¿Los aparatos inteligentes nos pueden volver tontos?
Durante mucho tiempo, los escritores se han instalado en lugares de retiro de los bosques para aislarse del mundo exterior y concentrarse en la página en blanco, pero cada vez es más difícil mantenerse alejado del mundo conectado. Algunos de esos retiros permiten acceso inalámbrico a estudios de escritura, mientras que otros, como Yaddo y MacDowell, limitan la posibilidad de navegar por la Red a sus bibliotecas.
"A veces, la gente se sorprende de su propia reacción" al desconectar, explica a The New York Times David Macy, director de MacDowell. "Incluso existe una denominación médica para ello, o puede que sea el nombre que le dio (el periódico satírico) The Onion: "Ansiedad provocada por no estar en una zona con conexión inalámbrica".
Algunos autores han instalado programas como Freedom y SelfControl para intentar limitar la navegación por Internet. El novelista estadounidense Jonathan Franzen extrajo la tarjeta inalámbrica del ordenador y cortó el cable Ethernet para convertirlo en una máquina de escribir sin acceso a Internet, informa The Times. El intento de minimizar las distracciones entraña algo más que nobleza. Las interrupciones nos idiotizan, según una investigación del Laboratorio de Interacción entre Humanos y Ordenadores de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, Pensilvania.
Los investigadores se propusieron calcular la potencia cerebral que se pierde cuando alguien es interrumpido, ya sea por una llamada telefónica o un correo electrónico, según explican sus autores, Bob Sullivan y Hugh Thompson, en The Times. Cuando se avisaba a los sujetos de que se produciría una distracción y eran interrumpidos en el transcurso de una prueba, obtenían unos resultados mucho peores que los de quienes trabajaban sin molestias. El grupo distraído-interrumpido respondió correctamente con una frecuencia un 20% inferior al grupo que no sufrió interrupciones.
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