El manco de Lepanto | 21 DIC 05

Reflexiones patobiográficas sobre Miguel de Cervantes

Para cualquier médico estudiar los aspectos patobiográficos de Cervantes, sobre todo las causas de su muerte, es una aventura sugestiva y un riesgo que desembocará probablemente en un terreno confuso sobre el que se han vertido ríos de tinta.
Autor/a: Dr. Ángel Rodríguez Cabezas (*). Dra. María Isabel Rodríguez Idígoras (**). El Médico Interactivo
INDICE:  1. Introducción | 2. Lepanto | 3. Muerte y obra
Muerte y obra

Cervantes sabe que se muere, pero sus ansias de vivir le hacen revelarse contra ello. Es la negación de un pronóstico letal y cierto. Pero es consciente de su gravedad, estado de ánimo que contrarresta con la esperanza de la recuperación (él que ha salido airoso de tantos avatares, confía también ahora en la curación). Gravedad y esperanza son sentimientos que manifiesta: "Mi edad no está ya para burlarse de la otra vida". "Tras de ellas –Novelas Ejemplares–, si la vida no me deja, te ofrezco los Trabajos de Persiles" (Prólogo de Novelas Ejemplares, 1613). Desechando, pues, la hidropesía (ascitis) como consecuencia de cirrosis hepática, porque razonablemente la encefalopatía consiguiente le hubiera impedido escribir como lo hizo tres días antes de su muerte, y tomando como cierta la existencia de diabetes mellitus, sí podemos admitir, como causa intermediaria de su fallecimiento, la insuficiencia cardiaca. Claro que, a pesar del tiempo trascurrido (mucho ha llovido médicamente desde 1899), debemos estar de acuerdo con el Dr. José Gómez Ocaña en culpar de la muerte de Cervantes a las arterias estropeadas, en comorbilidad con la diabetes e insuficiencia cardíaca, que ya sabemos cómo la diabetes no tratada mortifica las paredes de las arterias, las endurece y las angosta, entorpeciendo la circulación de la sangre, originando que las arterias más finas provoquen desastres histológicos y funcionales a nivel de corazón (coronarias), cerebro o riñón.

Como conclusión, precisamos que Miguel de Cervantes, el manco de Lepanto, murió a los 69 años, hidalgo pero pobre, a consecuencia de las complicaciones de la diabetes mellitus que venía padeciendo dentro de un cuadro de insuficiencia cardiaca. Murió el día 22 de abril de 1616, siendo enterrado al siguiente día en el convento de las Trinitarias, en la calle de Cantarranas en Madrid. Estando seguros en la fecha del óbito, sin embargo, en lo que a las causa del mismo, "harto sabemos que mucho de lo consignado

 

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