Una curiosa campaña española | 02 MAR 10

En busca de la felicidad

Efectos positivos sobre la salud.

MARÍA SAINZ

La felicidad es, quizás, el sentimiento más codiciado por la raza humana. Bálsamo de todos los males, son muy pocas las personas que se implican verdaderamente en alcanzarla. Algunos creen que sólo los 'simples' podrán lograrla; otros creen que no existe; y varios prefieren centrarse en la opuesta y complementaria tristeza. La 'emoción de la sonrisa' existe pero hay que trabajar duro para disfrutar de ella.

Con el objetivo de mejorar la autoestima de los españoles en tiempos de crisis, el Consejo Superior de Cámaras de Comercio, junto con 18 empresas privadas, ha lanzado una campaña publicitaria en la que distintos personajes anónimos y famosos (Buenafuente, Pau Gasol o Angels Barceló, entre otros) alientan a la población a 'tirar' para adelante. Posibles intereses económicos aparte -la sociedad compra menos por miedo a la falta de dinero- lo cierto es que la iniciativa da con algunas de las claves de la felicidad: "Recuperar la confianza", "contagiar la esperanza", "buscar los motivos para animarse"...

¿Por qué ser feliz?

La principal razón para buscar y encontrar el 'paraíso emocional' es la salud. Hace escasas dos semanas, la revista de la Sociedad Europea de Cardiología ('European Heart Journal') se hacía eco de un trabajo en el que se muestra una relación entre el "afecto positivo" (sentimientos de alegría, entusiasmo, felicidad, excitación y satisfacción) y una mejor salud cardiovascular.

Sus autores, procedentes de la Universidad de Columbia (EEUU) y dirigidos por Karina W. Davidson, analizaron y relacionaron las emociones optimistas y depresivas y los signos de enfermedad cardiaca de más de 1.700 personas. Tras un periodo de seguimiento de 10 años, vieron que estos componentes están íntimamente ligados. Los más 'felices' tuvieron un 22% menos de riesgo de padecer un problema cardiovascular que los que presentaron alguna emoción negativa. Y cuanto peor era el estado emocional, mayor la probabilidad de que el corazón sufriera, literalmente.

Así que, igual que la felicidad protege, la depresión perjudica. Un editorial, aparecido en la misma publicación, comenta la existencia de un 'circulo vicioso': estar deprimido perjudica al corazón y esta enfermedad aumenta, a su vez, los niveles de tristeza. Contra esto, el uso de antidepresivos no siempre ayuda. Como explica a ELMUNDO.es el firmante del comentario, Bertram Pitt, de la Universidad de Michigan (EEUU), estos medicamentos a veces no protegen al paciente ya que, por ejemplo, sus efectos secundarios pueden incrementar la posibilidad de sufrir un episodio cardiaco.

Los efectos sobre la salud van mucho más allá. Un artículo recogido hace unos años en 'Jano', y firmado por J. A. Flórez-Lozano (Universidad de Oviedo), incidía en varias enfermedades que se ven propiciadas por los pensamientos y actitudes negativas: "asma, artritis, cefaleas, úlceras pépticas, enfermedades infecciosas [...] De ahí la importancia terapéutica de rebatir los pensamientos pesimistas que nos anulan y coartan".

Por si estas razones médicas no fueran suficientes, la felicidad también puede buscarse por los demás. Para apoyar al resto tenemos que ayudarnos primero a nosotros. Nuestra alegría impacta en el entorno que nos rodea y esto, como última consecuencia, también acabará beneficiándonos.

¿Por qué no lo somos?

La tendencia actual es la tristeza, algo que muchos estudiosos no acaban de entender. Éste es el caso del psiquiatra Jaime Adán-Manes que lamenta la preponderancia de un sentimiento que empaña la realidad. En un trabajo firmado por él, y aparecido en 'Atención Primaria', este especialista denuncia el sobrediagnóstico de los casos de depresión por parte de los médicos de cabecera; un resultado que le hizo reflexionar en las causas del pesimismo de las sociedades de consumo.

La educación tiene mucho que ver con este predominio del lamento. "En la actualidad, estamos acostumbrados a obtener una satisfacción inmediata de todos los caprichos, con lo que desarrollamos una tolerancia muy baja a la frustración. Esto también fomenta que busquemos una solución rápida a los problemas optando, por ejemplo, por tomar una pastilla para que nos 'anestesie', sin solventar realmente la razón por la que nos encontramos mal", declara a ELMUNDO.es Adán-Manes.

Como aclara este experto, existe alegría porque existe tristeza, las dos son necesarias, y si se anulan estos sentimientos es "como si viviéramos en 'el mundo feliz' de Aldous Huxley, en el que todos los habitantes son homogéneos y todo es de color gris". En este sentido, tanto los médicos como los pacientes tienen la culpa de esta infelicidad y de que se considere la tristeza como una enfermedad.

 

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