Es 'esencial' una vacuna 'segura' y al menos 'moderadamente eficaz'

Para acabar con el SIDA sigue siendo necesaria una vacuna

Un estudio en New England Journal of Medicine reitera que la manera más eficaz de poner fin a la pandemia del VIH es mediante una vacuna segura y eficaz, que esté al alcance de todos.

Fuente: Madrimasd

FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A.

Menor número de fallecimientos por el VIH y más y mejores herramientas de prevención y tratamiento para esta pandemia. Un mayor acceso a los tratamientos, promoción de la prevención mediante los preservativos y el uso de jeringuillas limpias, la profilaxis postexposición o la prevención de la transmisión del virus madre-hijo parece estar controlando la infección pero, según se pregunta Anthony S. Fauci en un extenso artículo en NEJM, ¿seguimos necesitando una vacuna?

Si hemos conseguido reducir la incidencia de la epidemia, teniendo en cuenta los continuos fracasos los esfuerzos para obtener una vacuna preventiva, ¿merece la pena seguir gastando tanto dinero y tanto esfuerzo?

Fauci y Hilary D. Marston, del National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID), creen que la respuesta a esa cuestión es clara. "Por supuesto que sí".

Los expertos advierten que hay "barreras importantes a la prevención del VIH que sin duda obstaculizarán los esfuerzos de salud pública". Y la más difícil será "el comportamiento humano".

¿Por qué?

Dice Fauci, director del NIAID, que la prevención de la infección por el VIH exige una acción individual que requiere que las personas tomen decisiones de salud positivas; sin embargo, el contexto social afecta el comportamiento individual y con frecuencia influye negativamente en la efectividad de las intervenciones preventivas biomédicas.

Por ejemplo, aclara, "los factores culturales probablemente han frenado la adopción de la circuncisión masculina y factores legales también retrasan el progreso, ya que la homosexualidad sigue siendo ilegal en más de 70 países". Y en cuanto al empleo, dice Fauci que es igualmente complejo, ya que, por ejemplo, "sólo una cuarta parte de las personas infectadas por el VIH en EE.UU. siguen con éxito el tratamiento y tienen una carga viral indetectable.

Es decir, las intervenciones de salud alcanzan al 75% de las personas infectadas en este país, y es posible que estos porcentajes sean mayores en otros países". Desde luego, es una situación que no podemos permitir, reconoce. Incluso si se aplicaran de manera óptima los esfuerzos de prevención para lograr una tasa de infección de cercana al cero, cualquier rebrote del virus amenazaría este éxito. "Ya lo hemos visto, por ejemplo, con la malaria en Zanzíbar".

Por lo tanto, apunta, aunque podría ser posible controlar, e incluso poner fin a la pandemia del VIH y el sida, mediante intervenciones existentes creemos que es 'esencial' una vacuna 'segura' y al menos 'moderadamente eficaz'.

Sin embargo, el camino VIH no ha sido, ni será fácil. A pesar del compromiso global, las primeras décadas de esfuerzo científico sólo trajeron decepción tras decepción. Entre 2007 y 2013, se diseñaron tres grandes ensayos con la vacuna de células T. En 2012, un éxito inesperado ocurrió en un ensayo de vacuna (RV 144), realizado en Tailandia, aunque su eficacia era apenas de un 31%.

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Aunque todo este esfuerzo de investigación aún no se ha traducido en una vacuna viable, ha permitido obtener una mejor comprensión de los mecanismos inmunitarios y la interacción del organismo con el virus, que ha abierto nuevas vías de investigación insospechadas y que alimentan el optimismo sobre la posibilidad de que se alcance el éxito en un plazo de tiempo razonable.

En su conclusión, los autores reiteran su convicción de que la manera más eficaz de poner fin a la pandemia del VIH reside en la inclusión dentro de las intervenciones preventivas disponibles de una vacuna segura y eficaz, que debería estar disponible a todas las personas que lo necesiten.

Autor:   R.I.

¿Es necesaria una vacuna para acabar con la epidemia del VIH?
Fuente: The New England Journal of Medicine

A pesar de que el VIH sigue constituyendo una grave infección que afecta de forma desproporcionada a los países y poblaciones con menos recursos, también es cierto que a lo largo de la pasada década, se ha registrado un importante descenso en el número tanto de muertes relacionadas con el sida como en el de nuevas infecciones, según se constata en los datos del Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre VIH/Sida (ONUSIDA).

