Por Nora Bär
Que la abstrusa complejidad del mundo real pueda traducirse en una serie de operaciones matemáticas (como hizo Newton cuando describió las leyes de la gravitación universal) es un hecho que deslumbra. Y la fascinación crece incluso más cuando la "magia" puede lograrse con un único número. Es lo que sucede con los resultados de encuestas o el rating televisivo, que llegan a encandilar a las multitudes como deidades posmodernas...
Es justamente en aras de esa presunta claridad que desde los años sesenta se intenta traducir en números la calidad del trabajo científico, lo que impulsó el desarrollo de la "cienciometría". Sin embargo, esta disciplina, que evalúa el desempeño de instituciones, países e investigadores, está actualmente en el centro de acaloradas controversias.
No hace mucho, la revista Nature les pidió a seis especialistas que comentaran cuáles son los principales problemas que ven en este sistema (basado en la cantidad de trabajos publicados y el número de citas que reciben, entre otros parámetros), y todos coincidieron bastante apasionadamente en que es hora de revisarlo y corregirlo; en especial, cuando se trata de valorar la importancia del trabajo individual de los investigadores.
"Los rankings están matando a la ciencia", afirma Carl Bergstrom, de la Universidad de Washington en Seattle, y agrega que esta práctica estimula a los investigadores a perseguir los altos rankings antes que la excelencia.
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