Un libro apasionante acerca de las "ilusiones cognitivas" | 09 ENE 12

¿Cuánto confía usted en su atención?

El profesor Daniel J. Simons en una entrevista para IntraMed nos habla de su libro "El gorila invisible".

Por favor, antes de leer esta nota le proponemos que mire el video. Encontrará a un grupo de jóvenes pasándose una pelota de basketball. ¡Preste mucha atención! La consigna es que usted pueda contar la cantidad de pases que se hacen entre sí los miembros del equipo que viste remera blanca exclusivamente. 

¿Cuántos pases realizó el equipo blanco?
¿Observó alguna otra cosa que le haya llamado la atención?

IntraMed entrevistó al profesor Daniel J. Simons, uno de los autores del libro.

¿Por qué motivo la vida cotidiana de las personas generan tantas “ilusiones” que producen pensamientos erróneos?

El estudio que dio nombre a nuestro libro, "El gorila invisible", ilustra bien esta idea. Pedimos a los participantes que miraran un video y que contaran cuántas veces tres jugadores del equipo blanco se pasaban la pelota de básquet. Se les pidió que ignoraran los pases hechos por los jugadores del equipo negro. Después de aproximadamente 30 segundos, una mujer disfrazada de gorila aparece de pronto en escena, camina hasta el centro, se detiene, mira la cámara, se golpea el pecho y luego sigue su camino 9 segundos después de haber aparecido.

¡La mitad de las personas que estaban contando los pases no vieron el gorila! Cuando volvimos mostrarles el video, quedaron sorprendidos y, en algunos casos, nos acusaron de mostrarles un video diferente. Este estudio ilustró el principio de “ceguera por falta de atención”: las personas no ven sucesos inesperados cuando su atención está centrada en otra cosa. Asimismo, revela un límite fundamental de la conciencia –somos conscientes solo de un pequeño espectro de nuestro mundo visual en un momento determinado–. Lo que es más importante quizá, refleja la ilusión de atención: creemos erróneamente que los objetos y los sucesos importantes llamarán nuestra atención. Y es esta creencia errónea, este patrón equivocado de pensamiento, lo que nos causa problemas en la vida cotidiana. Afortunadamente, incluso si no podemos evitar las limitaciones de nuestra consciencia, podemos superar las creencias erróneas que tenemos de dichos límites. Ese es un tema central en El gorila invisible.

Si estas limitaciones son parte de nuestra constitución biológica, ¿por qué tenemos ideas tan equivocadas sobre ellas? ¿Por qué no comprendemos mejor el funcionamiento de nuestra propia mente? La respuesta, aparentemente, es que las ilusiones de este tipo son dominantes porque son consecuencia de inferencias razonables que se basan en nuestras experiencias cotidianas. Lo que sucede es que nuestras experiencias nos engañan.

Imagínese que le muestro el video del gorila y usted no ve el gorila. Ahora imagínese que no le digo lo que no ha visto. Continuaría transitando la vida asumiendo que, por supuesto, vería a un gorila si apareciera un en un partido de básquet. Nuestros conocimientos, creencias, pensamientos e intuiciones se basan totalmente en lo que hemos observado. En otras palabras, nuestras experiencias nos engañan sobre el verdadero estado de nuestro mundo debido a todas las experiencias que pasamos por alto. En general, no pensamos en los posibles gorilas que no hemos visto, solo nos concentramos en los que hemos visto. La mayoría de las veces, esa es una manera muy razonable de enfrentar el mundo. Después de cruzar la calle, no consideramos la posibilidad de que recién haya pasado un elefante rosa. Hacerlo implicaría una pérdida de tiempo y un gran esfuerzo. Dado que solo somos conscientes de lo que notamos, acumulamos experiencias de observación, pero no llevamos un registro de lo que pasamos por alto. Si luego razonamos basándonos en nuestras experiencias, llegamos a conclusiones erróneas acerca de nuestro mundo y de nuestra mente.

¿Por qué nos resistimos tanto a cambiar una idea a pesar de la evidencia que la refuta?

En parte, nuestra resistencia al cambio se basa en los mismos principios que nos llevan a sacar conclusiones equivocadas: percibimos el mundo de manera selectiva y nos concentramos principalmente en lo que esperamos ver. Tendemos a buscar información que sea consistente con nuestras visiones preexistentes, en lugar de evidencia que pueda refutar nuestras creencias, una tendencia conocida como el “sesgo de confirmación”. Dicha tendencia explica por qué las personas que tienen creencias políticas opuestas pueden mirar el mismo debate y estar convencidas que el desempeño de su propio candidato fue mejor –observaron y recordaron los momentos en que su candidato fue brillante y rechazaron aquellos en que su candidato no supo que contestar.

Irónicamente, nuestras creencias acerca del funcionamiento de nuestra mente pueden ser las más difíciles de cambiar. Esto se debe a que pensamos que conocemos los motivos que fundamentan nuestras creencias e ideas, y dado que dichas creencias se basan en nuestras experiencias directas, asumimos erróneamente que nos conocemos mejor de lo que en realidad nos conocemos.

