Aldo Naouri, el más célebre de los psicopediatras franceses | 29 JUL 09

"Los padres que no saben poner límites producen dictadores"

Se debe evitar que los chicos "tomen el poder", afirma el célebre psicólogo y pediatra francés.

Naouri: "Las madres han sido engañadas por un discurso de moda que las esclaviza"

Foto: LA NACION / Archivo Luisa Corradini 
Corresponsal en Francia


PARIS. Hay quienes lo consideran un auténtico reaccionario. Aldo Naouri, el más célebre de los psicopediatras franceses, se encoge de hombros con desdén, y persiste: "Creer que una relación horizontal con los hijos puede ser útil o satisfactoria es una locura. En vez de educar demócratas, los padres terminan produciendo dictadores", afirma.

Es autor de una docena de libros que vendieron más de 300.000 ejemplares cada uno. Naouri tiene 72 años y pasó su vida destacando el papel de las madres en la educación de los niños y advirtiendo sobre los peligros de que ellas se pongan a disposición de sus hijos por temor a traumatizarlos."Es imprescindible evitar que los chicos tomen el poder. Las consecuencias son nefastas para la sociedad", dice.

Benjamín de una familia judía de diez hermanos instalada en Libia desde hacía tres generaciones, Naouri nació en 1937 en ese país, pocos días después de la muerte de su padre. Expulsados por el ocupante italiano, en plena Segunda Guerra Mundial emigraron a Argelia, donde sobrevivieron gracias al coraje de su madre, que lavó y planchó la ropa de los soldados estadounidenses sin dejar de rodear a todos sus hijos con un amor sin condiciones.

"Cada noche, a pesar del cansancio, mi madre se sentaba en el piso del precario alojamiento donde vivíamos, con todos nosotros a su alrededor, para contarnos cuentos en el único idioma que conocía, un dialecto judeoárabe", recuerda.

Por esa razón, Aldo Naouri llegó a Francia en 1957 sin hablar una palabra de francés. Y gracias a una inteligencia fuera de lo común, en vez de ser peluquero, como soñaba su madre, terminó siendo el más adulado y célebre de los pediatras, especializado en psicología infantil.

-¿Por qué es usted tan severo con las madres, después de la fabulosa relación que tuvo con la suya?

-Al contrario, tengo pasión por las madres. Y mi único interés es servirlas. El problema es que esas madres son engañadas por un discurso de moda que las esclaviza, en vez de servirlas.

-¿Desde cuándo rige ese discurso?

-Desde hace 40 o 50 años. Todo el trabajo que hice durante cuatro décadas tuvo el objetivo de mostrarles que se las engaña con ese discurso, que son sus primeras víctimas. En mis trabajos trato de decirles que no hay que escuchar esos propósitos engañosos, que comenzaron prácticamente cuando pasó mayo del 68.

-En otras palabras, "ahora está prohibido prohibir".

-No solamente eso, sino la promoción del placer sin límites, el individualismo o la potencia infantil. Yo no les digo a las madres qué es lo que tienen que hacer. Les digo: "Este es el objetivo". Imagínese que una madre se encuentra al volante de un vehículo. Su hijo es el pasajero a quien tiene que llevar a buen destino. Antes, había carteles indicadores. Había luces verdes y rojas, agentes para regular la circulación. E incluso habían puesto al lado de ella una suerte de copiloto, que era el padre de su hijo. Pero hace medio siglo le hicieron creer a esa madre que lo que vale la pena es el viaje, y no el destino. Amordazaron al copiloto y le sacaron los mapas.

-Entonces, ¿qué hace la madre?

-Trata de utilizar su inteligencia, que es lo único que tiene a mano. Y parte del principio de que su hijo, cuando estaba dentro de ella, estaba en absoluta seguridad. Entonces, construirá alrededor de su hijo un útero virtual, infinitamente extensible, de donde nunca deberá salir. Le dará todo lo que quiere. Si la despierta diez veces por día, se levantará diez veces por día, y si quiere que camine a cuatro patas, también lo hará. Al pobre señor que tenía al lado dejará de prestarle atención. Y terminará colocándose en una terrible soledad, que la conduce al divorcio en la mitad de los casos. Esa es la forma en que engañan a la mujer moderna.

 

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