Entrervista al Dr. José Juri | 16 NOV 08

“En cirugía estética no basta con el conocimiento, requiere un don.”

“Yo empecé cosiéndole el lomo a mi perro herido”

Es un legendario cirujano plástico. Un pionero en el Olimpo de la belleza. Un apasionado que no deja de estudiar. Ya de chico supo que lo suyo era el bisturí. De joven, operó a su novia. Fue médico rural y de hospital. Aquí, todo lo que debe saberse sobre medicina y estética.

Por Magdalena Ruiz Guiñazu

“En cirugía estética no basta con el conocimiento. Hay que haber nacido para ello. Como un concertista o un cantante. Con un don.”

Todo es imponente y a la vez armónico en el gran edificio que alberga la clínica de Juri en el barrio de Palermo. Incluso, más allá de mármoles y sólidos bronces, se extiende un jardín en el que reina como un símbolo la estatua de la Belleza, ubicada en el centro de un murmurante juego de agua. Hay infinidad de diplomas y reconocimientos académicos en los muros del despacho, en el que los recuerdos se alternan con los logros de quien es un casi legendario exponente de la cirugía plástica.

En la semana que acaba de finalizar, la Asociación Argentina de Cirugía le ha otorgado –por unanimidad– al Dr. José Juri y a su hijo, el Dr. Juan José Juri, el premio que lleva el nombre de la institución. Es un extenso y pormenorizado trabajo científico sobre “Cirugía plástica del cuero cabelludo”. Incluso observamos, en las fotografías que ilustran el trabajo, los distintos momentos por los que pasa este tipo de intervención en sus distintos enfoques.

—¿Esta operación se hace habitualmente por reparación o por calvicie?

—Las dos cosas. Mire –y el Dr. Juri va explicando distintas etapas de una intervención con difíciles episodios–, éste es el caso de una chica de 11 años. El destino permite que pase junto a una polea que le arranca no solamente su larga cabellera, sino todo el cuero cabelludo, incluidas las cejas y orejas. La gravedad del caso era tal que el gobernador de Córdoba brindó el avión de la gobernación para traerla a Buenos Aires. Era necesario unir arterias y venas del orden de un milímetro de diámetro, para que su piel volviera a sobrevivir. Sólo pudimos utilizar una arteria y una vena con puentes arteriales y venosos hasta el cuero cabelludo. Fue un caso único en el país. Finalmente, la nena quedó normal. Es lo que se llama un reimplante, porque se efectúa en el propio paciente y no tiene rechazo.

A lo largo de las páginas de este trabajo, observamos las distintas etapas por las que pasa una persona habiendo sufrido este tipo de accidente.

—La mayoría de estas técnicas son ideadas por mí –explica el Dr. Juri, mientras pasa las páginas–. Y esto es algo que la Asociación Argentina de Cirugía ha tenido muy en cuenta. Aquí se pueden observar los estudios anatómicos de cada caso. Los fundamentos que corresponden a cada técnica. Piense usted que para realizar un reimplante tenemos que pensar en 18 horas y, lo que es angustioso, sin la seguridad de que ese reimplante vaya a vivir. Y le explico por qué: esas arterias que están dañadas por el arrancamiento pueden trombosarse y, por lo tanto, hay que estar absolutamente preparado con un equipo muy experimentado en hacer nuevos implantes, nuevos injertos de venas, que se toman de los brazos. Es una cirugía de alta complejidad, en la que se usan microscopios estereoscópicos que aumentan 18 veces la imagen para poder, así, suturar las arterias y las venas, de un milímetro de diámetro. Esto se hace con un hilo que mide 17 micrones. Y basados en esto, los franceses propusieron hacer trasplantes de cara. Pero el trasplante de cara se puede hacer solamente en mellizos gemelos. No existen los trasplantes de personas cruzadas porque, en ese caso, el paciente estaría sujeto diariamente y de por vida a una serie de inyecciones costosísimas para no rechazar ese implante.

—Usted recordará, seguramente, doctor Juri, un año atrás, el trasplante de rostro que le hicieron justamente los franceses a una chica mordida por un perro...

