Entrevista a Diego Golombek, biólogo y divulgador científico | 26 SEP 11

¡Ciencia, allá vamos!

Con ustedes, un doctor en Biología con pocos humos y mucha sabiduría.
INDICE:  1.  | 2. 

Lejos de restarle magia o misterio, el pensamiento racional también puede hacer del mundo una aventura fascinante. 

Las chicas de exactas no son necesariamente una máquina de dar explicaciones, como cree nuestro querido Fito Paez. Lejos de restarle magia o misterio, el pensamiento racional también puede hacer del mundo una aventura fascinante.

Por Diego Golombek | LA NACION
Foto: Martín Lucesole / Ilustración: Nunö

Me gustan mucho las canciones de Fito Páez. Quizá sea algo generacional ( año 63-64), o su capacidad para narrar historias, para construir ficciones desde la música. Tal vez sea por eso que sentí como una pequeña traición un verso escondido -hasta se diría inofensivo- entre las estrofas de su último disco, Confiá. Veamos: Parecés una flaca de Exactas / explicando lo que no hay que explicar. Traducción: Oh, tú, te asemejas a una joven estudiante de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales, que con tus permanentes diatribas y explicaciones racionales y científicas me impides disfrutar de la belleza y magia de este mundo. En otras palabras, es esa sensación de tirarse en el pasto a admirar las estrellas hasta que se nos sienta uno al lado a explicarnos sobre supernovas, plasma y gases incandescentes. O, como diría el gran Ken Robinson, es la situación de ir a un casamiento en donde te sentás con desconocidos y resulta que uno de los de la mesa es científico. Oh, no. Por qué a mí.

Pero esto que canta Fito no es ninguna novedad. Como en Bodas de Sangre, aquí hay dos bandos: la ciencia y el resto del mundo. Y estos dos bandos (las dos culturas de las que hablaba C. P. Snow) parecen andar por veredas enfrentadas. Más aún, hasta nos da cierto placer no entender nada de ciencia y jactarnos de ello (aunque en la base de esto puede haber una confusión importante entre la investigación -o sea, la ciencia profesional- y la ciencia que más que un sustantivo debiera ser un verbo, aquél que conjuga las acciones de mirar, de experimentar, de hacer preguntas, de maravillarse, de querer conocer más y más). Picasso decía que todos los niños nacen artistas. Y seguramente también nacen científicos, cuando salen a quemar hormigas con la lupa en el patio, o abren el juguete (o el hermanito) a ver qué tiene adentro. Sin embargo, con el tiempo -y con la escuela- la ciencia pierde su fascinación y olvidamos que, parafraseando al gran científico John Winston Ono Lennon, la ciencia es eso que nos pasa mientras estamos ocupados haciendo otros planes. Así, la vida cotidiana es una fuente inagotable de preguntas y de experimentos. La cocina, la escuela, la cama, los charcos o las hinchadas de fútbol pueden (y deben) ser también objeto de investigaciones como parte de nuestra vida. Y esta mirada racional no está exenta de cierto romanticismo, de cierta magia, aunque parezca una paradoja. Entender una puesta de sol o conocer las estrellas no nos priva de la poesía de mirarlas y emocionarnos.

 

Comentarios

Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.

CONTENIDOS RELACIONADOS
AAIP RNBD
Términos y condiciones de uso | Política de privacidad | Todos los derechos reservados | Copyright 1997-2024