Este descenso se ha producido gracias a la implementación y ampliación del acceso a distintas medidas preventivas y también a la terapia antirretroviral. En este contexto mundial, Antony Fauci y Hilary Marston (de los Institutos Nacionales de Alergias y Enfermedades Infecciosas, NIAID, de Estados Unidos) reflexionan sobre el papel que puede desempeñar una vacuna contra el VIH y apuestan por ella como una herramienta fundamental, dentro del abanico de opciones preventivas ya existentes o en investigación, para poner fin a la epidemia.

Los esfuerzos preventivos del VIH han ido incorporando nuevas herramientas más allá de la simple provisión de preservativos y material de inyección estéril. Así, se calcula que el adecuado manejo del riesgo de transmisión del virus de madre a hijo durante el embarazo y el parto ha evitado más de 1 millón de muertes infantiles en todo el mundo; además diversos estudios determinan que la circuncisión reduce en dos tercios el riesgo de infección por VIH en hombres y el uso de fármacos antirretrovirales también ha demostrado su eficacia en su uso como profilaxis pre y postexposición, por poner algunos ejemplos de nuevas intervenciones preventivas de eficacia probada.

A todo esto se ha unido la evidencia de que la terapia antirretroviral no sólo ayuda a prolongar y mejorar la calidad de vida de las personas con VIH, sino que el control de la carga viral tiene también un efecto protector al reducir en gran medida la posibilidad de transmitir el virus a terceras personas.

Es más que probable que la combinación de todos estos métodos y su despliegue estratégico siga reduciendo la incidencia de VIH en el mundo. Los representantes de los NIAID se plantean el papel de una vacuna en este escenario y empiezan recordando que a pesar de este éxito evidente, aún queda mucho por hacer y estas intervenciones se encuentran con distintos factores sociales, educativos, legales y económicos que impiden su desarrollo óptimo y que podrían superarse con una vacuna.

Por ejemplo, los factores culturales pueden afectar a la implementación de la circuncisión en determinados países o poblaciones, al igual que los problemas de criminalización de la transmisión del VIH pueden afectar negativamente a los esfuerzos de detección y prevención. Por otro lado, también existen problemas económicos y éticos que podrían dificultar la provisión de forma generalizada de una profilaxis basada en fármacos.

De igual modo, razonan los autores, habría que tener en cuenta que el uso de tratamiento como prevención plantea sus propias limitaciones: En Estados Unidos, sólo la cuarta parte de las personas con VIH tienen una carga viral indetectable gracias al tratamiento, lo que podría interpretarse que la ventaja en la menor capacidad de infección no se estaría cumpliendo para 75% de las personas con VIH.

Además, los portavoces de NIAID señalan otro aspecto que suele pasarse por alto; el riesgo de que se produzca una recidiva a nivel mundial. Históricamente ha habido casos de enfermedades que han rebrotado cuando parecía que estaban casi controladas (fundamentalmente debido a una menor financiación de los mismos esfuerzos preventivos que habían sido exitosos cuando el objetivo ya parecía alcanzado) y Fauci considera que algo así podría suceder también en el caso del VIH, especialmente si no se cuenta con una solución sostenible, como sería la vacuna.

Por todos estos motivos, los autores consideran que aunque podría ser posible controlar, o incluso poner fin, la epidemia del VIH empleando las intervenciones existentes, para alcanzar este resultado de una manera más rápida y definitiva sería esencial contar con una vacuna segura, aunque su eficacia preventiva no sea de 100%.

Sin embargo, la tarea de desarrollar una vacuna contra el VIH ha demostrado ser mucho más compleja de lo que se preveía, y el original optimismo con el que se afrontó esta tarea pronto se vio enfriado por una sucesión de fracasos, que llevó incluso a plantear si una vacuna preventiva era realmente posible. No fue hasta el año 2009 en que los resultados del ensayo RV144 proporcionaron la primera prueba de concepto de una vacuna, al conseguirse una modesta protección (aproximadamente de 31%) con el régimen de vacunación probado en dicho estudio.

Aunque todo este esfuerzo de investigación aún no ha traducido en una vacuna viable, ha permitido obtener una mejor comprensión de los mecanismos inmunitarios y la interacción del organismo con el virus, que ha abierto nuevas vías de investigación insospechadas y que alimentan el optimismo sobre la posibilidad de que se alcance el éxito en un plazo de tiempo razonable.

En su conclusión, los autores reiteran su convicción de que la manera más eficaz de poner fin a la pandemia del VIH reside en la inclusión dentro de las intervenciones preventivas disponibles de una vacuna segura y eficaz, que debería hacerse disponible a todas las personas que lo necesiten.

Puede consultar el artículo completo, en inglés: http://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMp1313771