—Sí, me acuerdo. Pero ellos decían que tenían otros cinco casos. Y no es verdad. Fue hecho por un médico que no figura en la bibliografía mundial y que se postulaba (y esto pude averiguarlo a través de los médicos amigos que tengo en Francia) para alcalde de la ciudad de Lyon. Buscaba publicidad. Consiguió quién suturara la arteria y las venas, y puso la cara como jefe del equipo. Pero, insisto, no volvieron a repetirlo porque, en estos casos, son más los inconvenientes que las ventajas. Generalmente, los que necesitan esos trasplantes de cara son chicos muy pobres que han caído sobre el fuego o han recibido la leche hirviendo que la madre que trabaja no ha podido controlar. ¿Quién va a realizar, para esos chicos, el tratamiento diario que necesitan y los seis meses de internación más los 7 mil dólares mensuales en drogas inmunológicas? Desgraciadamente, esto todavía no es viable. Y prueba de ello es que los grandes centros de trasplante del mundo (y nosotros estamos haciendo esto desde hace veinte años), como los de Australia o Japón o el de Harry Buncke, que es el padre de la microcirugía y de los trasplantes, que viene realizando durante los últimos cuarenta años, se mostraron escépticos. Yo estoy trabajando con todos ellos y les escribí inmediatamente para saber qué pensaban, y nadie estaba de acuerdo con el trasplante de cara...

La vehemencia del Dr. Juri habla claramente de la pasión que siente por su especialidad:

—Esto va a ser posible en el futuro, pero no ahora. Además, hasta que estos tejidos se reinervan pasan seis meses, y en ese lapso de tiempo ese tejido se retrae, se fibrosa, pierde la expresión. Los tejidos que carecen de la movilidad que les brindan los nervios motores pierden vitalidad. Realmente, ésta sigue siendo una técnica imposible.

La trayectoria de Juri está poblada de anécdotas. También recuerda el caso (para el que fue consultado) de hermanos gemelos:

—Uno con mucho pelo y el otro calvo –recuerda–. El que tenía una cabellera abundante quería donar parte a su gemelo univitelino (del mismo óvulo materno) por tener la misma estructura genética. Salió muy bien. No hubo rechazo. Por ejemplo, no es el mismo caso que un corazón. Es algo diferente, porque no va aplicado sobre los tejidos, sino conectado y actuando como una bomba aspirante e impelente a través de dos tubos que son las arterias. La piel es diferente, porque es un trozo que va pegado al organismo, e inmediatamente genera rechazo. En el nivel de la cubierta cutánea es donde más rechazo sienten los tejidos. Por eso, en los hospitales de quemados muchos mueren porque no hay con qué cubrirlos. No hay piel que los salve y que pueda prender allí. Insisto en que todo esto es un futuro que hay que tener en cuenta, pero no es un presente... Por otra parte –insiste–, la cirugía reparadora con tejidos propios del paciente ha progresado muchísimo y se logran resultados excelentes. Ahora bien, la formación de un cirujano plástico que concurra a los grandes centros del mundo lleva muchos años y, lamentablemente, la mayoría de los jóvenes que recién se reciben quiere abrir de inmediato un consultorio y comenzar a ganar dinero. Esto, claro, no aporta absolutamente nada. La cirugía progresa en el mundo por un pequeño grupo que siente un gran respeto por la especialidad y se esfuerza constantemente en busca de progreso.

—Si pasamos a un nivel menos complejo, doctor, los hombres que tienen calvicie prematura me parece que han superado cómodamente ese problema, ¿no es cierto?

—Sí, sí. Nosotros hemos propuesto una técnica que ya ahora se ha perfeccionado, por la cual ni se ven las cicatrices, y que hemos usado tanto en niños como en adultos. Los resultados son excelentes. Trabajamos siempre con microcirugía y microtrasplantes.

—Perdón, pero, ¿por qué se produce la calvicie en los niños?

—En los niños no hay calvicie. Me estaba refiriendo a casos de quemaduras o de accidentes. También existe la calvicie hipocrática, puesto que Hipócrates (padre de la Medicina) también la sufría. Fíjese usted en este joven –nos muestra una serie de fotografías–. Se le ha trasplantado pelo de la zona lateral de la cabeza, y se le coloca sobre la frente uniendo una arteria y una vena temporal. Es una técnica que dura tres o cuatro horas, con excelentes resultados.

—¿Y en las mujeres?

—Bueno, en las mujeres, la calvicie es diferente, porque es una calvicie hormonal que ataca todo el cuero cabelludo. Cuando la mujer pasa el climaterio, aumenta las hormonas masculinas en proporción a las femeninas, y esto es lo que le produce la caída del cabello. Esto es responsabilidad de la hormona masculina. Sin embargo, generalizando, no a todo el mundo eso le preocupa por igual. Hay personas que se traumatizan y otras que, en cambio, lo consideran un fenómeno natural. Hay calvicies elegantes y aristocráticas. Hay caras que, enmarcadas con cabello, perderían encanto...

 

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