Uno de nuestros objetivos al escribir El gorila invisible fue reproducir vívidamente cómo pueden engañarnos nuestras intuiciones acerca de nuestra propia mente. Cuando nos vemos obligados a enfrentar nuestros límites y a poner a prueba la evidencia que fundamenta nuestras creencias, nos damos cuenta de nuestra ceguera. Si bien no podemos eliminar estas limitaciones de nuestra mente, reconocerlas nos permite tomar mejores decisiones.

Nos interesa analizar estas “ilusiones” entre los médicos. ¿Considera que estas maneras erróneas de pensar afectan el desempeño laboral?

Absolutamente. Todos estamos sujetos a estas ilusiones en casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. No obstante, el efecto de estas ilusiones se amplía cuando debemos tomar decisiones cruciales acerca de nuestra salud y seguridad. Los médicos no son inmunes a estas limitaciones. De hecho, hablamos de medicina en casi todos los capítulos de nuestro libro porque nos brinda muchos buenos ejemplos de estas ilusiones. Consideremos el caso de la radiología. Hace unos años, Lum y colegas describieron un caso en la revista Emergency Medicine en el que se había dejado un alambre guía en un paciente después de un procedimiento en la sala de emergencias. El alambre guía pasó inadvertido durante 5 días, incluso aunque el paciente fue sometido a varias radiografías de tórax y al menos 6 médicos podrían haberlo visto. El alambre guía es obvio cuando se sabe que hay que buscarlo, pero los médicos no lo estaban buscando, sino que esperaban encontrar otro tipo de problemas. Potencialmente, los sucesos importantes, como los gorilas invisibles, no llaman automáticamente nuestra atención. De hecho, notamos muchas menos cosas de nuestro mundo de las que pensamos que notamos.

¿Considera interesantes las investigaciones propuestas que identificarían estas ilusiones en las actividades médicas?

Sí. A pesar de que en la actualidad existe mucha literatura sobre la toma de decisiones por parte de los médicos, no hay suficiente investigación acerca de qué piensan los médicos acerca de sus propios límites. Creemos que esta sería un área de investigación provechosa que también podría brindar beneficios prácticos. Si logramos identificar y comprender cómo influyen los límites de la atención, la percepción, la memoria y el conocimiento en la toma de decisiones médicas, podríamos mejorar la práctica médica y ayudar a los médicos a ser conscientes de dichos límites.

¿Cómo cree que funcionan la “ilusión de conocimiento” y la “ilusión de confianza” en la labor médica?

Ambas ilusiones representan un gran desafío para los médicos. La formación médica muchas veces enfatiza la capacidad de memorizar información, así como la necesidad de confianza en la interacción con los pacientes. Al menos en los Estados Unidos, se capacita a los médicos para irradiar certeza en sus decisiones. En la realidad, los mejores médicos están “bien calibrados”. Saben lo que saben Y lo que no saben. En El gorila invisible, hablamos de una anécdota personal en la que Chris fue a ver un médico porque tenía fiebre y un sarpullido inusual. El médico miró el sarpullido y luego fue a consultar un libro de referencia. Después de consultarlo, identificó el sarpullido como consecuencia de una picadura de garrapata –Chris tenía enfermedad de Lyme–. Luego consultó otro libro para buscar el tratamiento correspondiente. Chris, y sospechamos que la mayoría de las personas, consideraría el proceder del médico preocupante. La doctora debió consultar dos libros de referencia para diagnosticar y tratar sus síntomas. De hecho, otra investigación demostró que los pacientes tienden a confiar menos en un médico que consulta un libro de referencia que uno que no lo hace. Tendemos a considerar que la confianza indica conocimiento. Sin embargo, la confianza no es lo mismo que la competencia. El médico que busca la respuesta para asegurarse de estar haciendo lo correcto es mucho más competente que el médico que actúa con confianza, pero da la respuesta equivocada.

Es muy común en medicina confundir correlación con causalidad, ¿cómo puede evitarse este error?

Los médicos no son los únicos que cometen este error. Y el problema es aún más simple: muchas veces vemos correlaciones donde no las hay. Y con frecuencia los medios de comunicación informan erróneamente resultados correlacionales como si fueran causales. Afortunadamente, existe una prueba simple que permite determinar si un hallazgo es correlacional o causal. Si lee acerca de un nuevo hallazgo, pregúntese lo siguiente: ¿podrían los investigadores asignar personas al azar a la condición de tratamiento y a la de control? Si no fuera así, el estudio no podría haber sido causal. Por ejemplo, imagínese que un titular informa que los niños que fueron maltratados de pequeños son más propensos a sufrir enfermedades mentales en el futuro. La afirmación causal suena posible, pero no hay evidencia. No es posible asignar al azar personas para ser maltratadas como niños (el tratamiento) y otras que no lo serán (el control). En consecuencia, cualquier otra combinación de factores podría producir el resultado. Es una correlación. Recuerde: si los investigadores no hubieran podido seleccionar al azar algunas personas para recibir el tratamiento y otras para recibir el control, no hubiera podido ser un experimento causal.

 

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