de evolución posterior como la parte del cerebro responsable de la regulación emocional: frena o modifica la actividad en las áreas más 'primitivas' del cerebro, como la amígdala, asociadas con el miedo y la angustia. Pero nuestras relaciones sociales también juegan este papel de reducir los estados de angustia. Los amigos, la familia y los grupos sociales son una especie de "lóbulos frontales extendidos", como le gusta decir al psiquiatra James Griffith. Nos ayudan a calmarnos y hacer frente a la pérdida, el trauma y la violación. Podemos mapear estos procesos en nuestra vida diaria.

Ver a otros en un estado de desesperación puede hacernos llorar. Cuando vemos a alguien que tiene miedo, nos ponen en alerta ante la posibilidad de un peligro cercano. Este contagio emocional nos pondría a todos en un desorden total si el dolor, el pánico o la ira simplemente pasaran sin cesar de un miembro del grupo al siguiente. Cuando eso sucede, tenemos violencia de masas. Sin embargo, esa no es la respuesta típica, porque podemos replantear el sufrimiento de los demás incluso cuando lo sentimos nosotros mismos. Lo organizamos, le damos sentido y lo aliviamos. Entonces podemos responder a la otra persona en peligro. Comunicamos implícita y explícitamente cómo se puede calmar la angustia. Esto podría ser a través de la presencia física, como sentarse juntos o simplemente dar un abrazo.

(Global Mental Health, Anthropological Perspectives. Brandon A Kohrt, Emily Mendenhall)

Un migrante es consolado por un miembro de la Cruz Roja española (Luna Reyes) cerca de la frontera de Marruecos y España, en el enclave español de CeutaUn migrante es consolado por un miembro de la Cruz Roja española cerca de la frontera de Marruecos y España, en el enclave español de Ceuta. (Diario El País, Madrid)

Por diversas razones, a menudo no consideradas en la agenda médica, la soledad se ha convertido en un grave problema de salud pública. La necesidad de una conexión social significativa, y el dolor que sentimos sin ella, son características definitorias de nuestra especie. Nuestro bienestar está intrínsecamente vinculado a las vidas de los demás. Pero vivimos una cultura que nos repite con insistencia que vamos a prosperar a través del interés propio, de la competencia y el individualismo extremo.

"Sin la presencia del otro, la comunicación degenera en un intercambio de información: las relaciones se reemplazan por las conexiones, y así solo se enlaza con lo igual; la comunicación digital es solo vista, hemos perdido todos los sentidos; estamos en una fase debilitada de la comunicación, como nunca: la comunicación global y de los likes solo consiente a los que son más iguales a uno; ¡lo igual no duele!"

"La pérdida de la esfera pública deja un vacío en el que se derraman intimidades y cosas privadas. En lugar de lo público se introduce la publicación de la persona. La esfera pública se convierte con ello en un lugar de exposición. Se aleja cada vez más del espacio de la acción común."

"La preocupación por la buena vida, que también incluye la vida como miembro de la comunidad, está cediendo cada vez más a la simple preocupación por la supervivencia."

"La sociedad del siglo XXI ya no es una sociedad disciplinaria, sino una sociedad de logros. Sus habitantes ya no son" sujetos de obediencia "sino" sujetos de logro". Son empresarios de sí mismos. La sociedad del logro crea depresivos y perdedores. La depresión es la enfermedad de una sociedad que sufre de excesiva positividad. Refleja una humanidad librando una guerra sobre sí misma."

"La depresión, que a menudo culmina con el agotamiento, se deriva de una auto-referencia excesiva, sobreexcitada y excesiva, que ha asumido rasgos destructivos. El sujeto agotado y depresivo de los logros se agota, por así decirlo. Está cansado, agotado por sí mismo, y en guerra consigo mismo. Totalmente incapaz de dar un paso hacia afuera, de estar fuera de sí mismo, de confiar en el Otro, en el mundo, se cierra la boca a sí mismo; paradójicamente, esto lleva al yo a vaciarse y vaciarse."

"Desde un punto de vista patológico, el incipiente siglo XXI no está determinado ni por las bacterias ni por los virus, sino por las neuronas. Las enfermedades neurológicas como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (DBP) y el síndrome de agotamiento marcan el paisaje de la patología a principios del siglo veintiuno. No son infecciones, sino infartos; no se derivan de la negatividad de lo que es inmunológicamente extraño, sino de un exceso de positividad. Por lo tanto, eluden todas las tecnologías y técnicas que buscan combatir lo que es ajeno."

 Que la ruptura social no se trate como un problema médico con la misma transparencia con la que tratamos un hueso roto, es simplemente porque no podemos verla. Sin embargo las neurociencias han demostrado que el dolor social y el dolor físico son procesados por los mismos circuitos neuronales.

En humanos como en otros mamíferos sociales, el contacto reduce el dolor físico.

Abrazamos a nuestros hijos cuando se lastiman precisamente porque el afecto es un poderoso analgésico. Los opioides alivian tanto el dolor físico como la angustia de la separación.

Cognición Social

  • El sentido que le damos a nuestras interacciones con los otros se denomina cognición social. Es el estudio de la manera en que la gente procesa la información social, en particular su codificación, almacenamiento, recuperación y aplicación en situaciones sociales.
     
  • La neurociencia cognitiva social es la investigación del origen biológico de la cognición social, es decir, los procesos que suponen la interacción con miembros de la misma especie.
     
  • Se refiere a los muchos procesos diferentes mediante los cuales las criaturas entienden y dan sentido al mundo.
     
  • La percepción, la atención, la memoria y la planificación de la acción son ejemplos de procesos cognitivos. Todos estos procesos son importantes en las interacciones sociales y el estudio del procesamiento de la información en un entorno social (cognición social).

Definiciones

Soledad y solitud

  • SOLEDAD: estar solo que se autopercibe como emoción negativa, aversiva y se padece. Es un estado PERCIBIDO por el sujeto más que uno objetivo percibido por otros.
     
  • SOLITUD: estar solo en un estado de compromiso positivo y constructivo con uno mismo. Es un estado buscado por el sujeto y percibido como emoción profunda y positiva.
 

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