Dr. Santiago Pavlovsky | 09 DIC 08

Se necesitan 800.000 dadores de sangre

Sólo se dona el 5% de lo recomendado.

El doctor Santiago Pavlovsky, en Fundaleu. Foto: Andrea Knight
Fabiola Czubaj

 

Es difícil que transcurra más de una o dos semanas sin que llegue un e-mail en el que se solicitan con urgencia 10, 50 y hasta 120 dadores de sangre para que un familiar o un desconocido puedan ser operados o transfundidos.

"Quienes donan sangre ayudan a cientos de personas. Donar sangre es dar vida", recuerda el texto del mensaje con el que la semana pasada el hospital Garrahan, de esta capital, solicitó a la población 60 donantes diarios para sus pequeños pacientes víctimas de accidentes graves, con leucemias o anemias crónicas o que deben ser trasplantados del corazón, pulmón, riñón o médula ósea.

La Argentina cuenta con apenas el 5 por ciento de los 800.000 donantes voluntarios que debería tener para asegurar la disponibilidad de sangre en todo el país. Y aunque existen varias iniciativas exitosas, son aisladas, lo que impide contar con aquella cantidad que, como ha recomendado la Organización Mundial de la Salud (OMS), representa entre el 3 y el 5% de la población adulta.

La Fundación para Combatir la Leucemia (Fundaleu) es justamente una de esas iniciativas. "Es uno de los pocos centros en el país que se autoabastece por completo. Nunca negamos la disponibilidad de sangre y nuestros grandes consumidores de sangre son los que necesitan trasplantes y los internados con leucemias agudas por períodos prolongados", explicó a LA NACION el doctor Santiago Pavlovsky, director científico y médico de Fundaleu, fundador del Grupo Cooperativo en el Tratamiento de Hemopatías Malignas en Latinoamérica y cofundador con tres reconocidos oncohematólogos del Grupo Argentino de Tratamiento de la Leucemia Agua (Gatla), que unificó el tratamiento de las enfermedades malignas de la sangre.

-¿Por qué es tan difícil en el país crear conciencia de la importancia de donar sangre voluntariamente?

-Es un problema de educación, como en tantos otros ejemplos que tenemos en el país.

-¿Y por dónde habría que empezar?

-Comenzaría por el colegio secundaria, pero también generaría conciencia en la población de que toda persona tiene un familiar cercano que en algún momento necesitó sangre y que también se ha desesperado. Si uno estimula al dador que se acercó a donar sangre por un familiar o un amigo alguna vez, puede quedar como donante voluntario, que son los más fieles y seguros. No creo en las campañas con urnas en las que las personas colocan sus datos porque muchas veces después dicen que no.

-Si seguimos así, ¿puede faltar sangre en el país?

-La falta de sangre en la Argentina ya es crítica, y la mayor parte de los hospitales y sanatorios se deben manejar con la donación compulsiva, que es exigirle a la familia del paciente que consiga una cantidad determinada de donantes para poder realizar la intervención.

 

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