Una enfermedad reciente | 03 AGO 10

La lipoatrofia vuelve a la oficina

Al menos 30 casos del 'síndrome del edificio nuevo' en la sede central de Caprabo, con una antigüedad de 40 años.

C. DELGADO  -  Barcelona 
 
Una especie de hoyuelos que aparecen en muslos y antebrazos son la señal de alarma. Son las marcas que deja la lipoatrofia circular, una enfermedad rara, indolora y nada estética que se conoce desde hace pocos años. Atacó a las oficinas nuevas en Barcelona de Gas Natural en 2007, donde se llegaron a registrar más de 200 casos. Luego a la Torre Agbar y a La Caixa, que confirmó 64 afectados. Ahora, al menos 30 casos han sido diagnosticados en las oficinas de Caprabo de L'Hospitalet de Llobregat, donde trabajan cerca de 400 personas, según CC OO de Cataluña. Es un edificio que no encaja con los precedentes más sonados, ya que, lejos de ser nuevo, tiene varias décadas de vida.

Las lesiones no causan dolor. Además, son reversibles. La baja humedad combinada con electricidad estática provoca que el tejido graso de los muslos y antebrazos se pierda de forma irregular y deje semicírculos más hundidos. "No es una enfermedad dolorosa, pero no por eso un trabajador tiene por qué soportarla. No es justo que una mujer tenga que avergonzarse de sus piernas porque su empresa no cumpla las medidas de seguridad adecuadas", se queja Carmen Puig. Ella es una de las empleadas de las oficinas de Caprabo a quien la mutua de trabajo ha confirmado sus sospechas. "Tengo lipoatrofia. Poca, pero tengo. Y hay compañeras a las que se les nota mucho más y ya no se atreven ni a ponerse falda", lamenta. Puig es, además de afectada, delegada de CC OO en la empresa y asegura que Caprabo no está poniendo mucho de su parte para solucionar el problema cuanto antes.

La lipoatrofia, cuya aparición se asocia a un exceso de exposición a campos electromagnéticos combinado con poca humedad, afecta más a las mujeres que a los hombres porque ellas tienen más tejido adiposo en las piernas. "Al principio algunas trabajadoras se veían marcas raras en las piernas, pero pensaban que igual era por celulitis. Al final una compañera fue al médico y se lo diagnosticaron", cuenta Carmen Puig, de 34 años y con cerca de 10 trabajando para la cadena de supermercados. A raíz de conocerse el primer caso, salieron tres más. La empresa estuvo entonces obligada a informar a la Generalitat. "Tenían que seguir el protocolo", explica.

El "protocolo" es el modo obligatorio que las empresas deben aplicar cuando se detectan cuatro casos entre los empleados. La Generalitat lo aprobó en 2007, tras la oleada de casos en Gas Natural, Agbar y La Caixa, que supusieron la salida a la luz de cerca de 400 casos en total. Junto al protocolo, el Gobierno catalán llevó a cabo el reconocimiento de la enfermedad como accidente laboral sin derecho a baja ni indemnización económica, pero con la obligación por parte de la empresa de realizar exploraciones médicas e investigar y solucionar las causas que provocan la dolencia.

 

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