Básicamente porque todos los fenómenos que nos interesa estudiar tienen una característica en común: son variables. De hecho, si pensamos en los fenómenos biológicos, veremos que todas ellos pueden presentar variaciones entre los sujetos. Si todos fuéramos iguales y presentáramos las mismas respuestas frente a los mismos estímulos, la estadística sería innecesaria. Si todos tuviéramos el mismo sexo, la misma altura, el mismo color de ojos, etc., además de ser un aburrimiento, no tendríamos que investigar los siguientes interrogantes:
La estadística nos sirve para manejarnos con la variabilidad del mundo real en el que vivimos
Esta variabilidad, que hace todo más divertido, es la que dificulta predecir cómo va a comportarse una persona frente a una situación nueva. Por ejemplo, cómo va a reaccionar frente a un tratamiento dado. A esta variabilidad natural debemos agregarle que raramente trabajamos con todo el universo de sujetos que nos interesa. En efecto, por una cuestión de límite en los recursos que disponemos (no sólo económicos, sino también tiempo, accesibilidad, etc.), solemos trabajar con muestras que son pequeñas porciones de todo el universo de interés.
Si la selección de la muestra se hace de modo que resulte parecida al universo, la estadística puede ayudarnos a estimar qué es lo que sucede en el universo a partir de la muestra con un cierto margen de error o incertidumbre.
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