La mente, versión 2.0 | 06 MAY 12

Cómo Internet está cambiando la forma en que funciona el cerebro

Científicos de la Argentina, Estados Unidos e Inglaterra para determinar si es cierto, como se ha afirmado durante años, que las nuevas tecnologías afectan nuestras funciones intelectuales, y cómo lo hacen. La respuesta es asombrosa.

Según la teoría de la evolución, el hombre está en constante cambio. Aunque muchas veces sea imperceptible, las modificaciones se van dando en función del entorno.

 Con la masificación de Internet, las redes sociales, la telefonía celular, la cotidianidad se ha visto radicalmente modificada durante los últimos años. Por ejemplo, antes recordábamos con facilidad muchísimos números telefónicos, y ahora no es disparatado encontrar hasta nuestro propio número agendado en nuestro celular.
 
El Prof. Dr. Ricardo Allegri, jefe de Neurología Cognitiva de Fleni e investigador independiente del Conicet, explica este fenómeno: "Las nuevas tecnologías cambian paradigmas. De esta manera, las formas de procesamiento que eran habituales en generaciones anteriores se alteran; es decir, si en el pasado el procesamiento de la información era más lineal, actualmente es en paralelo, por eso una persona puede mantener al mismo tiempo varias conversaciones a través de Twitter, SMS y chat, sin inconvenientes".
 
 Plástico como el cerebro
 
"La ortografía y escritura también se están alterando, y esto se evidencia a simple vista cuando se observa cómo escriben los más jóvenes. Esto no quiere decir que estén mermando las capacidades lingüísticas, simplemente hay un cambio comparado con el pasado", ejemplifica la Dra. Alba Richaudeau, neuropsicóloga del Hospital Austral y del Instituto Argentino de Psicología Aplicada (Iapsa).
 
Por su parte, la Dra. Tracy Alloway, experta en psicología cognitiva de la Universidad de Stirling, en Escocia, realizó un estudio para analizar el impacto de las aplicaciones tecnológicas en la memoria del trabajo , es decir, los procesos cerebrales involucrados en retener información durante un período corto y cómo manipulamos esta información. Esta memoria, además de almacenar los recuerdos, nos ayuda a utilizarlos para relacionar datos y resolver problemas.
 
"Los cerebros de los niños, por su relación con las nuevas tecnologías y por la evolución propia del hombre, tienen diferencias respecto de los cerebros de las generaciones anteriores, por eso es indispensable cambiar el sistema educativo, que está prácticamente obsoleto. Nosotros aprendimos acumulando datos y lo valioso era saber muchas cosas. Sin embargo, hoy los datos están accesibles todo el tiempo, de modo tal que ya no es un valor para el cerebro el acumular información", sostiene la Dra. Alba Richaudeau, neuropsicóloga del Hospital Austral y el Instituto Argentino de Psicología Aplicada (Iapsa).
 
A tal fin, Alloway reunió a 104 estudiantes universitarios y a 284 adultos, de entre 18 y 30 años. A esos dos grupos los dividió en dos equipos. Por un lado, los que llevaban más de 12 meses usando Facebook y por el otro, los que contaban con menos tiempo en esa red social. Se sometió a todos los participantes a distintas pruebas vinculadas con la memoria y el lenguaje. Los resultados obtenidos indican que los del primer grupo tuvieron una mayor puntuación en todas las pruebas en comparación con los del segundo. 
 
"De esta manera pudimos observar que el acto de comprobar el estado de un amigo y sus actualizaciones en Facebook fue un importante predictor del coeficiente intelectual verbal. Esto es así porque cuando una persona está usando Facebook tiene que tener en cuenta la nueva información de su amigo (es decir, el estado de actualización) y descartar el conocimiento previo acerca de dicho individuo. De esta manera es posible que usar Facebook sirva para aumentar las capacidades cognitivas como la memoria de trabajo y el coeficiente intelectual verbal", dijo en diálogo con La Nacion.
 
Además, Alloway está analizando el impacto de aplicaciones populares como YouTube y Twitter en la memoria de trabajo. Según los primeros resultados del estudio, tales aplicaciones estarían disminuyendo dicha habilidad: "Mis conclusiones indican que estas herramientas podrían estar perjudicando las capacidades del ser humano, que existe la posibilidad de que este tipo de tecnología pueda dañar nuestra memoria de trabajo ya que nos insta a realizar actividades muy breves y cortas. Con Twitter, que se basa en mensajes de 140 caracteres, utilizamos muy poca información en cada mensaje. De esta manera no estamos usando la memoria ni la capacidad del lenguaje tal como lo hacíamos en el pasado, y lo mismo sucede con el uso de los mensajes de texto. Por otro lado, cuando una persona está usando Facebook tiene que tener en cuenta la nueva información de su amigo (que sería el estado de actualización), y descartar el conocimiento previo acerca de dicha persona. De esta manera es posible que el acto de usar Facebook sirva para aumentar las capacidades cognitivas como la memoria de trabajo y el coeficiente intelectual verbal", sostiene.
 
Con respecto a estas conclusiones, el médico de Fleni advierte: "Si uno evalúa las funciones cognitivas en forma aislada, puede decir que el impacto es positivo o negativo. Por ejemplo, si analizo el efecto de los buscadores de Internet puedo afirmar que alteran de alguna manera nuestro cerebro, ya que la memoria episódica (que es un sistema de memoria explícita y declarativa que se utiliza para recordar experiencias personales enmarcadas en nuestro propio contexto, como es el hecho de recordar números de teléfonos) se vuelve menos efectiva que antes, pero si lo analizo en el nivel global, sin duda se trata de un impacto positivo, porque rescato que las redes sociales como Facebook nos facilitan la memoria operativa porque nos permite interrelacionar situaciones, mientras que Twitter, por sus características de instantaneidad y linealidad, pone al cerebro en contacto con infinidad de personas que discuten una misma información".
 
En este sentido, una investigación publicada en la revista Science a mediados de 2011 sugiere que cuando las personas confían en tener acceso futuro a la información tienen menor recuerdo de los datos, pero mayor de la fuente de esa información. Este estudio asegura que Internet se ha convertido en la fuente primaria de memoria externa. Al respecto, el experto de Fleni opina: "Estamos ante un problema si la actividad que antes tenía el cerebro ahora se la delegamos a los aparatos, dejando al órgano inactivo. Pero si descargo parte de mi memoria en Internet para poder usar mis capacidades para interactuar y procesar diversas informaciones, entonces el efecto es positivo. Antes teníamos una capacidad mucho más limitada para ubicar y manejar información. Ahora tenemos más acceso y mayor capacidad para procesar y relacionar mucha información. Definitivamente, no es que el cerebro deja de trabajar, sino que lo hace de otra manera".
 
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